Crónica           IMPRIMIR
14 de dciiembre de 2007

Bombillos rojos intermitentes

Luis Cino


LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Entender qué pasa en Cuba hoy, en medio de tantas señales confusas y contradictorias, es un arduo ejercicio de imaginación. Salvo alguna que otra burbuja, la superficie del charco está tranquila, pero se oyen ruidos muy extraños.

Decía recientemente Eliades Acosta, jefe de cultura del Comité Central del Partido Comunista, que los muchos problemas materiales, de salarios, de derecho, son “como bombillos rojos que indican la necesidad de cambios”.

Serían muy útiles los bombillos rojos. 1 millón 200 mil planteamientos críticos recogidos por el Partido en asambleas por todo el país, hicieron que se encendieran.

Nada es perfecto. Los bombillos rojos funcionan de modo intermitente. Se encienden y se apagan al compás de una caprichosa marea. Cuando viene el reflujo, los retranqueros del inmovilismo se encargan de apagar los bombillos.

La entrevista con Eliades Acosta del día 29 de noviembre en el portal electrónico Cubarte, donde hablaba de los bombillos rojos, la censuraron. Sólo se puede leer en kaosenlared. Las respuestas de Acosta a una entrevista que aparecen ahora mismo en Cubarte, son totalmente distintas y datan de hace dos años.

La censurada entrevista y el hecho de que no hayan nominado a Eliades Acosta a la Asamblea Nacional, hacen temer a David Perdomo (kaosenlared, diciembre 4) que empezó la cacería de brujas. Perdomo cree que los que ponen las retrancas raptaron la entrevista “para evitar malestar entre nuestros siempre triunfantes e infalibles dirigentes”.

De la entrevista con Eliades Acosta, ¿qué podía causar malestar a “los siempre triunfantes e infalibles dirigentes”?

Acosta, en el párrafo más sustancial de la entrevista, expresó: “Aspiramos a una sociedad que hable de sus problemas en voz alta, sin temor, en la que los medios reflejen la vida sin triunfalismo, en la que los errores sean ventilados públicamente para buscar soluciones, en la que la gente pueda expresarse honestamente, donde la economía funcione, donde los servicios funcionen, donde los cubanos no se sientan ciudadanos de menor categoría en su propio país por algunas medidas que en su momento fueron imprescindibles pero que hoy son obsoletas e insostenibles”.

¿Sería tan mala una sociedad así para “nuestros infalibles dirigentes”? ¿Es pedir demasiado? ¿Será soñar con aviones? ¿De qué cambios revolucionarios se habla entonces?

Suelo ponerme paranoico. Me da entonces por acordarme de tipos como Mao Zedong.

En 1956, el Camarada Mao lanzó la política de Las cien flores. Hizo un insólito llamado a la crítica, en especial a los intelectuales. Todo terminó en más represión. El Gran Timonel, que solía ponerse cínicamente poético, confesaría luego que su objetivo era separar las flores de las hierbas venenosas. Hacer que las alimañas salieran de sus cuevas.

David Perdomo se pregunta: “¿Tendrán razón los que dijeron que la convocatoria a criticar fuertemente era sólo para que nos desahogáramos, o como escribió alguien, para estirarnos la lengua y podérnosla arrancar mejor?”

No quisiera ser pesimista, pero me temo que algo de eso hay. Si apagan los bombillos rojos, o pretenden no verlos, será lo peor para todos los cubanos.

 
 
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