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26 de diciembre de 2008
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Cacerías nocturnas 

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press 

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - En Cuba hay vampiros. Usan la noche como sus predecesores y dejan a las víctimas en cualquier rincón de la ciudad, inconscientes, magulladas, y algunas veces desnudas.

En el siglo XXI y en La Habana, no hace falta esquivar la mordida en el cuello. Ahora es preciso cuidarse del arma blanca, del madero que rompe y rasga o del filo de un machete en vuelo rasante.

Los eventos desbordan los límites de la ciudad y llegan a la periferia. Ser cazado como un conejo entre las sombras, es hoy una probabilidad que choca con las aseveraciones oficiales de ser todos ciudadanos de un país seguro y culto.

La realidad llama a la precaución, siempre que se cubra algún trayecto deficientemente alumbrado y solitario. La vida de cientos de personas ha concluido en un abrir y cerrar de ojos en esas zonas de barbarie, donde no es audible el discurso que coloca a Cuba en el rango de nación civilizada.

Estos vampiros hacen su revolución. Subsisten y hasta tienen descendencia garantizada. Son frutos del socialismo que marca el tiempo de tres generaciones. Piezas de un rompecabezas que no logra articularse a no ser en las imágenes confeccionadas en las factorías mediáticas del poder.

Nadie está a salvo de los depredadores, mucho menos por estas fechas de celebraciones en que no todos cuentan con las posibilidades de festejar y solucionar problemas irresueltos. Otra vez aparecen los aplazamientos de problemas pendientes y la acumulación de insatisfacciones. Ambas cosas en función de reproducir un ambiente natural para la procreación de bárbaros dispuestos al asalto y al asesinato.

De los amplios bolsones de marginalidad es que parten las expediciones nocturnas. La geografía de esos territorios, sólo en la capital, es amplia y con perspectivas reales de expansión.

Cada vez el área operativa de los depredadores cobra mayor amplitud, aumentando con ello la inseguridad ciudadana. Sin embargo, en la prensa el asunto es apenas tocado. Esto, obviamente contribuye a minimizar los costos políticos del régimen que, pese a su naturaleza policial, no puede enfrentar con eficacia la proliferación de los atracos. Este pertinaz ocultamiento de episodios sangrientos incrementa la vulnerabilidad de las potenciales víctimas. Muchas personas, al quedar al margen de una información pormenorizada, estiman innecesarias las precauciones para evitarse el trauma de un despojo.  

Los protagonistas de estos eventos son en su mayoría jóvenes desencantados que llegan al fondo de la degradación por vías que le proporciona un contexto enajenante y dado en reproducir esquemas sociales fallidos, como la homogenización a ultranza, la suplantación de la familia por el Estado y el invariable curso de una pobreza que no llega a los extremos, es soportable, pero que embarga el menor signo de esperanza en alcanzar discretas mejorías por vías legales.   

El discurso gubernamental de exigencias y triunfalismos, no se corresponde con las tragedias acumuladas de millones de ciudadanos durante medio siglo de gobierno de partido único. El “vampirismo” no es un fenómeno nuevo, sino una manifestación agravada de violencia que cada día cobra vidas, aumenta la cifra de minusválidos o eleva la propensión a sufrir un trauma psicológico por el resto de la existencia.


Hace unos años, la ropa elegante u otra referencia que denotara un aparente mayor nivel de vida era el detalle de importancia para los atracadores. En la actualidad es una característica secundaria. El ataque es contra cualquiera. No importa el valor del botín. El asunto es obtener algún dividendo independientemente de su relevancia.

Los vampiros habaneros no se detienen ante cruces y palabras sagradas. Atacan sin piedad a hombres y mujeres. Es una pena, pero esta mutación del hombre nuevo pone los pelos de punta. Al principio se dijo que sería un ciudadano ejemplar y comprometido con la ideología revolucionaria, pero las previsiones fueron erradas. Parece mentira que con tantos policías y soplones los nuevos salvajes logren sus propósitos en esas madrugadas que parecen tan tiernas y tranquilas.

oliverajorge75@yahoo.com  

 

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