El Mandela cubano
Jorge Luis García Pérez
(Antúnez) aguarda su libertad desde el
15 de marzo, cuando expiró su condena de
17 años.
Tania Quintero, Lucerna. Encuentro
en la Red, 19 de abril de 2007.
No ha estado encerrado tanto tiempo como Nelson
Mandela, pero al igual que éste, Antúnez
no deja de ser un hombre libre, digno y valiente.
Ahora mismo, ha decidido no dirigirle la palabra
a las autoridades del penal, en protesta por limitarle
las llamadas telefónicas a cinco minutos
a la semana. También ha dejado de asistir
al comedor a consumir alimentos. Una nueva fecha
para el cumplimiento de su sanción ha sido
fijada para el próximo 22 de abril, en
flagrante violación de los derechos humanos.
Nacido en Placetas, Villa Clara, el 10 de octubre
de 1964, Jorge Luis prefirió desde niño
ser identificado con el apellido de su padre,
Rubén Antúnez Lavallet, y no con
los que su madre, Alejandra García Pérez,
lo inscribiera en el registro civil.
El 15 de enero de 2003, mientras se encontraba
en el Combinado del Este, en La Habana, Antúnez
me hizo llegar una carta, de la cual transcribo
los párrafos finales:
"El próximo 15 de marzo cumplo 13
años de ininterrumpida prisión,
13 años de crueles tratos, ensañamientos
y todas formas de represión, así
como de forzosos destierros y humillantes prohibiciones.
25 años, 5 meses y 15 días era mi
edad al ser arrestado, hoy tengo 38 años,
lo que quiere decir que he dejado prácticamente
mi juventud entre celdas y barrotes".
"Estos años han sido duros y difíciles,
a tal punto que aún no he podido ni tan
siquiera pensar en el matrimonio o formar una
familia, anhelo de toda persona sensata y civilizada.
Pero siento el modesto y patriótico orgullo
de haber abrazado la causa más noble y
justa de todas".
"Mi mayor orgullo es que no han podido ni
podrán jamás doblegarme. Gracias
a Dios hoy no soy un autómata, sino una
persona que piensa y actúa con cabeza y
voy propia. Y si de algo tengo que arrepentirme
es de no haber comenzado antes, porque si volviera
a nacer haría lo mismo". (La carta
completa y parte de su autobiografía pueden
leerse en http://taniaquintero.blogspot.com).
Los Antúnez
Cuando el 18 de marzo de 2003, el gobierno de
Fidel Castro desató la mayor oleada represiva
hasta entonces conocida en la Isla, dos de mis
proyectos quedaron truncados: la terminación
de un libro que comencé a escribir en diciembre
de 2002 y una campaña por la liberación
de Antúnez, planeada luego de entrevistar
en La Habana, en el mes de mayo de ese año,
al periodista afroestadounidense Clarence Page,
dos veces Premio Pulitzer y en ese momento corresponsal
en Washington del Chicago Tribune.
De aquella entrevista nació la Carta abierta
a Powell y Rice, hermanos de raza, difundida en
octubre de 2002 en el sitio de la Unión
Liberal Cubana.
Posteriormente, además de redactar una
nota de prensa para dar a conocer el caso de Antúnez
entre personalidades negras y mestizas de Cuba
y Estados Unidos, me di a la tarea de localizar
en directorios telefónicos de varias provincias
de Cuba a personas de apellido Antúnez,
en un intento por reconstruir un árbol
genealógico que pensaba iniciar con Antunes,
judío sefardita que hacia el siglo XV o
XVI habría huido de España, asentándose
en Portugal. Desde donde decidió emigrar
a la Isla en busca de fortuna en las tierras ganaderas
de la región central del país, según
datos obtenidos en el Archivo Nacional de Cuba.
Pensaba, y aún lo creo, que en alguna
rama de ese árbol la familia paterna de
Jorge Luis y la mía materna pudieron haberse
encontrado, al ser los suyos de Placetas y los
míos de Sancti Spíritus, municipios
cercanos en la actual Villa Clara, antigua Las
Villas.
