Incondicionales
de Fidel Castro
El líder de la isla
ha sabido rodearse a lo largo de los años
de intelectuales, políticos y estrellas
que respaldan la Revolución cubana, que
hoy cumple 47 años. Sin embargo, el club
de los valedores del comandante no ha permanecido
estático con el transcurso de los años
César González-Calero,
El Universal
Online, México. 1 de enero de 2006.
LA HABANA.- Fidel Castro siempre ha sabido rodearse
de fieles a su causa que ensalzaran la Revolución
cubana en todo el mundo. Políticos, sindicalistas,
intelectuales, artistas. Todos eran bienvenidos
a la isla siempre y cuando dejaran constancia
de su adhesión a la nueva Cuba. Hoy, cuando
celebra el 47 aniversario de su llegada al poder,
el presidente cubano (que cumplirá en agosto
80 años) cuenta todavía con un buen
puñado de partidarios esparcidos por medio
mundo.
La lista de incondicionales al castrismo del
siglo XXI es una miscelánea donde aparecen
políticos como Hugo Chávez o Evo
Morales, intelectuales como Gabriel García
Márquez o José Saramago; activistas
sociales, como el reverendo estadounidense Lucius
Walker, e incluso excéntricos ex deportistas,
como Diego Armando Maradona, el más vehemente
defensor del castrismo que se recuerde, pues nadie
antes había elevado a Fidel al altar de
las divinidades.
El club de los valedores del comandante no ha
permanecido estático con el transcurso
de los años. Algunos defensores de primera
hora de la Revolución Cubana abandonaron
la nave con los primeros devaneos ortodoxos del
régimen. Uno de los divorcios más
sonados acaeció en 1971, tras la detención
del poeta cubano Heberto Padilla, acusado de "contrarrevolucionario"
por la publicación de su libro Fuera del
juego. Un nutrido grupo de intelectuales latinoamericanos
y europeos, entre los que figuraban García
Márquez y Jean-Paul Sartre, publicó
una carta abierta dirigida a Castro pidiéndole
la liberación de Padilla. A partir de ahí,
la intelectualidad se dividió y algunos
escritores, como Mario Vargas Llosa, Jorge Edwards
o Susan Sontag dieron por concluida su luna de
miel con la Revolución.
De aquella época, a Castro le queda todavía
el incombustible respaldo de Gabo, quien viaja
frecuentemente a Cuba, bien sea para impartir
un taller de literatura o cine, bien para recibir
algún homenaje. Otro Premio Nobel de Literatura,
el portugués José Saramago, ha vuelto
al redil del castrismo después de su impetuoso
Hasta aquí he llegado, un breve alegato
contra las ejecuciones en 2003 de tres jóvenes
delincuentes cubanos que habían secuestrado
un remolcador de pasajeros para intentar llegar
a Estados Unidos. Hace unos meses, Saramago visitó
a Castro para dejar claro su apoyo al régimen
de partido único instaurado en Cuba desde
hace casi medio siglo.
El amigo venezolano
Si hay un puntal del régimen cubano es,
sin duda alguna, el presidente venezolano, Hugo
Chávez, con quien Fidel Castro ha forjado
una relación política y económica
tan estrecha que el vicepresidente cubano Carlos
Lage llegó a decir hace unos meses en Caracas
que Cuba contaba con dos presidentes: Fidel y
Chávez. Los 90 mil barriles de petróleo
que, a precios preferenciales, llegan diariamente
a la isla procedentes de Venezuela han inyectado
un soplo de vida a la maltrecha economía
cubana.
Como contraprestación, Castro paga la
factura del oro negro con su materia prima más
publicitada: las batas blancas. Más de
20 mil médicos cubanos trabajan en los
barrios marginales de Venezuela, mientras miles
de pacientes venezolanos reciben atención
médica gratuita en la isla. En Chávez,
Castro ha encontrado algo más que un socio
y un admirador de su figura. Sin la firme alianza
con el presidente venezolano no se entendería
la estrategia de blindaje del sistema en que está
enfrascado Castro en estos momentos.
Pero Chávez no es el único político
latinoamericano que ha mostrado su adhesión
a Castro. En la última celebración
del Primero de Mayo pudo verse en comandita, compartiendo
asiento con el líder cubano, al ex presidente
nicaragüense Daniel Ortega, al que Castro
parece haber perdonado ya ciertas veleidades,
y a Schafik Handal, líder histórico
del Frente Farabundo Martí salvadoreño.
Junto a ellos, otra figura emergente de la izquierda
sudamericana, el dirigente del Movimiento al Socialismo
de Bolivia y presidente electo de su país,
Evo Morales, quien por esas fechas acababa de
operarse de una rodilla en un hospital habanero.
Hay, también, entre los incondicionales
del castrismo, activistas sociales de Estados
Unidos, como Lucius Walker, de la Fundación
Pastores por la Paz, un habitual de las grandes
citas internacionales de La Habana.
Pero ni Chávez ni García Márquez,
ni Ortega ni Saramago llegaron nunca al grado
de alzar a Castro a la categoría divina.
Ha tenido que ser su más ferviente devoto,
Diego Armando Maradona (que lleva el rostro de
Fidel tatuado en una pierna), quien recientemente,
en un programa de televisión, comparara
a Fidel con un dios.
El ex futbolista encabezó una marcha contra
el presidente de EU, George W. Bush, en la última
Cumbre de las Américas, celebrada en noviembre
en Mar del Plata, para satisfacción de
Castro. "Se lo había prometido al
comandante", reveló El Pelusa, quien
en el pasado recibió tratamiento en la
isla para desintoxicarse de su adicción
a la cocaína.
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