El
'affair' Santiago Alvarez
Nicolás Pérez Diez
Argüelles, El
Nuevo Herald, 23 de noviembre de 2005.
En la ciudad de Miami actualmente se está
gestando un capítulo más de la triste
historia de Cuba con todos los ingredientes de
un best seller de espionaje internacional: el
affair Santiago Alvarez.
Cuando se produjo la noticia de la supuesta entrada
de Posada Carriles a los Estados Unidos por Isla
Mujeres, México, en la embarcación
Santrina, conversábamos unos amigos sobre
el tema y de inmediato llegamos a una conclusión:
bajo las circunstancias de inoportunidad en que
este incidente se había producido, y con
la mano de Cuba detrás de la información
que en seguida brindó cierta prensa mexicana,
ambas cosas eran un claro índice de la
presencia de un confidente dentro de la madeja
de los acontecimientos y de que el gobierno de
Cuba, exactamente Castro, estaba escribiendo el
guión de la película.
Estábamos de nuevo ante una combinación
letal para la libertad de Cuba: Seguridad del
Estado + un delator + gobierno de los Estados
Unidos, en este caso del brazo del Buró
Federal de Investigaciones (FBI).
Esta corrosiva mezcla de intereses y contraintereses,
la viví muy pronto en carne propia a los
inicios de esta lucha. Ya que cuando pasé
a la Secretaría Nacional de Organización
del Directorio Revolucionario Estudiantil, la
persona que ocupó mi lugar como coordinador
nacional de Abastecimientos fue Jorge Medina Bringuier,
alias el Mongo, hoy con cientos de presos y varios
fusilados a sus espaldas y el hombre que le dió
el puntillazo final a la clandestinidad anticastrista
en Cuba, tras llevar a la cárcel a más
de 500 personas, entre ellos a mi padre, Benito
Pérez, y a quien fue para mí una
madre, mi tía Sara Diez-Argüelles.
Con inmensa rabia recuerdo que durante meses
viví bajo el mismo techo con un capitán
de Seguridad del Estado que nos estaba traicionando,
y aún recuerdo el tono de su voz, varias
de sus frases, sus miradas oblicuas y su rostro
ladino e hipócrita. Fue increíble
como hasta en los más mínimos detalles
la Seguridad del Estado aleccionó a este
monstruo para que no despertara la más
mínima sospecha. Y el trabajo de espionaje
que hizo Cuba fue tan perfecto, dejando pistas
sueltas y contradicciones falsas, que aun hoy
los actores de este drama, Tommy y Cecilia Fernández
Travieso, Laureano Pequeño, Bobby Quintairos,
Raul Cay y otros como en el libro Rashomon de
Ryunosuke Akutagawa, contemplan el crimen desde
puntos de vista diferentes: ¿fue el Mongo
un agente comunista desde el principio de la lucha
o en algún momento cayó en manos
de la Seguridad y se pasó al bando enemigo?,
¿fue este miserable agente de Cuba y al
mismo tiempo agente de la CIA? Si trabajaba también
para La CIA..., ¿cuándo esta agencia
lo contactó?
Sólo añado que meses después
de haber dejado Jorge Medina Bringuier un racimo
de lágrimas y sangre tras sí y haber
destruido la clandestinidad, saltó el muro
de Berlín, se refugió en la embajada
de los Estados Unidos y hoy la CIA lo proteje
y mantiene oculto bajo una falsa identidad en
algún lugar del mundo.
Hoy miro los ingredientes del drama de Santiago
y me digo, recordando este incidente de los años
60, ¿hasta qué punto para Cuba comunista
es un juego de niños manipular y plantar
evidencias ante la justicia norteamericana, para
neutralizar a un peligroso enemigo?
Otra cosa que produce escalofríos: ¿cómo
es posible que se produzca un triple incidente
interconectado, tal como un discurso de Castro
desde La Habana, una página publicada por
Cuba en The New York Times a un costo de $160,000
y, de inmediato, como obedeciendo las órdenes
castristas, el FBI se lanza a apresar a Santiago
Alvarez? ¿Casualidad? ¿Acuerdos
bajo el tapete de dos gobiernos aparentemente
enemigos? ¿algún agente castrista
o algún simpatizante a ultranza de Castro
en una posición clave y ejecutiva dentro
del actual gobierno de los Estados Unidos?
Finalmente, admito que soy amigo de Santiago
desde nuestros años de estudiantes en la
Havana Military Academy. En el 60 compartimos
el sueño de liberar a Cuba juntos, en casa
tengo aún tres emotivas cartas suyas de
aquella época. Y aunque en un momento determinado
tomamos rumbos estratégicos diferentes
para lograr el derrocamiento de Castro, considero
a Santiaguito uno de los combatientes con más
honradez, principios y amor a Cuba de toda esta
lucha. En este momento él representa a
una palma crucificada entre el repugnante gobierno
castrista y ciertos intereses bastardos del gobierno
de los Estados Unidos, y guardar silencio, dejar
a Santiago a su suerte en un minuto en que estamos
siendo traicionados por todo el arco iris del
mundo democrático y occidental, créanme,
será un crimen que recogerá y no
perdonará la historia.
nicop32000@yahoo.com
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