El
terrorista más buscado por Cuba
Mauricio Vicent , Diario EL PAIS.
Univision,
9 de junio de 2005.
Dicen sus amigos que, en el fondo, Gabriel García
Márquez disfruta tanto de las seducciones
del poder y su capacidad de influencia en presidentes
y líderes políticos como de su don
de contar cuentos. Su vocación por los
asuntos de Estado y las mediaciones secretas es
casi tan grande como su pasión por la literatura,
y en ocasiones ficción y realidad se cruzan
y el inventor de Macondo se transforma en protagonista
de insólitas aventuras, como la ocurrida
entre abril y mayo de 1998, cuando sirvió
de intermediario entre su amigo Fidel Castro y
el ex presidente norteamericano Bill Clinton.
Las gestiones de Gabo posibilitaron que ambos
Gobiernos establecieran intercambios secretos
de cooperación antiterrorista durante algún
tiempo.
Terrorismo financiado
La historia, desconocida hasta ahora, la reveló
el propio Castro el pasado 20 de mayo como parte
de una campaña de denuncias para lograr
el procesamiento del terrorista cubano Luis Posada
Carriles, detenido días antes en Miami.
Carriles, un ex colaborador de la CIA acusado
de la voladura de un avión cubano en 1976,
en el que perdieron la vida 73 personas, y de
los atentados con bombas realizados en 1997 contra
varios hoteles de La Habana, entró clandestinamente
a EU el pasado mes de marzo con el fin de solicitar
asilo político. En el año 2000,
Posada fue detenido y encarcelado en Panamá
por haber planeado el asesinato de Castro durante
la Cumbre Iberoamericana que iba a celebrarse
en el istmo.
La presidenta Mireya Moscoso le indultó,
en su último acto de gobierno, en 2004.
Posada reapareció entonces en Miami.
Desde entonces, casi a diario el líder
comunista ha comparecido en la televisión
cubana para exigir a Washington el enjuiciamiento
de Posada Carriles, convirtiendo su caso en un
arma contra el Gobierno de George W. Bush, al
que acusa de distinguir entre terroristas malos,
cuando se trata de Al Qaeda, y buenos, cuando
los autores de los crímenes son exiliados
anticastristas de línea dura.
El mandatario cubano no se ha cansado de repetir
estas semanas que mientras su país ha tratado
siempre de cooperar con EU en materia de lucha
contra el terrorismo, especialmente para evitar
las acciones de los grupos extremistas de Miami,
Washington ha permitido operar a estos grupos
con absoluta impunidad. Es en este contexto, y
para apoyar sus acusaciones, que Castro dio a
conocer las gestiones secretas realizadas hace
siete años a petición suya por el
premio Nobel colombiano en la Casa Blanca.
Lo hizo ante 100 mil personas, reunidas frente
a la Sección de Intereses de Estados Unidos
(SINA) en La Habana, sólo tres días
después de organizar en el mismo lugar
una marcha de más de un millón de
cubanos para exigir el procesamiento y deportación
a Venezuela del terrorista Posada Carriles, quien
escapó de una cárcel de Caracas
en 1985 mientras era procesado por el sabotaje
al avión de Cubana de Aviación.
Ese día, Castro contó con todo
lujo de detalles cómo entre abril y septiembre
de 1997 se produjo una cadena de atentados con
bombas contra varias instalaciones turísticas
de La Habana, explosiones que provocaron la muerte
del joven italiano Fabio di Celmo y decenas de
heridos.
El mandatario responsabilizó a la organización
del exilio Fundación Nacional Cubano-Americana
(FNCA) de financiar los sabotajes, y a Posada,
de organizar la red de terroristas centroamericanos
que pusieron las bombas (en una entrevista con
The New York Times, Posada admitió ser
responsable de los atentados).
Gabo, Carlos Fuentes y Clinton
Tras el estallido de las bombas, Washington,
a través de su misión diplomática
en La Habana, contactó con las autoridades
cubanas para alertar sobre la posibilidad de nuevos
atentados dinamiteros. Según Castro, fue
'partiendo de estos intercambios positivos' y
conociendo del viaje que realizaría Gabriel
García Márquez a Estados Unidos,
donde tenía previsto reunirse con Clinton,
que decidió enviarle un mensaje al presidente
norteamericano.
El mensaje abordaba siete temas. En su alocución
del 20 de mayo, Castro sólo mencionó
el primero, que hacía referencia a 'los
actos terroristas organizados y financiados desde
Estados Unidos contra el pueblo de Cuba'.
Los puntos claves eran tres: los planes de actividades
terroristas contra la isla se mantienen, 'pagados'
por la FNCA y 'usando mercenarios centroamericanos';
Cuba tiene informes de que los grupos terroristas
están dando pasos 'para hacer estallar
bombas en aviones de las líneas aéreas
cubanas o de otro país que viajen a Cuba
trayendo y llevando turistas desde y hacia países
latinoamericanos', con el objetivo de dañar
la industria turística; el tercer asunto,
y el más importante, era la visión
cubana de que la única posibilidad de 'abortar
estos planes' era que Washington cumpliera su
'elemental deber' de luchar contra los terroristas
que tienen su base de operaciones en Miami.
