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6 de noviembre de 2008
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El triunfo de Barack Obama

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Las elecciones han dado un claro mandato a Barack Obama como nuevo Presidente de Estados Unidos. Se impuso por su capacidad en una polémica campaña con un contendiente de larga experiencia política como es el senador John McCain, lo cual hace más meritorio un éxito basado en la promesa de efectuar radicales cambios en la sociedad estadounidense.   

Sin embargo, el verdadero triunfador en estas elecciones, caracterizadas por una fuerte y transparente competencia entre ambos candidatos, ha sido el pueblo norteamericano, que ha mostrado madurez política, dejando atrás gastados conceptos y odiosos prejuicios. 

Con ello, la vecina nación marca un hito histórico no sólo nacional, sino que tiene consecuencias muy positivas para el resto del mundo. El futuro de Estados Unidos, a partir del 4 de noviembre de 2008 será distinto.  Corresponderá más a las ricas tradiciones democráticas que le dieron vida como nación. 

Esto crea, a su vez, las condiciones para el logro de importantes objetivos de la comunidad internacional, difíciles de alcanzar sin el concurso de la nación que genera la cuarta parte del PIB del planeta y ostenta una hegemonía abrumadora en el avance científico-técnico, entre otros campos vitales para la armonía y el progreso humano.

Para los cubanos, vecinos de  Estados Unidos y con tradiciones, vínculos históricos y culturales muy estrechos, este triunfo también reviste importancia singular. Una simple mirada a nuestro pasado indica el importante papel jugado por Estados Unidos en nuestra trayectoria como nación.

No es casual que desde el siglo XIX nuestras luchas emancipadoras están íntimamente ligadas a ese país. Allí, nuestros más grandes pensadores, el Padre Varela y José Martí,  junto a otros patriotas, realizaron la mayor parte de sus trabajos políticos, así como la preparación de nuestras luchas independentistas. Una tradición que ha durado hasta nuestros días, aumentada, cuando ya millón y medio de cubanos han sido recibidos generosamente en  territorio estadounidense.

Por ello no es casual la histórica simpatía de los cubanos hacia los estadounidenses y su apego a la libertad. Tampoco lo es en la similitud por las preferencias en las actividades deportivas, culturales y artísticas, e igual aspiración hacia el espíritu emprendedor y democrático, aspectos entrampados por casi medio siglo de totalitarismo en la Isla.

En las difíciles condiciones en que vivimos los cubanos, las propuestas del Presidente electo Barack Obama, realizadas cuando era candidato, de favorecer la unión de los cubanos que vivimos dentro del país y en Estados Unidos, nos llenan de esperanzas. Creemos que esto debe ser complementado con la promoción de los contactos entre los cubanos y los norteamericanos en los campos académico, cultural, deportivo, religioso y todos los que sean posibles. Hay que aprovechar la excelente química existente entre ambos pueblos.

Es una contradicción que mientras los vínculos comerciales se incrementan, se haya impedido el contacto entre los seres humanos. La historia ha confirmado que para coadyuvar al progreso de una sociedad hay que estar presente en ella. De esa forma se puede trasladar el mensaje democrático y favorecer el respeto a los derechos humanos, al mismo tiempo que se elimina la coartada de la “fortaleza sitiada” frente a una supuesta amenaza externa, esgrimida por el totalitarismo durante decenios.

Resulta indiscutible que la plena responsabilidad del futuro de Cuba es únicamente de sus hijos. Pero nuestro país, como parte del planeta, está sujeto a la influencia de factores externos que pueden incidir positiva o negativamente en el progreso de la nación hacia la democracia y el respeto a los derechos humanos. Por ello, cometen un serio error aquellos que rechazan o subestiman en sus análisis tomar en cuenta temas cardinales de las relaciones internacionales, como lo son los vinculados con la política  de Estados Unidos hacía la Isla.

El pueblo norteamericano ha dado un gran ejemplo con la elección de Barack Obama y su rotundo triunfo sobre los prejuicios racistas.  Como en otras ocasiones en que la vida ha situado a ese país ante cruciales retos, ha salido victorioso y más sólido.

Por el peso económico, científico-técnico, cultural y en otros campos, la humanidad requiere a una nación poderosa, que coadyuve al progreso global. No es un secreto para nadie que existen serios peligros para nuestro planeta en estos momentos. Está la presencia de una grave recesión económica, así como de crecientes crisis de naturaleza medioambiental, de falta de alimentos e inestabilidad social, en no pocas ocasiones  aprovechadas por personajes inescrupulosos para tratar de satisfacer mediante el populismo y la demagogia sus ansias de poder.

Para enfrentar estos retos y hallar las  correspondientes soluciones, Estados Unidos puede y debe contribuir decisivamente, dada su potencialidad. Hoy más que nunca el mundo necesita de Estados Unidos, pero también Estados Unidos necesita del mundo.

 

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