En su carta, Antúnez me decía que
estando en la prisión espirituana Nieves
Morejón, había conocido a unos primos
de su padre que vivían en Cabaiguán,
localidad no lejana a Tuinicú, donde mi
abuelo Luis Antúnez fue dueño de
una pequeña finca llamada Sebastopol y
donde nacieron sus ocho hijos, tres varones y
cinco hembras, entre ellas Dulce María
Antúnez, madre del disidente Vladimiro
Roca Antúnez.
Berta
Ya había leído en el número
2/98 de la Revista Hispano Cubana el artículo
"La vida en la prisión de Kilo 8",
un estremecedor relato de Antúnez, cuando
una mañana, mientras esperaba ser recibida
por Jorge Romeu, consejero de la Embajada de España,
vi bajar por la escalera a una mujer y un hombre
de la raza negra. Recuerdo que le dije a Romeu:
"Me alegro que a esta embajada vengan más
negros". Supe entonces que se trataba de
Berta Antúnez Pernet, hermana de Jorge
Luis por parte de padre, y su esposo, Alejandro
García Sardiñas.
Berta no solamente ha sido madre y hermana, sino
el más fiel apoyo que durante 17 años
ha tenido Antúnez. Ella es presidenta del
Movimiento Nacional de Resistencia Cívica
Pedro Luis Boitel, fundado por su hermano el 28
de enero de 1997 con el fin de agrupar a presos
políticos, disidentes y familiares.
Vía Crucis
En su carta de 2003, Antúnez anunciaba:
"En estos días comenzaré a
escribir un anecdotario sobre mi vida en prisión,
que le haré llegar poco a poco".
Parte de ese anecdotario, en realidad un calvario,
puede leerse en Boitel Vive - Testimonio desde
el actual presidio político cubano, publicado
en abril de 2005 en Argentina, bajo el auspicio
del Centro para la Apertura y el Desarrollo de
América Latina y la Fundación Konrad
Adenauer de Alemania. (Para obtener el libro,
se puede llamar al Directorio Democrático
Cubano al teléfono 001-305 364 2917).
Durante 17 años, Antúnez ha recorrido
más de una docena de prisiones, entre ellas
Alambradas de Manacas, La Pendiente, El Pre y
la Provincial, en Villa Clara; Nieves Morejón,
en Sancti Spíritus; Kilo 8, en Camagüey;
Las Mangas, en Bayamo; Boniato, en Santiago de
Cuba; Combinado Provincial de Guantánamo
y Combinado del Este, en La Habana. Largo y tortuoso
ha sido también su periplo por enfermerías
y hospitales militares.
Entre las muchas ofensas que le hicieron sus
carceleros, le llamaron "negro contrarrevolucionario".
Pero Jorge Luis García Pérez es
más que un prieto rebelde y bocón,
es el alma y cerebro del Presidio Político
Pedro Luis Boitel, agrupación de opositores
encarcelados que él creara a mediados de
1995, durante su estancia en la prisión
camagüeyana de Kilo 8.
Antúnez no se ha limitado a denunciar
injusticias y violaciones de derechos humanos,
pan de cada día en el infierno de las cárceles
cubanas. Gracias a su ejemplar valentía,
logró aunar a su alrededor a presos políticos
y comunes.
De entre los valiosos testimonios de su libro
Boitel Vive, aconsejable sería que todos
aquellos preocupados por las condiciones en que
se encuentran los supuestos terroristas en la
Base Naval en Guantánamo, se leyeran las
páginas que Antúnez dedica en su
libro al Combinado Provincial, relativamente cerca
de la instalación militar estadounidense,
y de las cuales hemos extraído algunos
fragmentos.
Prisión Combinado de Guantánamo
-Las tolas: Con este nombre se conoce en esta
prisión a las tres celdas especiales de
castigo y tortura donde son confinados los huelguistas
de hambre y aquellos que las autoridades llaman
"recalcitrantes". Son de unos cuatro
por dos metros y si no son más pequeñas
se debe a la propia estructura de la edificación.
