Los pocos sabios

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Camejo es un anciano erudito de 96 años. Vive en un cuartucho de La Habana. Algunos lo comparan con Diógenes, pero el cubano supera al sabio griego en suciedad y hambruna.

Cuando joven fue muy activo, transitó por muchos oficios, de ahí la grandeza de su sabiduría, de su cátedra de Historia en la Universidad de La Habana en los años cincuenta del siglo pasado, de donde fue expulsado por izquierdista. Más tarde, cuando triunfó la revolución, desilusionado, su pensamiento filosófico osciló a la derecha, entonces su erudición lo llevó a oficios menos líricos: cartero, portero de cine, fumigador, ayudante de albañil, limpiador de fosas.

Ahora Camejo vive en el límite. Sabe que sus días están contados, y llenó las paredes del cuarto con sentencias sobre la Historia de Cuba, para dejar constancia “del paso cíclico  de los grandes espíritus”.

En un intento de atrapar la síntesis de su sabiduría ya al borde del eclipse, le pedí  su opinión sobre los 106 años de Cuba como República y qué hacer para enmendar el porvenir.

Camejo se acomodó en un rincón del piso, repasó con la mirada las paredes repletas y los escasos muebles, y habló como desde un púlpito:

-Respetar la Historia es el único remedio contra el despotismo, cáncer de los procesos políticos. Esta vez no tengo siquiera una linterna para buscar al Hombre.