Un
Volki en La Habana
Francisco Framil. Libertad
Digital, España, 23 de enero de 2006.
Conocí a Nelson Valdés en su casa
en La Habana, donde vive parte del tiempo con
su esposa cubana. El resto del año residen
en Nuevo México, donde Nelson es profesor
y consultor en el área de informática.
Su esposa cubana tiene un hijo al que impiden
abandonar Cuba, por lo que ambos están
atados a la "patria" por este factor.
Compartí con Nelson y su esposa, y disfruté
de su hospitalidad en su agradable y espacioso
apartamento en la 5ta Avenida de Miramar. Recuerdo
un momento de suspenso en la visita cuando, de
pronto, Nelson observa que se ha detenido el tráfico
de vehículos en la amplia avenida dividida
por un ancho paseo poblado de árboles y
algunas jineteras. "Por ahí va a pasar
Fidel", comenta Nelson, explicando que siempre
que se paraliza el tráfico de esa forma
brusca, es preámbulo al paso del "presidente".
Efectivamente, a los pocos segundos pasaron tres
Mercedes Benz negros, como en el juego de "adivina
donde está la moneda"; imagino que
los curiosos y los espías podrían
estar adivinando en cual Mercedes anda el "comandante".
Mientras tanto, Nelson se queja de que se vio
forzado a comprar un viejo Volkswagen corroído
y destartalado, que se le rompe por todos lados.
Tenía la intención de adquirir un
auto japonés nuevo en los Estados Unidos
y trasladarlo a la isla, pero el rígido
sistema de castas local se lo prohibió.
En Cuba se sabe tu estatus social y político
según el año, modelo y matrícula
de tu auto. No es lo que puedas comprar, sino
lo que te toca, o lo que te dejan adquirir. El
auto es representativo de tu rango político-social
y no permiten que, porque alguien tenga el dinero,
pueda venir a trastocar el "sistema".
Si Nelson hubiera sido "extranjero",
le hubieran permitido comprar su auto japonés,
pero como "cubano en el exterior" no
tiene ese "privilegio". Ayudé
a Nelson en un par de ocasiones a empujar su símbolo
de estatus para intentar encender el motor. Lo
acompañé a comprar un carburador,
que estaba excesivamente caro en una tienda en
dólares, pero finalmente lo adquirió
en el mercado negro, a un "vendedor"
que se le acercó ofreciendo precisamente
lo que necesitaba, a precio de descuento, como
se pagan las cosas robadas.
Aun con su Volki destartalado, Nelson sigue siendo
un privilegiado, pues la inmensa mayoría,
las castas más bajas de cubanos de "a
pesos", anda a pie, en bicicleta o en los
infames "camellos", como trenes hacia
los hornos. Nelson al menos no tiene que tomar
el autobús "del Sahara" y así
evita asarse en un caldo de aromas revolucionarios.
Me lo imagino empujando orgullosamente su Volki
corroído, mientras el camello le pasa por
el lado, hasta que, de nuevo, el tránsito
se detiene para que pasen los tres Mercedes del
comandante. Luego pasan varios autos Lada de funcionarios
gubernamentales y otros autos importados de diplomáticos
y empresarios extranjeros.
Entonces, Nelson se acuerda de un Nissan del
98 que vio en un concesionario de Florida.
© AIPE
Francisco Framil es periodista y publicista
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