PRENSA INTERNACIONAL
Agosto 3, 2006
 

Se abre en Cuba el final de la odisea personal de Castro

Largamente esperado en la Calle Ocho de Pequeña Habana en Miami, y temido desde hace tiempo en la isla, la enigmática transmisión de poderes de Fidel a Raúl Castro abre el final de una era en Cuba.

Juan-Fernando Dorrego Tíktin .Hechos de Hoy, 2 de agosto de 2006.

Largamente esperado en la Calle Ocho de Pequeña Habana en Miami, y temido desde hace tiempo en la isla, la enigmática transmisión de poderes de Fidel a Raúl Castro abre el final de una era en Cuba. (Por Juan-Fernando Dorrego Tíktin)

Un relevo que no sorprendió en Washington

Con todas las luces encendidas sobre el tablero de Oriente Medio en el que a la crisis más grave vivida por Israel desde la guerra del Yom Kippour en 1973 se une el desafío de Irán a la comunidad internacional con su programa de enriquecimiento de uranio (quizás dos crisis estrechamente unidas), el misterioso traspaso de poderes en Cuba no ha sorprendido a George W. Bush. El presidente tenía información muy fidedigna sobre la delicada salud de Fidel Castro que evidenció con su delgadez mostrada en Córdoba (Argentina). Los gestos cansados y parsimoniosos de Fidel Castro en la cumbre de Mercosur auguraban indicios de una anemia que quizás ocultaba hemorragias intestinales.

A los procesos de arritmias, que desaconsejaron su viaje a La Paz, donde además los servicios de seguridad cubanos no se encontraban satisfechos con las garantías dadas, se han unido serias especulaciones sobre un cáncer de Fidel Castro. En La Habana y Miami diversas versiones especulan sobre esta enfermedad como detonante de la larga intervención reconocida de forma oficial pero de la que no se han querido dar más detalles.

Un escenario aún muy incierto

La forma en que se estan produciendo los acontecimientos en La Habana muestra un cuadro aún incierto con tres elementos: Fidel Castro en el mejor de lo casos no podría recuperarse hasta el mes de diciembre; Raúl Castro quedaría erosionado en este proceso; y una trama palaciega en torno al comandante intentaría gobernar en nombre del líder histórico de la revolución. Enfermo, delicado, o muy grave, Fidel Castro se vio obligado en todo caso a delegar en su hermano Raúl, en un episodio de gran semejanza con las horas finales del general Franco en su Palacio del Pardo en Madrid.

Para Estados Unidos la sucesión, aunque sea sólo provisional, abierta en La Habana tiene una doble repercusión. Los dos hermanos Bush, el presidente y el gobernador de Florida, desean una transición pacífica que no será fácil ni en La Habana ni en Miami donde odios, heridas, resentimientos y temores están a flor de piel.

Nuevos equilibrios

La repentina sucesión de Fidel Castro se produce además en un momento de nuevos equilibrios en América Latina. Fidel Castro viajó a Córdoba para vencer las resistencias de Luiz Inácio Lula da Silva al protagonismo que reclama Hugo Chávez en Mercosur, la gran alianza atlántica frente a la de la costa del Pacífico que representa la Comunidad Andina de Naciones. En nombre de Fidel Castro, Hugo Chávez ha actuado como padrino de Evo Morales en Bolivia queriendo además extender esta influencia a Perú con el apoyo fracasado a Ollanta Humala.

La muerte de Fidel Castro sería un golpe sensible a la fortaleza del eje del llamado integrismo latino que Hugo Chávez quiere consolidar en torno al nuevo poder hegemónico de Venezuela. Más allá de luces y sombras de una revolución que acabó con la dictadura de Fulgencio Batista, Fidel Castro volvió a un primer plano desde el contragolpe de Hugo Chávez con el que recuperó, con la ayuda cubana, el Palacio de Miraflores. Pero Hugo Chávez nunca sintió hacia Raúl Castro la misma empatía que con Fidel. El sentimiento de animadversión entre ambos es mutuo. Raúl es un líder más sofisticado e inteligente, que desprecia lo burdo en la alta política.

¿Hugo Chávez, el heredero final?

El escenario por lo tanto es complejo y múltiple. Para Fidel Castro, en el mejor de los casos, es el comienzo de la cuenta atrás. Su poyecto personal y político culminó en Córdoba. Por esas vueltas del destino, quizás terminó en la tarde calurosa del invierno cordobés contemplando aquellas fotos de las piernas delgadas de Ernestito en su casa de Alta Gracia.

Para Raúl Castro el desafío es aún mayor por las ambiciones soterradas de quienes quieren recoger la herencia del comandante y no desean un pacto vergonzante con los gringos. Pero el escenario todavía se puede complicar aún más si Hugo Chávez cree que al igual que apadrina la Bolivia de Evo Morales debe hacer lo mismo con la Cuba que pretende heredar Raúl Castro. Quizá sea éste el escenario que se tema en Washington donde la Casa Blanca trabajó hasta ahora más en un retorno a la democracia que en afrontar un nuevo foco de confrontación en las calientes aguas del Caribe.

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