PRENSA INTERNACIONAL
Abril 5, 2006
 

Los motores del cambio en Cuba

Ariel Hidalgo, El Nuevo Herald, 5 de abril de 2006.

Cuando se habla de sociedad civil en Cuba regularmente se piensa en los grupos de la disidencia, movimiento con un cuño marcadamente politizado no sólo por la elite dominante --todo fuera de su control es ''enemigo del pueblo'', de la ''patria'' y el ''socialismo''--, sino por sus orígenes: como extensión de un pequeño núcleo de prisioneros políticos a principios de los años 80. Sin embargo, en ningún país la sociedad civil se agota con la oposición, que constituye un segmento de ella. Paralelo a los partidos opositores florece siempre una infinidad de asociaciones y actividades "no políticas'', pero que constituyen fuerzas independientes a ese Estado, como las empresas privadas, iglesias, teatros, asociaciones fraternales y otras.

Casi todas estas manifestaciones se dan también en Cuba aunque mayoritariamente en un plano marginal, si tenemos en cuenta unos medios masivos de comunicación bajo control estatal que, en consecuencia, responden a una política selectiva que vela todo un ángulo de la realidad. Así, mientras la radio y la televisión trasmiten notas sobre cumplimientos de metas productivas y mensajes políticos de altos dirigentes, se desarrollan redes clandestinas de producción y comercialización, e intelectuales y artistas cuestionan con lenguaje muy académico el patrón socioeconómico predominante. Tal pareciera que mientras los medios proyectan una realidad virtual, tras las cámaras y fuera del alcance de los micrófonos, la vida real se desenvuelve cada vez más palpable para el ciudadano común.

Sería preciso, por tanto, desglosar la sociedad civil cubana por sectores:

o Sector I: La disidencia o movimiento cívico contestatario.

o Sector II: La economía independiente, tanto legal como informal.

o Sector III: Las iglesias cristianas y otras asociaciones religiosas.

o Sector IV: Un segmento del sector oficial compuesto principalmente de intelectuales y artistas con actitudes cada vez más independientes.

Sobra decir que el más publicitado internacionalmente es el I, por razones casi obvias: por acudir a la publicidad como medio de supervivencia y por ser el único que declara abiertamente su antagonismo con el poder. Aunque constituye un factor propagandístico de primer orden proyectado hacia el exterior del país, internamente se mantiene como una delgada franja marginal incapaz de influir hasta ahora en amplias esferas, ya sea por el constante hostigamiento, por ausencia de medios masivos de comunicación o por la falta de un discurso coherente. Una de sus figuras más representativas, Vladimiro Roca, demandaba: "La oposición tiene que buscar un lenguaje que le permita comunicarse con el pueblo y lo movilice, que lo saque del escepticismo y del miedo''.

Aunque el sector II ya era creciente antes de los 90, se incrementó por el derrumbe del campo socialista. El Estado no podía encarcelar a cientos de miles de ciudadanos, pero tampoco permitir violar masivamente la ley. Cierta o no, la frase ''o saco los tanques o saco el mercado'', atribuida al segundo hombre del régimen, Raúl Castro, ilustra la tensa situación que llevó a legalizar numerosas actividades hasta entonces ilícitas, como el mercado privado agropecuario, tenencia de dólares, restaurantes domésticos, producción y comercialización de artesanías y otros productos, etc. No obstante, en su mayor parte permaneció en la informalidad y desarrolló una amplia red de pequeñas empresas clandestinas en la que participa, de una manera u otra, la mayor parte de la población.

En el sector III la influencia creciente de la Iglesia Católica en la población durante los 70 y los 80 convenció a los centros de poder en la conveniencia de tolerar actividades independientes en las arquidiócesis como revistas, centros de investigación y educación e incluso asociaciones independientes. Paralelamente, un gran número de sectas e instituciones religiosas no católicas floreció por todo el país.

En el sector IV numerosas publicaciones oficiales, con las subvenciones estatales suspendidas debido a la crisis, comenzaron a ser financiadas por fundaciones extranjeras. La cinematografía sobrevivió gracias a coproducciones internacionales. Numerosos centros académicos o culturales empezaron a correr la línea de lo ''políticamente correcto'' en revistas, conferencias, y obras de arte, ''actuando unas veces como parte inseparable del Estado y, en otras, [...] no necesariamente coincidentes con la política oficial'', según el ex miembro del Centro de Estudios sobre América (CEA), institución creada por el Partido Comunista, pero luego acusada de ''revisionista'' por el sector de línea dura del régimen.

Mientras el sector III constituye un factor de mediación y el I representa casi simbólicamente la existencia de la disensión política, el IV apunta a la reforma del sistema desde el propio sistema. En la medida en que alguno de estos dos encarne los intereses de la fuerza social creciente que representa el II, se constituiría posiblemente en la vanguardia del cambio. Si se quiere una visión certera del desenvolvimiento de la realidad cubana, es preciso no perder de vista estos posibles motores de cambios futuros en Cuba.

infoburo@aol.com

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