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15 de diciembre de 2008
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Carta a José Ramón 

Alfredo Domínguez Batista, prisionero de conciencia 

 PRISIÓN PROVINCIAL DE LAS TUNAS, Cuba, diciembre, (www.cubanet.org)  –
Hermano José Ramón Pupo Nieves:

Ruego que publiques esta carta. Se me hace útil hablar contigo, por ser gran hermano y por tu prestigioso lugar en el mundo de la comunicación. Es mi razón de hermano dar gratitud por haberte conocido y hacerte llegar la bendición de Dios. Mi esposa Melba te hace gigante cuando habla de ti, por ser tú guía y protector.  

Ahora te digo que después de más de 5 años de martirio y acoso en la cárcel de Holguín, de la que sólo tengo como recuerdo secuelas en la salud, por obra del mayor Osleidy Miraldea Ávila, jefe de prisión; mayor Fernández Ávila Sánchez, jefe de Seguridad del Estado; y el “reeducador” Yornaris Pérez Pérez, he regresado a la prisión Provincial de Las Tunas, de la que fui trasladado a principios del propio 2003.

A los militares penitenciarios de Holguín les envío un mensaje de salud para que piensen con más claridad y digan y hagan cosas más gratas para los reos que por lo normal tienen una mísera vida espiritual, a los que sólo le llega la felicidad confusa cuando reciben la mínima (prisión de mínima severidad) o condicional (libertad condicional).  

En la más reciente visita mi esposa Melba me actualizó un poco de lo que acontece y de mi familia, ¡que Dios los bendiga! En mi regreso de la visita familiar mandé una comida fresca a José Daniel Ferrer García, llevaba el alimento mucho amor, pero por error mío, la mandé con el preso equivocado: Un tal Irán Jomarrón Ávila, de Puerto Padre, quien me engañó comiéndose todo lo enviado.  

Me sentí triste, a la vez molesto al enterarme de las libertades que tiene este preso, Irán; de las barbaridades que a diario hace; de como golpeó a otro preso por un letrero que llevaba en su pulóver y por no hablar bien del comunismo. 

Hice algunas gestiones para volver a ver al ladrón de Irán. Lo logré y le dije qué sentía, y me retiré, pues Dios es testigo y le dará a cada cual lo que se merece. Pero también este preso inmoral por su posición lacaya al G2 debe ser juzgado en su momento por los hombres que gobiernen la nación en el futuro.  

Aquí sigo alto en los principios patrióticos. Mi deber es ineludible. 

Hermano José Ramón, tenga mi abrazo y compártalo con todos. Mi corazón está destinado a sufrir el aislamiento y crecer en sabiduría para entregar amor. 

Gracias siempre a los que me escuchan, 

Alfredo R. Domínguez Batista

 

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