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10 de noviembre de 2008
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Ver para creer

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Tan pesimistas como el santo que no estaba en plan de creer lo que no veía, e incrédulos como sólo pueden serlo quienes han sufrido medio siglo de esperanzas frustradas, los cubanos de la Isla no parecen compartir las expectativas de aquellos que ahora hablan desde lejos sobre el inminente fin del bloqueo.

El tema está en las calles. Y propensos como somos al pintoresco axioma y a la filosofía de café con leche, todos creemos tener la última palabra. Pero la última palabra de cada uno resulta ser igual a la de casi todos: Ni Obama ni Mahoma, en fin, nadie que no sea el propio gobierno logrará quitarnos de arriba los efectos del bloqueo, aun en el caso, no probable hasta hoy, de que el bloqueo sea eliminado.

Habrá que esperar un poco para constatar si se trata de un discernimiento más o menos certero. Pero es el que domina en nuestras tertulias de solar en este momento.

Cada cual desde sus propias limitaciones de miras y de acuerdo con sus posibilidades de expresión, la mayoría coincide en el criterio de que el régimen no está listo ni dispuesto ni resignado para el cese de una confrontación que durante casi medio siglo ha sido su gran caballo de batalla, fuente de sus coartadas económicas y tácticas políticas.    

No es factible, ni es siquiera racional que Obama se permita (o le permitan) levantar el bloqueo sin condicionamientos previos. Y eso es algo que demuestra saber la gente de aquí. Como también sabe que nuestros mandarines lo saben. Por lo que es de suponer que a esta hora posiblemente estén ya redactando la “digna respuesta del pueblo al imperio que otra vez pretende mancillar nuestro honor y dignidad imponiéndonos condiciones”.  

Ello, claro está, no ha impedido que nuestra gente de a pie se manifieste mayoritariamente complacida con la elección de Obama. Incluso, no quita que esté esperanzada ante la promesa de algunas medidas suyas destinadas a la facilitación de los contactos con nuestros familiares en los Estados Unidos.

Sin embargo, con respecto al bloqueo otro gallo parece cantar. Aunque ningún discurso lo trasluzca, y cuando el acceso a las noticias reales se nos siga escamoteando oficialmente, hasta el gato sabe en estos predios que la elección de Obama ha situado al régimen contra la pared, por más de un motivo.

No conocemos a ciencia cierta en qué dirección estarán maquinando una nueva estrategia. Pero los conocemos a ellos, así que nos consta que están obligados al diseño de renovados impedimentos para mantener en activo el fantasma de un enemigo tan íntimo y que tanto les ha beneficiado a los ojos del mundo.   

Demasiado ingenuos fuimos durante demasiado tiempo. De modo que ahora no estaría mal que nos dispensen por lo menos el derecho a la duda. Ver para creer.

 

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