Cámara lenta
Raúl Rivero, La Habana.
El
Nuevo Herald, 30 de enero de 2005.
La Habana -- El vehículo más rápido
y moderno que ha conseguido en Cuba la prensa
alternativa es una moto Berjovina, llamada aquí,
por los filólogos de esquina, bicicleta
con rabia. La tripuló siempre un tipo joven
y alto con pinta de turista sueco que se llama
Omar Rodríguez Saludes.
Omar, que apareció en el escuálido
escenario de la disidencia interna a principios
de los noventa, venía de unos grupos del
sindicalismo independiente. Sólo un activista,
casi adolescente, con la manía de hacerse
acompañar a todas partes por unas máquinas
de fotografiar equívocas y desvencijadas.
Esa era su verdadera pasión: la fotografía.
Y, lentamente, abandonó su gestión
de sindicalista por cuenta propia para iniciar
un trabajo de otros riesgos en el quicio que la
sociedad civil cubana arrebató, día
a día, a la enmarañada estructura
del poder totalitario.
Por esos caminos, en los que los bordes fronterizos
son invisibles y suelen trazarse con el instinto
de conservación y la agudeza, transitó
durante más de una década el joven
fotógrafo. A pie, en un híbrido
de bicicleta china con criolla y, finalmente,
en la famosa Berjovina, Rodríguez Saludes
retrató todas las imágenes que sus
colegas oficialistas no querían, no quieren
ver. O no pueden.
Cubrió todas las reuniones, congresos,
concertaciones, concilios y diálogos de
la disidencia interna y estuvo siempre en los
sitios crispados, los ayunos, las manifestaciones
y las protestas.
Los rostros de los hombres y mujeres, que fueron
nada más sonido durante mucho tiempo, comenzaron
a aparecer en los medios de prensa porque el muchacho
de la moto los sorprendió en medio de una
conversación, en una calle, en el áspero
fragor de un registro o a la salida de una estación
de policía.
Sus cámaras inseguras y desaliñadas
fotografiaron los ámbitos inseguros y desaliñados
donde se tiene que mover una oposición
asediada por el Estado y, a veces, incomprendida
en otros dominios protegidos y lujosos.
Las fotos de Omar Rodríguez Saludes, un
profesional que se formó en el tormento
de la calle y a golpe de manuales y folletos,
son el testimonio gráfico más legítimo
y abarcador de la vida, los trabajos y la tenacidad
de las fuerzas de la oposición pacífica
de Cuba.
Tengo en cuenta para hacer esa afirmación
los negativos que le ocupó la policía,
los extraviados, los pirateados y los que le robaron
y le robarán todavía. A pesar de
todo, hay por ahí un archivo con miles
de fotografías que le dan a Saludes la
credencial de fotorreportero solitario, a bordo
de aquel ingenio rabioso y estrafalario, por las
calles de Cuba.
No tengo noticias del eficaz armatoste que manejaba
el periodista, pero sé que Omar Rodríguez
Saludes está preso desde la primavera del
2003 y cumple una condena de 26 años en
la cárcel de Agüica, en la provincia
occidental de Matanzas.
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