Política exterior sin derechos humanos
La diplomacia española,
como han demostrado los viajes a China y Cuba
de De la Vega y Moratinos, se centra en la economía
y obvia absolutamente la represión y la
falta de libertades
Carmen Gurruchaga. La
Razón Digital, España, 8 de
abril de 2007.
Madrid- El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel
Ángel Moratinos, y la vicepresidenta del
Gobierno, María Teresa Fernández
de la Vega, viajaron a Cuba y China, respectivamente,
con el fin de situar a España en un buen
lugar en el concierto internacional. La dictadura
castrista, probablemente, está tocando
a su fin, mientras el gigante asiático
tiene 1.400 millones de personas como potenciales
clientes. Los dos olvidaron algo fundamental:
exigir a sus dirigentes el respeto a los derechos
humanos y la salida de la cárcel de los
presos políticos. Curiosamente estos dos
países tienen el dudoso honor de ser la
primera (China) y segunda (Cuba) cárcel
del mundo de periodistas.
El "no" de la Unión Europea
Nada ha cambiado en la isla, políticamente
hablando, desde la primavera negra de 2003, cuando
la dictadura castrista encarceló a más
de 70 disidentes políticos. Pese a ello,
el Gobierno de Zapatero consideró oportuno
efectuar el viaje en este momento como un primer
paso para la reanudación del diálogo
con la Unión Europea, roto desde entonces.
España intentó hace unos meses que
la UE levantara el bloqueo que mantiene desde
aquella fecha con el régimen cubano y no
logró la unanimidad entre los socios europeos.
Ahora, de momento, tampoco la ha conseguido.
Moratinos se entrevistó con su homólogo,
Felipe Roque, con el vicepresidente Lage y con
el presidente en funciones y hermano del dictador,
Raúl Castro, pero en su agenda no hubo
tiempo para una charla con la oposición.
Delegó en el director para América
y los disidentes le dieron la espalda.
El encuentro con Roque no resultó nada
fácil y los dos cancilleres tuvieron que
salir en varias ocasiones de la reunión
para realizar consultas con sus superiores. Finalmente,
el asunto de los casi 300 presos políticos
quedó aparcado bajo el argumento castrista
de que "no se trata de opositores políticos
sino de mercenarios, juzgados y condenados por
recibir dinero de EE UU o por realizar actos terroristas
contra Cuba". "El asunto de los presos
lo resuelve el sistema legal cubano", añadió.
Como si el régimen de Fidel Castro tuviera
un sistema legal homologable.
Por su parte, fuentes de la diplomacia española
aseguraron a LA RAZÓN que a partir de esta
visita "se reanudarán con Cuba las
relaciones comerciales". El país centroamericano
mantiene con España una deuda de 1.000
millones de dólares, que aún no
se ha decidido cómo se va a solucionar.
Estas mismas fuentes aseguraron que se pondrá
en marcha el acuerdo firmado para tratar el asunto
de la falta de derechos humanos y libertades en
la isla.
También la vicepresidenta olvidó,
durante su visita, que China es una de las naciones
del mundo que carece del mínimo respeto
a los más elementales derechos fundamentales.
Viajó hasta allí "para impulsar
las relaciones entre los dos países"
y para inaugurar el año de España
en China.
Pekín es una ciudad emblemática
para el feminismo mundial y De la Vega no defraudó
en este asunto a las mujeres que confiaban en
que no lo olvidara. Así pues, dedicó
las dos primeras jornadas a reivindicar el respeto
a los derechos de la mujer como una de las asignaturas
pendientes del Gobierno chino. También
recomendó a las estudiantes el cine de
Pedro Almodóvar porque, según su
particular punto de vista, "refleja muy bien
los problemas reales de las mujeres españolas".
Y se detuvo ahí en lo que se refiere a
la reivindicación de derechos humanos.
A partir del tercer día, ocupó
su agenda y su discurso con todo lo relativo a
aspectos económicos. Felicitó al
Gobierno por haber utilizado su desarrollo económico
y su crecimiento espectacular para mejorar la
calidad de vida de sus ciudadanos y haber sacado
de la pobreza a 400 millones de chinos. También
mostró su satisfacción por el hecho
de que el gigante asiático se haya convertido
en la cuarta potencia y haya contribuido al 25
por ciento del crecimiento mundial. Quizás
pretendía favorecer los intereses comerciales
españoles en China ocultando cualquier
crítica al Gobierno de ese país.
Pero, según algunos de los empresarios,
no lo consiguió.
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