Los
rehenes del paraíso obrero: Lea aquí el discurso
que impidieron pronunciar a Raúl
Libertad
Digital, España,
5 de abril de 2006.
El disidente cubano Raúl Rivero, que ha
estado por la dictadura cubana por haber denunciado
la situación de represión en su
país, se disponía a hablar ante
los alumnos de la universidad de Sevilla, cuando
un grupo izquierdistas, "metástasis
del castrismo" en palabras de Rivero, le
acosaron violentamente y le impidieron pronunciarse.
Este es el discurso que los procastristas le impidieron
dar.
Las decenas de periodistas que sufren hambre,
enfermedad y castigo en las cárceles de
la Isla de Cuba son rehenes de un grupo de compadres
que tomó el poder por la fuerza y por la
fuerza se mantiene por casi medio siglo en un
trono que se levanta sobre la policía y
la propaganda.
Amanecer en una celda de castigo todos los días
es una practica que produce una especie de hastío
por la vida. Desayunar una brizna de pan sucio
y trasnochado con un poco de agua de azúcar
y esperar unas cucharadas de arroz y hierbas en
el almuerzo y la misma ración para la cena,
es un antídoto contra toda ilusión.
Pero si, por ejemplo, uno tiene que esperar tres
meses para ver a su familia durante dos horas
en una celda con bancos de cemento y bajo los
ojos de los guardias, tampoco tendrá mucho
desvelo porque llegue el día de la visita
y el reencuentro con las personas que ama.
Esta descripción no es un relato que produce
el odio, el rechazo o la imaginación. Lo
viví yo durante dos años y lo vive
ahora mismo, este día espléndido
de la primavera del dos mil seis, Víctor
Rolando Arroyo, el periodista de Pinar del Río
que fue sometido a dos golpizas salvajes en la
cárcel de Guantánamo. En el Guantánamo
de la capitanía castrista, donde funciona
un almacén de hombres hace más de
30 años.
Todo eso lo padece el joven informador Pablo Pacheco
en la prisión de Canaleta, junto a sus
colegas Pedro Argüelles y Adolfo Fernández
Sainz y el joven foto reportero Omar Rodríguez
Saludes, que cumple 28 años por fotografiar
y filmar en su país zonas de la sociedad
que la dictadura no quiere que se conozcan.
Lo sufren Normando Hernández, un profesional
que fundó una pequeña revista hecha
con métodos artesanales en Camaguey y de
la que pudo sacar un solo número. Enseguida
los tribunales revolucionarios le pidieron una
condena de cadena perpetua, aunque después
se le rebajaran graciosamente a cinco lustros.
En el caso de Hernández, como en el muchos
otros, hay que añadir el tormento de diferentes
patologías mal atendidas debido a la escasez
de medicamentos y a enorme población penal
y el hacinamiento de prisioneros. En galeras habilitadas
para veinte cautivos suelen convivir quince o
veinte más, que deben dormir en el suelo
y compartir un solo baño sanitario y el
agua racionada.
Esta es la categoría de vida que lleva
ahora en el Combinado del Este de la Habana, el
poeta y periodista Ricardo González Alfonso,
con el agravante de que ha sufrido dos operaciones
en los siempre sospechosos quirófanos carcelarios
y su herida inicial, que data de noviembre de
2004, no acaba de sanar, no cierra, no se cura.
Así pasa la juventud de Fabio Prieto Lorente,
un joven corresponsal que languidece en una prisión
en la Isla de Pinos, 120 kilómetros al
sur de La Habana, porque estuvo años informando
sobre la realidad de aquél territorio donde
la barbarie es más libre porque no hay
sedes diplomáticas ni periodistas extranjeros
que registren los atropellos.
En la cárcel de Guanajay, entretanto, a
solo unos kilómetros de la capital cubana,
los médicos militares acaban de reconocer
que la patología que afecta al periodista
José Ubaldo Izquierdo, preso desde marzo
del 2003, no podrá encontrar remedio en
las duras condiciones en que se encuentra. Izquierdo,
de 40 años, cumple una sanción de
16 y trabajaba como columnista en una agencia
del periodismo independiente cubano.
Ya sabemos que el Día de la Libertad de
Prensa donde único se podrá celebrar
en Cuba con dignidad y pleno derecho es en los
calabozos de cualquiera de las 300 prisiones que
pueblan el mapa de esa pequeña isla del
Caribe.
Están en las sombras a donde han ido a
parar por ser libres en un país donde la
palabra libertad en boca de los amanuenses es
un rumor de estopa y podredumbre y pronunciada
por los hombres libres un delito que te lleva
a la cárcel.
Pero solo allí, en esos calabozos donde
nadie ha perdido la esperanza, es donde se puede
hacer un brindis sincero y legítimo por
esta fecha. Aunque lo se levante para brindar
sea un jarro sucio de aluminio con un trago de
agua impura y tibia de los manantiales subterráneos
de Cuba.
Copyright Libertad Digital SA.
Conde de Aranda 8, 28001 Madrid.
|