Alarcón:
"Creo que volveremos a ver a Fidel de cerca"
Entrevista a Ricardo Alarcón,
presidente del Parlamento Cubano
La
Vanguardia, España, 19 de febrero de
2007.
Fernando García | Ricardo Alarcón
de Quesada (69 años) preside el Parlamento
cubano desde 1993. Doctor en Filosofía
y Letras, entre 1966 y 1978 fue embajador ante
la ONU, donde llegó a vicepresidente de
la Asamblea General. También fue ministro
de Exteriores y se le considera un hombre de peso
en la cúpula del poder de la Cuba de Fidel
Castro.
Fidel Castro lleva seis meses apartado del ejercicio
directo de la presidencia debido a su enfermedad.
¿Qué ha cambiado?
- Bueno, lo de apartado...
- O alejado.
- Eso es más exacto. Lo que ocurre es
que no le vemos en el modo en que nos tenía
acostumbrados. Una de las características
de Fidel es que ha llevado muchos temas de forma
muy directa, tocándolos. Es su estilo.
El cambio mayor es ese alejamiento físico.
Cuando ha ocurrido algo, lo mismo haya sido un
huracán, él ha estado allí
y no sólo en la reunión donde se
han valorado daños sobre un papel. Ahora
no puede, lógicamente, al hallarse en recuperación
postoperatoria. Pero le aseguro que sigue estando
al tanto de todos los asuntos importantes. Como
Raúl Castro ha dicho, tiene un teléfono
al lado y lo usa mucho.
- ¿A usted le llama?
- Hemos hablado por teléfono algunas veces,
pero él se concentra en el vicepresidente
Carlos Lage y el canciller Felipe Pérez
Roque. Lage [ Economía] es muy metódico
y capaz de transmitir lo esencial de modo conciso.
Y Felipe, también con esa cualidad, se
ocupa de la actividad internacional, aspecto muy
sensible al que Fidel dedica gran atención.
- ¿Y qué ha cambiado en Cuba?
- Ni la sociedad, ni la política, ni las
orientaciones básicas han cambiado. Quizá
lo más notable es la reacción de
los cubanos a la proclama de Fidel del 31 de julio
(delegación provisional en Raúl),
que se da de cachetes con tantas especulaciones
que circularon en el exterior; una reacción
madura, ecuánime, serena, solidaria, por
supuesto junto con el dolor. Se ha confirmado
la solidez de las instituciones y la gran cohesión
de la sociedad cubana.
- ¿Y qué es lo que puede variar,
y lo que no, a partir de ahora y después
de Fidel?
- Cada persona es única e irreemplazable.
Vamos cambiando, la vida es eso. Unos pasan al
retiro, unos mueren, otros crecen... Y cual uno
trae su impronta. A comienzos de los noventa,
cuando cayó el modelo soviético
con el golpe tremendo que eso supuso para la economía
cubana al tiempo que EE. UU. recrudecía
su bloqueo, en todo el mundo se anunció
el fin del socialismo cubano con un triunfalismo
desmedido e injustificado: Cuba tenía que
cambiar en la dirección que se suponía
triunfadora. Y sin embargo, ¿de qué
estamos hablando hoy? Mire alrededor. Lo que predomina
en América Latina es la bancarrota de esa
opción que supuestamente iba a ganar. La
tendencia es acercarse a lo que ha significado
Cuba. Hay por todas partes una crítica
a fondo del modelo capitalista; la búsqueda
de fórmulas alternativas: el socialismo,
o mejor los socialismos, del siglo XXI. Aquí
es casi una broma defender el modelo neoliberal;
nadie le pide a Cuba que haga lo que cada vez
se hace menos en Latinoamérica. Hay que
estar loco para querer mantener el mundo de desastres
ecológicos que el casi presidente de EE.
UU. Al Gore ha descrito.
- ¿Es de esperar un retorno de Fidel al
mando directo y diario?
- Su recuperación marcha muy bien. Es
él quien ha colocado un punto de cautela,
porque tiene una adicción incurable a la
verdad y un rechazo visceral al engaño.
Siempre nos recuerda que es una situación
delicada y compleja, aunque también ha
tenido que admitir que va muy bien. Confío
en que no sólo seguirá dirigiendo
como ahora lo temas fundamentales sino que lo
veremos más cercanamente.
- ¿Cómo antes?
- Lo natural sería que fuera como antes
pero sin emplear tantas horas apareciendo y haciendo
visitas. Pero yo, siendo 11 años menor,
he experimentado fatiga y asombro al ver su capacidad
de trabajo. No me atrevo a decir que estará
en una posición más discreta y morigerada,
pues podría hacer el ridículo. Él
es capaz de volver a sorprendernos a todos.
- Raúl Castro tiene otro estilo, y fama
de ser más pragmático que Fidel.
- Otro estilo que también conocen los
cubanos. No le gusta el protagonismo. Eso da un
cambio de forma. Es llano y directo. Le gusta
ir al grano y las soluciones más que hacer
análisis y enredarse en discusiones. Pero
recuerdo que al principio Raúl era el extremista,
el radical, el comunista. Ahora resulta que es
el pragmático y mesurado. Pues bien: también
entonces era pragmático y es radical ahora.
- ¿Qué opina de las hipótesis
de reformas en Cuba según el modelo chino
o vietnamita?
- Nosotros no somos chinos. Hay elementos de
las experiencias chinas que pueden ser muy útiles,
pero también a la inversa. La idea de un
modelo único se acabó entre los
socialistas inteligentes. Es en Occidente donde
aún hay gente que mantiene esa tonta idea.
- ¿Temen que la corrupción frene
posibles reformas o la evolución del país?
- Fidel dijo que la Revolución no sería
derrotada por el enemigo; que los únicos
que podríamos destruirnos somos nosotros.
Y el elemento principal es la corrupción.
Se trata de un fenómeno universal que en
Cuba no es tan fuerte como en algunos otros países.
Pero para nosotros puede tener esa consecuencia.
Al contrario que en un país capitalista,
en un país socialista la corrupción
lo hace menos socialista. Es contraria a la idea
del entorno social solidario que la Comisión
Económica para América Latina de
la ONU señaló como mecanismo que
frenó aquí las consecuencias adversas
de introducir mecanismos de mercado. La corrupción
no tiene como única causa las manifestaciones
de capitalismo que hemos tenido que introducir,
pero es uno de los factores, junto con las carencias
materiales.
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