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10 de diciembre de 2008
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Muestra de Cine para lerdos (II parte. Final)

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Si bien la realización de Mal de Orine afianzó las expectativas del “cine para lerdos” de producción nacional, La Mala obtiene ese nivel  al ser calificada como requetebuena por los cinéfilos cubanos.

Escrita y dirigida por la reconocida actriz y directora María de La Vaca, bajo el patrocinio de Jineteras Films, La Mala es un ejemplo de cine comprometido con la realidad que circunda La Rampa.

De la Vaca, a partir de una idea de su admirado Benicio del Toro, se adentra en los conflictos de una prostituta cubana para obtener el permiso de residencia en el exterior.

Al estilo de un thriller entre conductores de bici taxis, a ritmo de requetón, mientras guían a Juanita “Remeneo”, la protagonista, al encuentro de un octogenario español, la película muestra una imponente fotografía donde los perros callejeros y los derrumbes alcanzan un papel principal.

El diseño de luces, matizado desde un apagón, enciende en cada espectador un estado de alarma que los pone a temblar.

Capítulo aparte merece la actuación, pues La “Remeneo” se desdobla en una Meryl Streep tropical del film África mía, o en una Demi Moore anoréxica y quemadita por el sol que lleva con orgullo sobre el busto la letra escarlata (P)

La música, compuesta por el afamado Ambrosio Chiflido, crea una atmósfera de hipertensión arterial que enardece al cine vidente, a través de ritmos ensordecedores como el Jau y el Hip-Hop.

“No hay dudas que De la Vaca se la comió”, expresó Del Toro en un aparte con la prensa en el Hotel Nacional.

Pero el “cine para lerdos” o parar reventar no acaba aquí, ya que la Opera Prima del cineasta de Gibara, Armando Riñas, se las trae.

Su filme, Manuel Patá: historia de un inspector, se inserta en una corriente de cine negro avalada por la ausencia de actores blancos en todo el metraje de la película.

Filmada por la casa productora Retrete Films en locaciones de solares habaneros y  tumultuosas colas en el cine Chaplin, la cinta nos cuenta la historia de un alto oficial del ejército caído en desgracia.

Manuel Pata, un coronel retirado (a la fuerza) debe cumplir una nueva misión: multar a cuanto prieto merodee fuera del solar, porte una jaba, o venda maní en las colas que por hobby realizan a diario los cubanos.

Pero un día en el que impuso  multas de mil 500 pesos a un anciano que vendía ajos, a una mujer que comerciaba palitos de tendederas, y a un moreno que pregonaba carne en una esquina, Manuel descubrió el amor.

La imponente mulata Rosita “La enredadora”, a puros calentamientos quiebra la resistencia de Manuel a comulgar con la corrupción que impera en el país, y lo conduce cuesta abajo hasta un trágico final.

Un filme duro como uno de los plátanos vendidos antes de nuestra era en cualquier agro mercado cubano, Manuel Patá: historia de un inspector, alcanza una dimensión cotidiana que no tiene final.

Filmes reflexivos, violentos u oníricos hasta el más allá, conforman la muestra permanente de un “cine para lerdos” que llegó para quedarse en las pupilas fijas del país.

 

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