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7 de noviembre de 2008
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Heridas de nacimiento 

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – Las buenas intenciones del gobierno español  de incorporar a Cuba a la Primera Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno, en Guadalajara, en 1991, convierte a esa reunión al llegar a su décimo octava edición, en un cadáver internacional.

El gobierno cubano ha firmado acuerdos que no cumple, como los de Viña del Mar (1995), ha sido sede de un encuentro en medio de una ola represiva en La Habana (1999), ha desvirtuado la esencia de las reuniones (Panamá, 2000) y convertido su participación en boicot permanente de las estructuras regionales, a las que se unen en los últimos años los representantes de Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Argentina y Ecuador.

En 1991, la intención del jefe de gobierno español (Felipe González) y sus aliados, era introducir al país en las estructuras democráticas iberoamericanas para encarrilarlo por el camino de la transición democrática. Dieciocho años después las cosas se mantienen idénticas en la Habana.

Sin embargo, el incidente diplomático en la Cumbre de Panamá impuso las claves de la anomalía. Allí, el Presidente de El Salvador, Francisco Flores, hizo callar al viejo caudillo y aprovechó su impertinencia para sentarlo en el banquillo de los terroristas latinoamericanos.

Ante las verdades del joven gobernante centroamericano la ira del ex guerrillero desbordó el protocolo. Arrebató el pomo de agua a la Presidente de Panamá, Mireya Moscoso. Sus manotazos hicieron caer de la mesa el vaso. Buscaba con frenesí el auxilio de su nuevo edecán (Felipe Pérez Roque). Su incoherente defensa lo llevó al ridículo en ese escenario.  Luego del incidente, Castro no volvió al círculo iberoamericano.

Con la salida personal del ex presidente cubano parecía que la decencia y el protocolo volverían a las cumbres, aunque dejaba mucho que desear la implementación de los mecanismos diseñados y estructurados.

Pero la ola de populismo, indigenismo y nacionalismo llegado a América Latina con la elección de Hugo Chávez, volvió a perturbar las Cumbres. El clímax de las tormentas estuvo en el “¿por qué no te callas?” del Rey de España ante el comportamiento autoritario e indecente del ex golpista en la reunión de Santiago de Chile (2007). 

El exabrupto ante la impertinencia pasó a los anales de las reuniones diplomáticas y presidenciales, por la entereza y el valor de Rey de España para llamar al orden al ofensor imprudente y fastidioso. Pero las reuniones quedaron heridas de muerte y a la espera de mejores tiempos.

Como Castro, después de la reunión de 2000, el teniente coronel decidió no asistir a la Cumbre de El Salvador, celebrada a fines de octubre. Envió en su lugar a funcionarios de menor nivel, al igual que el gobierno de Cuba, representado por su Embajador en Brasil, quizás para tomarle “botella” aérea al Presidente Lula, quien realizó una visita oficial a la Habana posteriormente.

La inclusión del gobierno de Cuba en las  cumbres iberoamericanas hirió a esas reuniones desde su nacimiento. Es una realidad que algunos gobiernos aún no acepten.

 

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