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5 de noviembre de 2008
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Horror en Holguín

Juan Carlos Herrera Acosta, prisionero de conciencia

PRISIÓN PROVINCIAL DE HOLGUIN, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Dentro de las prisiones de Holguín el número de reclusos que se auto lesiona es elevadísimo. Los métodos que utilizan son horribles. Vivir un día dentro de un centro reclusorio de esta provincia es como visitar el infierno. Los militares tratan de hacer ver al pueblo y al mundo que las cárceles son escuelas.

Un cerebro organizado no puede concebir el cuadro dantesco que día a día observo. Un recluso expresó: “Si deseas conocer dónde se encuentran las prisiones en Holguín sigue las huellas de la sangre”. No fue una frase descabellada. Es la pura verdad.  No existe una entidad gubernamental que realice un sondeo de porque se producen las mutilaciones.

Según los uniformados, existe un grupo multidisciplinario compuesto por psicólogos y personal de “reeducación”. ¡Fachada y más fachada! En la prisión provincial de Holguín, es nulo su trabajo, pero el represivo sí está muy activo por todas partes. 

Es muy doloroso observar los centenares de reos que se auto agreden. Ejemplos: se han abierto el abdomen, se hacen heridas en todo el cuerpo, se dan puñaladas en el estómago; se tragan alambres, clavos; otros beben petróleo y productos tóxicos de todo tipo. Un militar me hizo saber que eso es normal aquí. Ya estamos cansados.

Muchos presos se han cortado las venas de los brazos ante mis ojos; se desmayan y todo queda en una aparente normalidad. Alega la dirección de la cárcel que esta manera de actuar es un mal típico en Holguín, pero nada se hace por ponerle fin, o al menos reducir el índice de auto agresiones. 

No hay esperanzas en esta prisión. Excesivas condenas, falta de derechos, violaciones, golpizas, hacinamiento extremo, un ambiente hostil totalmente, sin dejar de mencionar que casi no existe la atención médica y la alimentación es una quimera.

Esta realidad debe conocerla el mundo, ya que el régimen cubano la mantiene oculta. Esta es la cruda y agobiante realidad que se sufre en este rincón perdido del mundo, feudo de los hermanos Castro.

Juan Carlos Herrera Acosta fue condenado a 20 años de prisión en la primavera de 2003

 

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