PRENSA INTERNACIONAL
Abril 3, 2006
 

De Humala en peor

Raul Rivero, El Nuevo Herald, 2 de abril de 2006.

Madrid -- La ronda de países de América que se apresuran a poner por estas fechas regímenes de diversas tonalidades de la izquierda o claramente populistas y demagogos, van dejando a la dictadura cubana, allá en el medio del mar Caribe, enfrascada en sus trámites de muerte, como una pústula que irradia al mismo tiempo una luz mortecina y ondas fúnebres.

Ninguno de los nuevos césares del continente se atreve a decirle dictador al dictador, ni dictadura a la dictadura y todos se deshacen --en público-- en elogios para la escuadra de sirvientes que Fidel Castro conduce en su mar de bobería verbal hacia el olvido y la derrota.

Ellos, que están llegando (o saben que llegarán muy pronto) a la deliciosa aventura del poder, conocen que en Cuba esa aventura de medio siglo ha entrado en su estadía terminal y su derrumbe --y, sobre todo, los resplandores del porvenir-- pueden ser muy peligrosos para sus proyectos inventados sobre la marcha donde el elemento primordial ha sido la sorpresa. En algunos casos, la de los mismos flamantes mandatarios.

Desde luego que no se puede ver ese fenómeno como un movimiento uniforme. No se puede ver tampoco como una fila de devotos que sigue a alguien que ha conseguido sojuzgar a una nación por casi cincuenta años. Cada acólito tiene su corazoncito y su manual privado que trata de adaptar a la realidad de su país.

Creo que la mayoría dispone de un ceremonial especial de ave de rapiña para sobrevolar y luego dejarse caer sobre los despojos de aquella isla y del discurso muerto de Fidel Castro para alimentar y calmar la sed de la izquierda de Armani de sus países y para hacer llorar de emoción al perfecto idiota latinoamericano.

Otros, parece que todos, resuelven una brigada médica, una asesoría de viejos deportistas desharrapados, un grupo especial de policías, algunos especialistas en piropos que envía el Ministerio de Cultura y otros expertos en fracasos sociales de todos los dominios, pero que dominan muy bien el arte de los plazos y las fugas.

Lo dramático de este panorama es que cada uno de los ya instalados (Chávez, Lula da Silva, Tabaré Vázquez, Kirchner, Evo Morales) y los que están anunciados para la matinée (Humala, Ortega otra vez, López Obrador) en sus búsquedas de carroña en Cuba, contribuyen de una manera muy importante a mantener secuestrado al pueblo cubano.

Es verdad lo que dijo, con mirada bovina en Caracas, Carlos Lage: Chávez es también presidente de Cuba. Todos estos rufianes con piel de cordero lo son de alguna manera. Todos son, cada uno en grado diferente, sostén de un engendro que necesitan y que ahora también les causa miedo o rechazo o les indica que tienen que andar con precaución.

Claro, el más presidente es Chávez, que ha convertido a su país en una especie de Unión Soviética particular para Fidel Castro y le ha abierto una llave de petróleo para que siga la batalla de ideas y se extienda la esclavitud y el sufrimiento de los cubanos.

Vamos a tomar una foto en familia del momento. Cuba con todos esos presidentes y pobre, sin libertad, con el ruinoso paisaje de la república como fondo de la instantánea. Mírenla bien.

En el mismo tiempo que se necesita para pasar esta página se puede arrasar también con el retrato.

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