PRENSA INTERNACIONAL
Abril 17, 2007
 

¡Eureka!

William Navarrete, Asociación Tercera República Cubana.

París, 17 de abril de 2007. La noticia viene de La Habana. El pasado domingo 15 de abril representantes de diferentes grupos opositores de la isla han firmado una declaración conjunta que han llamado Unidad por la Libertad. En ella, expresan claramente los objetivos comunes que los alientan, más allá de las diferencias o desavenencias políticas.

Unidad por la Libertad incluye las firmas de Martha Beatriz Roque y René Gómez Manzano, coordinadores de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba (APSC) cuya organización celebró, hace dos años, una asamblea pública, inédita en las condiciones de censura en que vive la isla desde hace más de cuatro décadas.

También son firmantes del documento Oswando Payá, líder del Movimiento Cristiano de Liberación y gestor del conocido Proyecto Varela; Elizardo Sánchez Santa Cruz, decano de la disidencia en la isla y presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN); Vladimiro Roca, del movimiento Todos Unidos; Laura Pollán, Miriam Leyva y Berta Soler, del grupo de las Damas de Blanco y Héctor Palacios y el economista Oscar Espinosa Chepe, ambos representantes de los encarcelados durante la Primavera Negra del 2003.

Los objetivos comunes trazados por la declaración incluyen lograr el respeto de todos los derechos humanos, la democracia, la justicia social, la libertad y la reconciliación nacional. Además, solicitan la liberación inmediata de todos los prisioneros políticos. Por otra parte el texto expresa con firmeza el desacuerdo de los firmantes en que el tema de los Derechos Humanos en Cuba sea abordado desde la perspectiva de coyunturas internacionales y de la relación con Estados Unidos.

Unidad por la libertad es, en estas condiciones, un documento que esperábamos desde hacía tiempo. De seguras la visita del Ministro de Asuntos Exteriores de España, Miguel Angel Moratinos y la indiferencia mostrada por el portavoz del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero hacia el tema de la disidencia interna en Cuba durante su reciente viaje a La Habana incidió, positivamente y muy a pesar del objetivo que se trazara el gobierno español, en aunar las fuerzas democráticas de Cuba.

Probablemente el desamparo en que quedó la disidencia tras el viaje del alto mandatario español a La Habana y el viraje total de la línea que en este sentido había trazado el gobierno anterior de José María Aznar, sea una de las razones por las que, dejando a un lados rencillas y antagonismos, los líderes de la oposición cubana hayan entendido de una vez que sin unidad no habrá ni reconocimiento internacional ni se podrá emprender ninguna acción de peso desde las muy difíciles condiciones de censura y vigilancia imperantes en Cuba.

Por otra parte, la participación de representantes de las Damas de Blanco, esposas y madres de prisioneros políticos de la Primavera Negra del 2003, en un documento de esta naturaleza, es también una novedad por cuanto se sabe que dicho movimiento, espontáneo y pacifista no participa en plataformas partidistas a pesar de la oposición frontal -tal vez la más evidente- que mantienen contra el régimen de La Habana. En este sentido, las Damas de Blanco -lo han especificado en varias ocasiones- gozan de absoluta autonomía, a título individual, para participar en las actividades políticas que consideren necesarias.

Sólo Cuesta Morúa, de la Corriente Socialista Democrática Cubana, no incorporó la firma al documento. Junto a Eloy Gutiérrez Menoyo, fue el único disidente cubano que asistió a la reunión convocada el 4 de abril pasado, en la embajada española de La Habana, para subsanar el desplante que significó la visita oficial de Moratinos a La Habana.

La política seguida por Cuesta Morúa se ha caracterizado por un desmarcamiento de los diferentes grupos opositores. Esta línea de acción le resulta beneficiosa pues logra atraer la atención y abrirse espacio en la prensa internacional por ir siempre a contracorriente y montar tienda aparte con respecto al resto de la disidencia. De esta forma es muy probable que asegure, en el futuro -si no lo ha logrado ya- el título de disidencia "oficial", o sea, aquella que suele mostrar el gobierno cubano cuando recibe presiones exteriores de parte de representantes de instituciones internacionales que desean entrevistarse con algún líder disidente en la isla.

En todo caso, la posición común de unidad de los principales disidentes cubanos puede tener consecuencias importantes. La imagen de una oposición fraccionada -como ha solido suceder con casi todas las oposiciones a regímenes dictatoriales en el mundo- puede quedar como letra muerta, algo que beneficia enormemente la credibilidad de las fuerzas opositoras cubanas en el exterior en círculos en que las divisiones internas han provocado siempe desánimo y desconfianza.

Es también muy probable que el gobierno de limbo de Raúl Castro se vea obligado a responder como casi siempre responde el totalitarismo, o sea, con represión y violencia, a este intento de unidad. De cualquier manera en muchos de los que simpatizamos con la causa de la disidencia interna cubana la noticia despertó un clamor de júbilo. ¡Eureka! Desde hace tiempo debían haberse pronunciado en este sentido y desde hace tiempo el futuro de la democratización de Cuba depende de gestos y actos como éste.

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