Están desprovistas de toda instalación
de agua y luz y la puerta de entrada y la ventana
trasera recubiertas de amplias y gruesas laminas
de acero, que convierten a las celdas en un horno
por el calor y en una cámara por la falta
de aire y oxígeno. Las tolas se usan indiscriminadamente,
pero sobre todo contra presos políticos,
los que en total desnudez, falta de agua y cama
han padecido allí verdaderos actos de tortura.
-El cuarto de los trucos: Oficina de orden interior
ubicada en el centro lateral del pasillo central,
en estratégica y semioculta posición
con puertas a todas las alas, es la jefatura de
la represión. Allí se orientan y
muchas veces se escenifican despiadadas y brutales
golpizas amparadas por el cómplice silencio
de paredes y puertas gruesas que las recubren
ex profeso.
Tres celdas techadas en la citada área
están destinadas para que los reclusos
reciban una hora de sol y ejercicio al aire libre,
lo que es imposible lograr, porque son muy pocos
los rayos de sol que a duras penas pueden penetrar
el compacto y exagerado enrejado del techo, tampoco
la realización de cualquier ejercicio físico,
con más de diez personas hacinadas en un
área de dos metros cuadrados.
-La cuarentena: Esta zona, ubicada en la cuarta
planta del segundo edificio, parece estar destinada
a reclusos que presentan enfermedades contagiosas.
Formada por varias celdas-cubículos que
carecen de las más mínimas condiciones
higiénico-sanitarias, sin instalación
de agua corriente.
Por estas razones, el lugar donde se realizan
las necesidades fisiológicas está
siempre colmado de excrementos y orine, con un
mal olor tan intenso que resulta muy difícil
comer cuando se está dentro de esas celdas.
Los días que llega el agua, los reclusos
para bañarse tienen que salir de sus celdas
e ir a un baño colectivo, donde después
de esperar por largo tiempo en una interminable
cola y bajo el constante riesgo de que se acabe
al agua, bañarse en el más incómodo
e impúdico hacinamiento.
-El "golfo" y el "golfito":
Ni están cerca de la costa ni es una parte
del mar que penetra en la tierra firme: son dos
destacamentos, ubicados en la primera y segunda
planta del primer edificio. Adquirieron el nombre
después del conflicto bélico, a
principios de los noventa, en la zona geográfica
conocida como Golfo Arábico-Pérsico,
y lo llaman así por las temperaturas increíblemente
altas. En ese lugar "en llamas" recluyen
al peor elemento de la prisión: asesinos,
acosadores sexuales, pederastas y conflictivos.
Los militares alientan allí las riñas
e inducen al matonismo. Los "infelices"
-así llaman en prisión a los no
problemáticos- son amenazados con ser llevados
para el golfo o golfito, donde son sometidos a
todo tipo de vejámenes y maltratos y se
llega al extremo de restringir el escaso alimento
al "infeliz" en beneficio del matón.
-Cinco nombres: Los militares de la prisión
del Combinado de Guantánamo que han hecho
del atropello y la represión una conducta
personal son los mayores Orlando Rodríguez
Casamayor y Pablo Reyes; el capitán Miguel
Macías y el primer teniente Julio, así
como la doctora Milagros de las Mercedes Alonso
Abreu, psiquiatra, jefa del puesto médico
de la prisión.
Matutes
El casual encuentro con la hermana y cuñado
de Antúnez en la Embajada de España,
se produjo en 1998, el mismo año en que
el entonces ministro de Exteriores español,
Abel Matutes, viajara a La Habana. De ese viaje,
Antúnez recuerda:
"Por esa época visitó el país
el canciller español Abel Matutes, quien
además de las conversaciones sostenidas
con las autoridades cubanas, solicitó por
escrito la excarcelación, por razones humanitarias,
de una veintena de presos políticos. Esa
lista, entregada a Matutes por Amnistía
Internacional, fue desoída por el gobierno
de Castro. Sólo fueron excarcelados dos
de nuestros hermanos, Jesús Chambert Ramírez
y Desy Mendoza, a los que, alevosamente, se les
condicionó la libertad a que abandonaran
su Patria. Vale destacar que ésa ha sido
una muy astuta y maquiavélica práctica
del régimen de Castro por más de
treinta años".
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