PRENSA INTERNACIONAL
Mayo 18, 2005
 

¿Por qué es el cubano de EE.UU. tan pro-norteamericano?

Por Jesus Hernandez Cuellar. CONTACTO Magazine, 17 de mayo de 2005.

A menudo, al cubano que vive en Estados Unidos se le acusa de ser excesivamente pro-norteamericano. De acuerdo con otros latinoamericanos, ese cubano siempre tiene una excusa para justificar las acciones políticas de Estados Unidos, sea una guerra, decisiones internas o una conducta específica en foros internacionales.

La respuesta está en la historia. Los grupos humanos no pueden apartarse de su pasado, especialmente si han sufrido, si han sido víctimas de una larga y represiva dictadura, y suelen tender su mano a quien les tendió la suya.

Cuba fue el primer país ahora hispano al que llegó Cristóbal Colón, en octubre de 1492. Desde aquel momento hasta el verano de 1898, es decir, durante 406 años, España gobernó la "siempre fiel isla de Cuba". Ciertamente, la convirtió en nación, y le legó una cultura y un idioma. Pero cuando la nación maduró y deseó independizarse, España opuso una tenaz resistencia y acantonó 200 mil soldados en territorio cubano.

Para librarse del dominio español, los cubanos desarrollaron dos largas guerras independentistas. Una de ellas duró 10 años, entre 1868 y 1878. La segunda, encabezada por el héroe nacional cubano José Martí, hijo de españoles, estalló el 24 de febrero de 1895, y sólo pudo concluir al final de la llamada Guerra Hispano-Americana, en la que Estados Unidos en pocas semanas puso fin al dominio español en el Nuevo Mundo.

Cuando estalla la guerra entre Estados Unidos y España, lo único cierto era que la contienda previa entre españoles y cubanos había dejado 400 mil muertos, entre ellos unos 100 mil niños, de una población total al principio del conflicto de un millón 800 mil personas.

Como cita el abogado y periodista Adolfo Rivero Caro en su artículo "El Período Republicano Intermedio y la Crisis de la Democracia" (Contacto, mayo de 2002), "el país estaba en ruinas".

Según Rivero Caro, "ferrocarriles, puentes y líneas telegráficas habían sido destruidas", y "de las riquezas de 1895 quedaba un 15% del ganado y 207 de 1.100 centrales y trapiches...", parte integral de la industria azucarera, el principal renglón de la economía cubana.

Cuba perdió las dos terceras partes de sus riquezas a causa de la guerra independentista. Sólo había 300 estudiantes en la Universidad de La Habana y apenas 541 escuelas primarias tenían abiertas sus puertas, de 910 que funcionaban en 1895. Estados Unidos puso fin a la tragedia y permitió, aunque al principio de manera controlada, lo que los cubanos querían: la independencia.

El extraordinario salto que vivió Cuba entre 1898 y 1902, cuando se inaugura la República de Cuba, en materia de sanidad, comercio y pautas para el desarollo sellaron una amistad notable entre los pueblos de Cuba y Estados Unidos. La cercanía entre ambos países facilitó el desarrollo de magníficas relaciones.

Washington, temeroso de que otros poderes extranjeros se adueñaran de la pequeña y joven Cuba, impuso la controversial Enmienda Platt a la Constitución cubana de 1901, que permitía la intervención militar norteamericana. A pedido del primer presidente cubano, Tomas Estrada Palma, los soldados norteamericanos volvieron a Cuba en 1906 y se retiraron en 1909. La enmienda se abolió en 1934.

Las relaciones económicas entre Estados Unidos y Cuba se desarrollaron de manera sólida a lo largo de los 57 años del período republicano, que concluyó en 1959 con la revolución de Fidel Castro. Poco a poco, la sociedad cubana se volvió una mezcla hispano-anglosajona. El peso de los cuatro siglos de dominio español nunca desapareció de la vida social y cultural cubana. Pero al mismo tiempo, el estilo de vida norteamericano, especialmente en cuanto a espíritu de progreso y dinamismo comercial, penetró Cuba hasta los tuétanos. En ese período, Cuba alcanza niveles formidables en cuanto a calidad de vida, superada en América Latina, en ciertos renglones, sólo por Argentina, Chile y Uruguay.

Castro llega al poder en medio de la Guerra Fría entre Estados Unidos, democrático y capitalista, y la Unión Soviética, dictatorial y comunista, y olvida los preceptos libertarios y constitucionales que le permitieron tener un gran apoyo popular para derrocar a la corta dictadura de Fulgencio Batista, de seis años, nueve meses y 21 días. El entonces nuevo líder cubano decide aliarse a Moscú con criterio comunista, confisca todas las propiedades norteamericanas y gran parte de las cubanas, y elimina todas las libertades universalmente aceptadas.

Cualquier acto de oposición es silenciado en el paredón de fusilamiento o en una oscura cárcel. Comienza un éxodo masivo de cubanos hacia Estados Unidos. Los que desean abandonar Cuba sufren humillaciones extremas. Entre 1968 y 1972, todo cubano que manifestó su decisión de salir del país debió ir a campos agrícolas de trabajos forzados para obtener su permiso de salida.

El récord de Castro en materia de derechos humanos se tornó horrible. Se calcula que alrededor de 18 mil cubanos han sido ejecutados en paredones de fusilamiento o fueron víctimas de asesinatos políticos. A mediados de la década de 1960 a 1970, unos 60 mil cubanos sufrían largas condenas de cárcel por razones políticas en Cuba. Se cree que en los últimos 46 años, decenas de miles de cubanos han muerto mientras intentaban cruzar las peligrosas aguas del Estrecho de la Florida rumbo a Estados Unidos, clandestinamente.

En medio de este torbellino político, Estados Unidos se convierte en el aliado y protector más fiable de la oposición cubana. Abre sus puertas a por lo menos cuatro generaciones migratorias que han producido casi dos millones de exiliados. Desarrolla una política de presión contra la dictadura de Castro, y sus fórmulas políticas, económicas y sociales, y su extraordinario progreso científico, tecnológico y militar, finalmente, ganan la Guerra Fría frente a la Unión Soviética, que se desintegra como nación en 1991 luego de haber otorgado a Castro enormes subsidios económicos, poderío militar y represivo, e influencia diplomática internacional.

Luego entonces, para la inmensa mayoría de los cubanos exiliados en Estados Unidos, no defender los ideales norteamericanos, inclusive su política exterior, sería una despreciable ingratitud. En Estados Unidos, además, han nacido muchos de sus hijos y nietos. Debido a la larga dictadura de Castro, ellos mismos han vivido aquí más tiempo que en la propia Cuba.

Esas y no otras, son las razones del pro-norteamericanismo cubano en Estados Unidos. Para muchos, muy buenas razones.

© CONTACTO Magazine

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