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15 de diciembre de 2008
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Infierno en El Guayabo 

Fabio Prieto Llorente, prisionero de conciencia 

PRISIÓN EL GUAYABO, ISLA DE LA JUVENTUD, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – Con el propósito de recrudecer la represión que la Seguridad del Estado ejerce contra mí desde hace casi 6 años, varios militares se presentaron a las 3 de la mañana frente a la celda en que me encuentro, haciendo bulla con el candado como si fueran a abrir la reja. Al preguntarles: “¿Qué pasa?”, se retiraron sin pronunciar palabra. Pero ya no pude dormir.

Una semana antes encerraron en la celda de al lado a René López. Este provocador ya había tenido problemas con Rolando Jiménez, otro preso de conciencia.

Fabio Prieto Llorente

López me provocó durante 15 días. Me amenazó con lanzar mierda y orine dentro de mi celda y gritó las más asquerosas ofensas. Tuve que golpear en varias ocasiones la reja con un pomo para que los militares reaccionaran y lo sacaran.

López, hijo de un funcionario retirado de esta prisión, ha pasado muchos años en la cárcel. Los demás presos le llaman "el combatiente", debido a su colaboración con las autoridades del presidio. 

La Seguridad del Estado aprovecha la incomunicación que padecemos para lanzar estos ataques, que les permiten también aterrorizar a mis simpatizantes dentro de la prisión. 

Siguiendo el mismo plan realizan requisas constantemente, rompen mis libros, revuelven mis papeles y se los llevan, si los consideran subversivos. En una de las últimas requisas el oficial Liranza se llevó una tendedera de ropa y el tapón de la manguera por donde sale un chorro de agua al día.

La hora de sol que me corresponde sólo sirve para hostigarme. La dan si les parece. El 31 de octubre el funcionario Alexis (nunca dan sus nombres completos) no quiso abrir la reja de la celda, quitó el candado y dijo:  

-Ábrela tú si quieres.

 Ese día no tomé la hora de sol. Al día siguiente hizo lo mismo. Empecé a gritar consignas anticastristas. Vinieron los jefes haciéndose los desentendidos. A las 11 de la mañana me sacaron al cajón de cemento a tomar sol. Los militares llaman a esto recreación.

La incomunicación a que estoy sometido no cede. Le dije a Adolfo Feria, un preso que trabaja en el patio:  

-Adolfito, consígueme un folleto de inglés.  

-¿Tu me quieres embarcar, Fabio? Los guardias están oyendo.  

Si lo pide otro preso el folleto llega sin inconvenientes, pero tratándose de mí, castigan al destacamento si me consiguen lo que pido.

Para trabajar en las celdas han seleccionado a 3 guardias y un jefe. Desconfían porque piensan que algunos carceleros han estado sacando denuncias de la prisión. Saben que existen militares que manifiestan su simpatía con la causa que represento. No los expulsan porque los cubanos huyen de este tipo de empleo. Algunos militares llevan más de 2 años solicitando la baja, pero no se la conceden.  

La incomunicación se extiende a la correspondencia. Exigen que las cartas que escribo las entregue abiertas para leerlas, y darles curso o no. En más de 2 años ni mi hijo ni mi familia han recibo cartas mías.  

El teléfono no funciona desde agosto. Los militares culpan a la empresa telefónica. Los presos afirman que los guardias los desconectan, algo que ha sucedido en otras ocasiones. Tampoco existe la posibilidad de tener radio, ventilador, calentadores. En los destacamentos de la prisión permiten sólo un TV para 80 reclusos.

Mi contacto con el mundo exterior se reduce a una visita familiar cada 2 meses, por 2 horas y solamente con 2 familiares. 

La comida muchas  veces consiste en arroz hervido, amarillento, y nada más. También es popular el agua con el mismo arroz, que llaman sopa. Leche sirvieron en enero, y en noviembre reapareció el chocolatín, pero sólo por unos días.  

En cuanto a la situación con los presos comunes, persisten los abusos: los amarran a la reja durante noches enteras, los golpean, los dejan sin colchón cuando el frío aprieta, duermen sobre la losa de cemento que sirve como cama, y se les niega asistencia médica. 
Al régimen no le basta con acusarlos falsamente y encarcelar a los cubanos. Luego de sentenciarnos nos obligan a sobrevivir bajo un acoso constante, sin miramientos de ningún tipo.  
 

Fabio Prieto Llorente es bibliotecario y periodista Independiente, director de la Agencia de Prensa Isla de Pinos. Fue condenado a 20 años de cárcel en marzo de 2003.

 

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