Tras estas revelaciones, el líder comunista
dio lectura al Informe textual de Gabriel García
Márquez sobre la misión solicitada
de hacer llegar el mensaje al presidente Clinton,
que le rindió Gabo días después
de su reunión con el ex consejero de Clinton
para América Latina, Thomas McLarty, y
tres altos funcionarios del Consejo Nacional de
Seguridad de EU. Lo presentó como un 'documento
desclasificado', al que no se le había
hecho 'una sola tachadura'.
De sobra es conocido que las mediaciones realizadas
por Gabo ante Fidel Castro para conseguir la excarcelación
de prisioneros políticos -o la salida del
país de escritores caídos en desgracia,
como Norberto Fuentes o incluso el poeta Raúl
Rivero- son incontables. Pero tampoco son escasas
las que ha realizado al más alto nivel
con presidentes y líderes políticos
de diversos países para suavizar desencuentros
con Cuba.
La famosa cena de Gabo con Carlos Fuentes y Bill
Clinton en casa del novelista norteamericano William
Styron, en la isla de Martha's Vineyard (Massachusetts),
el 29 de agosto de 1994, en plena crisis de las
balsas, es un referente sobre las gestiones discretas
que García Márquez siempre ha realizado
a favor de Cuba, por encargo o de modo propio,
con bastante efectividad. Siempre se dijo que
en aquella ocasión el tema cubano se tocó
de refilón y que la conversación
fue literaria; pero ahora, gracias al informe
'desclasificado' por Castro, se sabe que, durante
la cena, Clinton autorizó a Gabo a hablarle
de la crisis migratoria que estaba teniendo lugar
a condición de no pronunciar él
'ni una palabra'.
Lo cierto es que, días después
de aquel encuentro, la crisis empezó a
resolverse y ambos países firmaron unos
acuerdos migratorios que todavía hoy están
en vigentes.
La reunión de Gabo en las oficinas de
McLarty, en la Casa Blanca, el 6 de mayo de 1998,
tuvo también resultados concretos. Días
después, diplomáticos de ambos países
iniciaron intercambios en La Habana y Washington,
que culminaron con una visita a la capital cubana
de expertos del FBI el 16 y el 17 de junio de
1998. Según Castro, durante esta reunión
Cuba entregó a los agentes norteamericanos
un amplio expediente sobre las acciones de 'la
estructura terrorista dirigida por Luis Posada
Carriles en Centroamérica', incluyendo
64 folios sobre 31 'acciones y planes terroristas'
cometidos contra Cuba entre 1990 y 1998.
Las inconformidades de Castro
De acuerdo con el mandatario cubano, el FBI recibió
también 51 carpetas con reportes sobre
la financiación de la FNCA para ejecutar
los atentados, así como grabaciones de
14 conversaciones telefónicas de Posada
que revelaban detalles sobre ataques en la isla.
Además se entregaron datos para localizar
a Posada, como direcciones de sus residencias
y lugares que frecuentaba en Costa Rica, El Salvador,
Guatemala, Honduras, Panamá y República
Dominicana. Entre los documentos había
40 fichas de cubanos emigrados residentes en Miami
presuntamente ligados a ataques violentos.
Según Castro, 'la parte estadounidense
reconoció el valor de la información
recibida y se comprometió a dar respuesta
del análisis realizado a estos materiales
en el más breve plazo', pero en realidad
ése fue el punto final de la cooperación
que había surgido entonces entre Washington
y La Habana.
Pocos meses después, a instancias del
jefe del FBI en Miami, Héctor Pesquera
-según Castro, vinculado al exilio de línea
dura-, fue desmantelada una red de espionaje de
Cuba dentro de las organizaciones anticastristas.
De los 10 detenidos, cinco se declararon culpables.
Los otros cinco, condenados a largas penas de
privación de libertad, son considerados
héroes por el Gobierno cubano.
A juicio de Castro, lo que ocurrió es
que 'la dirección de la mafia de Miami
se había percatado de los contactos e intercambios
entre las autoridades de Cuba y Estados Unidos
con relación a los brutales actos de terror
que venían cometiéndose impunemente
contra nuestro país, y movieron todas sus
fuerzas e influencias para impedir a toda costa
cualquier avance en ese terreno'.
Según el líder comunista, 'en los
niveles más altos del FBI había
determinada resistencia a la idea de romper los
intercambios con Cuba, pero el empuje y la influencia
política de los líderes de la mafia
pudieron más'.
Así se esfumaron los frutos de las gestiones
secretas de Gabo, que, dijo Castro, han salido
a la luz con su consentimiento. 'Ayer mismo envié
un mensaje a Europa en que le orientaba a nuestro
representante diplomático que le transmitiera
lo siguiente: 'Tengo imprescindible necesidad
de hablar del tema del mensaje que envié
contigo sobre las actividades terroristas contra
nuestro país.
No afecta en nada al destinatario y mucho menos
afectará tu gloria literaria. Se trata
en esencia del texto que yo envié y del
maravilloso informe que me remitiste y lleva tu
inconfundible estilo. Son como las memorias mías,
y pienso que las tuyas estarían incompletas
si no contienen ese mensaje'. Así terminó
Castro su discurso.
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