PRENSA INTERNACIONAL
Enero 31, 2005
 

Cámara lenta

Raúl Rivero, La Habana. El Nuevo Herald, 30 de enero de 2005.

La Habana -- El vehículo más rápido y moderno que ha conseguido en Cuba la prensa alternativa es una moto Berjovina, llamada aquí, por los filólogos de esquina, bicicleta con rabia. La tripuló siempre un tipo joven y alto con pinta de turista sueco que se llama Omar Rodríguez Saludes.

Omar, que apareció en el escuálido escenario de la disidencia interna a principios de los noventa, venía de unos grupos del sindicalismo independiente. Sólo un activista, casi adolescente, con la manía de hacerse acompañar a todas partes por unas máquinas de fotografiar equívocas y desvencijadas.

Esa era su verdadera pasión: la fotografía. Y, lentamente, abandonó su gestión de sindicalista por cuenta propia para iniciar un trabajo de otros riesgos en el quicio que la sociedad civil cubana arrebató, día a día, a la enmarañada estructura del poder totalitario.

Por esos caminos, en los que los bordes fronterizos son invisibles y suelen trazarse con el instinto de conservación y la agudeza, transitó durante más de una década el joven fotógrafo. A pie, en un híbrido de bicicleta china con criolla y, finalmente, en la famosa Berjovina, Rodríguez Saludes retrató todas las imágenes que sus colegas oficialistas no querían, no quieren ver. O no pueden.

Cubrió todas las reuniones, congresos, concertaciones, concilios y diálogos de la disidencia interna y estuvo siempre en los sitios crispados, los ayunos, las manifestaciones y las protestas.

Los rostros de los hombres y mujeres, que fueron nada más sonido durante mucho tiempo, comenzaron a aparecer en los medios de prensa porque el muchacho de la moto los sorprendió en medio de una conversación, en una calle, en el áspero fragor de un registro o a la salida de una estación de policía.

Sus cámaras inseguras y desaliñadas fotografiaron los ámbitos inseguros y desaliñados donde se tiene que mover una oposición asediada por el Estado y, a veces, incomprendida en otros dominios protegidos y lujosos.

Las fotos de Omar Rodríguez Saludes, un profesional que se formó en el tormento de la calle y a golpe de manuales y folletos, son el testimonio gráfico más legítimo y abarcador de la vida, los trabajos y la tenacidad de las fuerzas de la oposición pacífica de Cuba.

Tengo en cuenta para hacer esa afirmación los negativos que le ocupó la policía, los extraviados, los pirateados y los que le robaron y le robarán todavía. A pesar de todo, hay por ahí un archivo con miles de fotografías que le dan a Saludes la credencial de fotorreportero solitario, a bordo de aquel ingenio rabioso y estrafalario, por las calles de Cuba.

No tengo noticias del eficaz armatoste que manejaba el periodista, pero sé que Omar Rodríguez Saludes está preso desde la primavera del 2003 y cumple una condena de 26 años en la cárcel de Agüica, en la provincia occidental de Matanzas.

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