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16 de diciembre de 2008
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¡Déjenme vivir!

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Cada vez que en Cuba se activa el dispositivo policial para aplicar alguna de las operaciones cíclicas contra delitos políticos y comunes, el nombre de Antonio Medina Castañeda (Tony), aparece en las listas.

En su juventud, Tony fue una leyenda en Jaimanitas. Cometió un delito y fue a parar a la cárcel. Más tarde volvió a la prisión, ahora por causas políticas. Al salir su matrimonio se fue a pique. Su hija no.

Tony integró las filas de la oposición pacífica que lucha por devolver la democracia a la isla y realizó durante años un encomiable trabajo de ayuda a los presos políticos abasteciéndolos de alimentos. De un tiempo a la fecha a Tony solo le preocupa la educación de su pequeña, que ya cumplió 12 años. Le aterra la idea de que su destino sea la prostitución.

Tony se ha apartó del mundanal ruido para luchar por ella y trabaja en su casa remendando zapatos de la mañana  a la noche.

Aunque como él mismo se pinta, está más tranquilo que una foto. Con la reciente ofensiva policial post-ciclones, el jefe de sector de la Policía lo llamó nuevamente a su oficina. Le ordenó que buscara un trabajo con el estado o pagara una licencia de zapatero por cuenta propia; de lo contrario le aplicaría la ley de peligrosidad pre-delictiva.

Tony  le dijo al policía que es el Estado quien tiene que pagarle a él y no a la inversa. Que tiene una hija que criar y es padre y madre a la vez, pues la pequeña quedó huérfana. Que se  ha partido el lomo trabajando estos años para que a su hija no le falte nada, y sin embargo, siempre le faltan muchas cosas.

El jefe se mostró intransigente. Le recordó sus viejas rencillas con la justicia. Le dijo que si no presentaba la licencia de trabajador por cuenta propia antes de enero, le confiscaría los pegamentos y las herramientas de zapatería.

-Yo solamente quiero criar a mi hija –dijo Tony -, no le hago daño a nadie, ya tengo 50 años y mi casa se me está cayendo encima. No puedo arreglarla porque me cuesta mucho. No deseo nada para mí, todo lo que hago es por la niña. No quiero que cuando sea mayor se descarrile por las necesidades y termine jineteando (prostituyéndose)  en la Quinta Avenida. Para eso trabajo como un mulo. Si voy preso, ¿qué será de esa niña?

Tony juntó sus manos, sin las fuerzas y el arrojo que años atrás lo hacían un tipo duro, y le dijo al oficial:

-¡Por favor, déjenme vivir!

 

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