Nefasto
y El Apocalipsis según San Eliades
Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Nunca se arrodilló
ante Cristo, pero sí se ha pelado las rodillas tras la imagen
y las ideas del padrecito Marx.
El sermón de la montaña “Pan
para todos” (a 80 gramos por persona) bajado por los guerrilleros
de la Sierra Maestra fue su primera comunión. La fuerza de
una fe que lo ha hecho subir como la espuma entre los salmistas
del nuevo testamento revolucionario.
Su apego e interpretación de los versículos
de la Biblia de los comunistas, “El Capital”, lo acercan
a los dogmas de Eduardo Galeano, el caperucito rojo que dejó
abiertas las venas de América Latina.
Bastaría con adentrarse en su Categorización
de usuarios durante su permanencia como director de la Biblioteca
Nacional José Martí (extranjeros, profesionales, estudiantes
de arte, y pueblo, en ese orden) para comprender el alcance espiritual
de sus proverbios.
Pero su ascensión al cielo cardenalicio del
Comité Central llegó tras la escritura del libro El
Apocalipsis según San George.
Ahí fue donde mezcló lecciones del
Budismo con el Talmud, la Teología de la Liberación
con el Corán, y la visión de los mormones con los
salmos salvajes del Capital.
Sin embargo, su apego a los dogmas revolucionarios
no le impide ser un catequista renovador, al menos, dentro de unos
mandamientos más que conocidos por los cubanos:
1-No envidiarás la fortuna de tus jefes revolucionarios
2-No matarás vaca alguna por mucho que lo desees
3-No criticarás nada si no tiene que ver con los americanos
4-No emigrarás sin dejarnos tus bienes y comprarnos en 150
dólares el
permiso de salida
5-No robarás a menos que no sea en las arcas del gobierno
6-No soñarás con otro partido que no sea el comunista
7-No te bañarás con jabón si no pones la ropa
a buen resguardo
8-No hablarás de cambio de gobierno, a menos que no sea el
de otra
nación.
Basado en estos mandamientos, el salmista Eliades
Acosta dio a conocer una encíclica renovadora que bajo el
nombre “Del Paraíso Perdido al Paraíso Estancado”,
navega por Internet repleta de seguidores, más jubilosos
(ante la posible salvación) que las parejas de animales apretados
en el Arca de Noé cuando el otro diluvio.
Para ello, y envuelto en una nube de aplausos, con
cirros repetidores y nimbos a la espera de quien suelta primero
la lengua, San Eliades nos convoca a ejercer la crítica en
un momento en que “el país está repensando sus
estructuras” ¿represivas?, y “el propio partido
está repensando sus relaciones con la sociedad”, sin
alterar la ecuación yo mando y gozo (el partido) y tú
obedeces y sufres (el pueblo)
Además, en su aleccionadora encíclica
nos dice que “debe quedar atrás esa práctica
de silenciar los problemas” (con los precios del agro, la
falta de agua, los bajos salarios, la imposibilidad de viajar, de
oponerse al régimen, de expresarse) y gritar a toda voz que
eso sucede por culpa del bloqueo y las amenaza de invasión
del gobierno norteamericano.
También nos alentó a reclamar una sociedad
donde la economía funcione (centralizada), donde los servicios
funcionen (estatizados), donde los cubanos no se sientan ciudadanos
de menor categoría en su propio país por esa bobería
de no tener acceso a los sitios y prebendas que tienen los extranjeros.
No hay dudas que esta encíclica dará
mucho que hablar en Villa Maristas y otros sitios exclusivos de
la Policía Nacional Revolucionaria.
De seguro podemos contar con que quienes se animen
a poner en práctica esta teoría sólo permitida
a los mandones, podrá disfrutar de los servicios médicos
gratuitos y de primer nivel, las altas casas de estudio, los jardines
de infancia y otras opciones que se ofertan en la red de prisiones
y campos de trabajo diseminados por todos los rincones de la nación.
Así que embúllece, salte, grite,
salga a la calle a exigir el cumplimiento de estos mandamientos,
pero encomiéndese a San Eliades, porque lo que soy yo, no
salgo de mi retiro espiritual aunque me decomisen la vela.
Eso se los aseguro yo, Nefasto “El monaguillo”
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