Lluvia
de premios para Paquito D'Rivera
Sarah Moreno, El
Nuevo Herald. 9 de mayo de 2007.
Paquito D'Rivera suma el premio Fellowship Guggenheim
2007 a la larga lista de reconocimientos que ha
recibido en una extraordinaria carrera, que comenzó
como niño prodigio tocando el saxofón
en La Habana de los 50. D'Rivera estuvo entre
los 189 artistas, investigadores y científicos
que recibieron el pasado abril el Fellowship Award
que otorga la Fundación en Memoria de John
Simon Guggenheim.
''Los premios nunca me han hecho mucha ilusión.
No es que no los agradezca, porque si no lo hiciera,
sería un malagradecido, pero hay muchos
grandes artistas que nunca han ganado premios.
Cuando a Machito le dieron el Grammy, me dijo:
`¿Dónde estaba esta gente cuando
Charlie Parker y Dizzy Gillespie tocaban conmigo?''.
Esas cosas pasan, por lo que no me dejo engreír
por los premios'', dice D'Rivera, que con su sentido
del humor habitual añade: ``¡A veces
le dan premios a cada tipos, que deberían
ponerle una multa por cantar!''.
D'Rivera menciona una coterránea y colega
también galardonada con el premio este
año, la directora de orquesta y compositora
Tania León.
''Es una persona que quiero mucho, ella tocó
el piano en mi recital de graduación. Un
día se fue de Cuba, voló de pronto
sin despedirse, y estuve 15 años sin verla.
Yo había acabado de salir del Servicio
Militar, y por el padre de ella, que andaba por
toda La Habana con los recortes de periódicos,
supe que Tania era entonces la directora musical
del Teatro de Harlem [Dance Theatre of Harlem].
Así que estoy en buena compañía
con este premio'', recuerda el músico,
que ganó el Guggenheim por su labor como
compositor.
En marzo de este año, D'Rivera recibió
el premio Living Jazz Leyend Award, en una ceremonia
en el Kennedy Center, que homenajeó a 25
artistas que han contribuido a que el jazz sea
uno de los géneros musicales más
representativos de este país. También
ha sido nombrado compositor en residencia de Caramoor,
uno de los festivales de música clásica
más importantes del mundo, y que este año
presenta la iniciativa Sonidos Latinos, para difundir
la música latinoamericana. Para esta ocasión,
D'Rivera escribe el concierto Conversaciones con
Cachao, para saxofón, contrabajo y orquesta
sinfónica. ''Está basado en una
frase cortita de Cachao, que tiene cuatro notas,
como la Quinta Sinfonía [de Beethoven]'',
explica.
Con ocho premios Grammy y 30 discos como solista,
el reconocimiento más importante para D'Rivera
es la Medalla Nacional de las Artes, que recibió
en noviembre del 2005 en la Casa Blanca. ''Eso
fue una bomba, no me lo esperaba. Es un premio
presidencial que les dan a los más destacados
de este país en las artes. La medalla la
tienen Duke Ellington, Walt Disney, Ray Bradbury,
gente muy brava'', dice el músico, que
lanza este mes un nuevo álbum, Funk Tango.
Para sus composiciones se inspira en sus viajes,
a veces a lugares exóticos, como Tailandia,
Africa o Hong Kong, y a una ciudad que para Dizzy
Gillespie es la más linda del mundo, Dubrovnik,
que llaman ''la Perla del Adriático'',
en Croacia.
''Es una ciudad de piedra blanca, y pequeña,
como Jerusalén, y como cocinan de bueno.
Es perfecta, sólo le faltan unos frijolitos'',
dice D'Rivera, que últimamente ha entregado
también su corazón al continente
africano.
''No hay nada como el paisaje africano. Vi 50
jirafas de una vez, no por las calles de El Cabo,
sino en un Parque Nacional'', dice bromeando de
nuevo, confesando que le gustan mucho los animales,
y que si pudiera, tuviera hasta cocodrilos, pero
se conforma con un perro, y su gata favorita Mimi,
que hasta salió retratada en su autobiografía,
Mi vida saxual.
A pesar de los frecuentes y a ratos agotadores
viajes, su amor por la música lo cura todo.
'Siempre digo: `La pesadilla termina cuando comienza
la música', porque lo único que
alivia el corre-corre de un aeropuerto a otro
es poder tocar. Por eso cuando alguien me dice:
'No tengo mucho dinero para pagarte, pero vas
a tocar poquito', le digo: `¡De contra que
no me vas a pagar, tampoco me vas a dejar tocar!'''.
Desde su residencia se ve todo el horizonte de
rascacielos de Manhattan --''la jungla'', como
la llama--, dos o tres noches a la semana toca
en un club de la Gran Manzana, y con mucha frecuencia
asiste a eventos de la comunidad brasileña,
porque el amor entre D'Rivera y los cariocas es
mutuo. ''Ellos siempre me llaman. Yo amo esa música
y las tangas... y a Villa-Lobos también'',
dice riendo.
Para este cubano internacional los premios y
el calificativo de leyenda de la música
no aventajan esa dimensión más importante,
su lado humano.o
smoreno@herald.com
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