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2 de diciembre de 2008

 

INTERNACIONALES
 
Mano de pintura

RAUL RIVERO

Está prohibido matar y todos los días mueren, bajo la codicia de la pólvora, los cuchillos y el veneno, miles de hombres y mujeres en el mundo. Está prohibido robar y no quedan disfraces en los escaparates -del frac y la leontina al capuchón- para cubrir la cara o las habilidades de los ladrones.

Las leyes, lo sabemos, no llegan enseguida a ciertas comarcas recónditas del hombre que deben ser, primero, señoríos naturales de la educación.

La prosa de los abogados y el afán de los legisladores es algodón de azúcar cuando trata de instalarse en una sociedad en la que hay una familia fracturada o dispersa. Y una escuela concebida para adoctrinar y fundada en el desprecio de la enseñanza pura.

De modo que los decretos que le dieron protección contra el racismo a todos los cubanos, en 1959, la papelería enardecida que estableció en dos párrafos la igualdad de la ciudadanía, demuestra, medio siglo después que ha sido peor el remedio que la enfermedad.

Un estudio realizado por un centro científico del país reveló que los negros cubanos viven en casas peores que las de los blancos, cobran salarios inferiores y reciben menos remesas del extranjero.

Según esos expertos, entre un 30% y un 35% tienen ayudas del exterior, mientras que sólo un 5% o un 10% de la población negra puede acceder a las divisas.

En los sectores más favorecidos de la economía, como el turismo y las empresas que manejan dólares o euros, las plazas laborales están cubiertas por un 80% de blancos y sólo el 5% de negros.

Todo esto en una país de un poco más de 11 millones de habitantes en el que, según datos oficiales (que cambian según de donde salgan) el 60% son blancos, el 30% negros y el 10% mestizos.

Esas cifras aberrantes, una grotesca colección de chistes racistas y debates dentro y fuera del territorio nacional, muestran que ese es un asunto que no se puede encarar con remiendos de urgencias, ni con las orejeras que usan los políticos para atravesar los bosques de marabú.

Y están en ese camino. Una nota del periodista Guillermo Fariñas, dice esta semana que fuentes de la Corporación TRD (Tiendas de Recaudación de Divisas) Caribe, confirmaron que se ha orientado a los directivos de la empresa para que contraten a más negros y mestizos.

La circular señala «la necesidad de emplear mayor cantidad de afrocubanos como dependientes. La meta es que, para marzo de 2009, por lo menos entre el 40% y el 50% de los trabajadores sean negros o mestizos y que la mayoría trabaje directamente con el público».

Un mandato oportunista, discriminatorio y chapucero. Los matices los da la cultura, la tolerancia, el respeto, el apego a la libertad y el rechazo al totalitarismo. Hay un color cubano.

 

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