Castro
existe
El
País. España,
30 de octubre de 2006.
Después de más de cuarenta días
de conjeturas, y a los tres meses de su retirada
temporal del poder, los cubanos han vuelto a tener
imágenes de Fidel Castro, a través
de la televisión. El dictador, que no había
sido retratado para el público desde la
cumbre de los No Alineados, el 18 de septiembre
pasado, afirma ante las cámaras que su
enfermedad evoluciona como estaba previsto, califica
de boberías los rumores sobre su persona
y asegura que participa desde su forzado retiro
en decisiones importantes del partido y el Gobierno.
Ningún país, ni siquiera Cuba,
puede permitirse el lujo de especular durante
semanas sobre si sigue vivo o no el hombre que
dirige férreamente sus destinos desde hace
casi medio siglo. Cuando se aproxima su final,
todas las dictaduras unipersonales tienden a ser
parecidamente patéticas, cuando no grotescas.
Puesto que grotesco es el empeño del aparato
de propaganda para intentar transmitir a los cubanos
que su jefe -aunque sea visiblemente desmejorado
y en chándal- sigue ocupándose de
ellos con la clarividencia habitual. A la postre,
es característica común a todos
los regímenes totalitarios su desprecio
absoluto por derechos tan elementales como el
de la información.
Fidel Castro cedió provisionalmente los
atributos del poder a su hermano Raúl,
sólo cinco años menor que él,
en julio pasado. La naturaleza de su enfermedad
sigue siendo un secreto de Estado, como lo es
la evolución del paciente. Calmada ahora
la ansiedad popular con el vídeo de cinco
minutos que certifica que el líder comunista
sigue vivo, la próxima apuesta de los cubanos
es si reaparecerá con ocasión del
magno desfile previsto en La Habana el próximo
2 de diciembre.
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