Crónica           IMPRIMIR
10 de dciiembre de 2007

Por ahora…

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Si a algún cubano no sorprendió el resultado adverso a Chávez del referendo para la reforma constitucional en Venezuela, fue a Fidel Castro. El tono de su reflexión “Un pueblo bajo el fuego”, daba a entender que el Comandante no era optimista al respecto.

Fidel Castro sigue teniendo buen olfato para vaticinar los desastres de sus aliados. Previó la derrota sandinista en las elecciones de 1990 y hasta la impensable desintegración de la Unión Soviética. En las últimas semanas, advirtió a Hugo Chávez acerca de la posibilidad del magnicidio, la guerra civil y otros peligros.

Como mismo aconsejó hace 18 años a Daniel Ortega que no se arriesgara a hacer elecciones, es probable que el Comandante haya aconsejado a Chávez acerca de los riesgos de someter a consulta popular la reforma constitucional que le permitiría con plenos poderes la implementación del socialismo del siglo XXI en Venezuela.

Los riesgos eran muchos, y Chávez, antes del referendo, en una extraña maniobra, encendió candelitas para que se multiplicaran. Desafió a Bush, al Rey Juan Carlos, a Uribe y a “los escuálidos”. El ensoberbecido y delirante Chávez, aunque siguió el consejo del Comandante de cuidarse de los intentos de asesinato, estaba seguro de la victoria del Sí en el referendo. Se jugó el todo por el todo y perdió.

De acuerdo, la soberbia del presidente venezolano recibió una lección. Pero no todo le salió mal. Al parecer, otra de las cosas que ha aprendido Chávez de su mentor verde olivo, es a convertir el revés en victoria.

Luego de tantos fracasos y papelazos en las votaciones del Consejo de Seguridad de la ONU, la Cumbre Iberoamericana, la OPEP y la crisis con Colombia, la derrota en el referendo es lo primero que le sale bien: le permitió posar de demócrata.

¿Por qué un aspirante a dictador no va a poder ser un buen perdedor? La tendencia del conteo de votos era irreversible y Chávez se apresuró en reconocer el triunfo del bloque del NO. Incluso felicitó a todos los venezolanos. “Por ahora, no pudimos”, dijo. Le salió del alma. Exactamente igual que cuando fracasó el golpe militar del 4 de febrero de 1992.

A pesar de todo, hubo un tufo amenazante en sus palabras (que pretendieron ser cordiales) al pueblo venezolano. “Administren su victoria” dijo a los opositores. La cordialidad no va con él. “Esto no se va a quedar así”, hubiera dicho uno de los guapos de mi barrio al perder una bronca. Sin guapería y sin bronca, no fuera Hugo Chávez.

Pero hay que admitirlo. Chávez lució bien en el papel de gobernante democrático reconociendo el triunfo de los opositores a su proyecto. Después de todo, le convino. Luego de tantas bufonadas y rabietas, Chávez actuó con cordura. Y maquiavelismo, por qué no.

¿Final de la fotografía? No es el fin de los tiempos para Hugo Chávez. Aún le quedan 5 años de mandato presidencial. Tendrá que guardarse el librito rojo de la reforma constitucional en el bolsillo de su camisa, también roja. No será tan malo gobernar apegado a la letra del librito azul de la Constitución Bolivariana. A fin de cuentas, la hizo a la medida de la camisa de marras. Sólo que ya ambas le quedan estrechas: la camisa y la Constitución.

Por ahora. Cinco años es tiempo suficiente para matar un burro a pellizcos…y a la democracia también.

 
 
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