En tiempo real
Armando Añel / Libertad
Digital. España, 31 de enero de 2005.
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La Habana ha hecho saber que toleraría
contactos entre las delegaciones comunitarias
y la oposición pacífica siempre
que no sean públicos y notorios, es decir,
siempre que la disidencia entre a las embajadas
por la puerta de la cocina La excarcelación
a cuentagotas de algunos de los disidentes encarcelados
durante la oleada represiva de marzo de 2003,
incluyendo la del emblemático poeta Raúl
Rivero, ha supuesto un giro en el enfoque europeo
al problema cubano. En este contexto, el Gobierno
de José Luis Rodríguez Zapatero
desempeña un rol de cabecera.
En el seno de la Unión Europea, tras
las excarcelaciones ordenadas por La Habana, la
ofensiva socialista contra las invitaciones a
opositores a las embajadas europeas en Cuba cogió
un segundo aire. El pasado diciembre, los expertos
de los Veinticinco para América Latina
propusieron suspender dichas invitaciones, lo
cual podría ser ratificado este 31 enero.
Así, la posición de La Moncloa recibía
un espaldarazo, a pesar de las divergencias que
continúan acumulándose en Bruselas
(por supuesto que a la propuesta de los expertos
respondió apresuradamente el castrismo
restableciendo contactos oficiales con todas y
cada una de las embajadas comunitarias en la isla).
Supuestamente, Zapatero parte del supuesto de
que sanciones como la de invitar a la oposición
cubana a las recepciones en las embajadas de la
Unión Europea no han surtido los efectos
deseados -esto es, alguna clase de gesto aperturista,
o de clemencia, por parte del régimen de
Fidel Castro-, y es hora de reescribir el guión
Cuba-UE replegando las posiciones comunitarias.
Todo ello obvía las consecuencias políticas
y morales que un retroceso de semejante envergadura
puede traer, ignorando el largo e inflexible historial
del castrismo de cara a la buena voluntad de las
democracias occidentales.
Recuérdese un gesto previo de alto contenido
simbólico. Hace pocas semanas el embajador
español en La Habana se dirigió
a los disidentes invitados a la celebración
del Día de la Hispanidad anunciándoles
la intención de su Gobierno de sacrificarlos
en el altar del diálogo con Castro. De
esta manera, el señor Carlos Alonso Zaldívar
desvelaba la peor cara de un PSOE que, con el
desplante a los demócratas cubanos en su
propia sede diplomática, rompía
la cadena por el eslabón más débil.
En cualquier caso, como señalara en diciembre
el ministro holandés de Asuntos Exteriores,
Bernard Bot, las últimas movidas de la
dictadura no resultan suficientes. Habría
que comprobar, en tiempo rigurosamente real, si
el régimen precipita la dinámica
de las excarcelaciones o si se trata, únicamente,
de liberaciones temporales de unos pocos prisioneros
con el objetivo de vender una imagen de moderación
o conciliación que refuerce la ofensiva
emprendida por Zapatero. Conviene recordar que
aunque al momento de las declaraciones de Bot
el régimen había concedido "licencias
extrapenales" -eufemismo por libertad condicional-
a trece de los 75 disidentes condenados a penas
de hasta 28 años de cárcel, desde
abril de 2004 al menos catorce opositores han
sido encarcelados y otros cuatro enviados a prisión
domiciliaria.
En esta cuerda, la Propuesta a la Unión
Europea en apoyo al pueblo cubano
divulgada hace pocos días por el Movimiento
Cristiano Liberación (MCL) que encabeza
Oswaldo Payá, contiene sugerencias puntuales,
a llevar a la práctica en tiempo real.
El MCL propone a la UE, con vistas al establecimiento
de una relación normal con el Gobierno
cubano, "que los 75 [disidentes encarcelados
en 2003] salgan [de la cárcel] en seis
meses y todos los presos políticos [suman
más de 300] en el próximo año".
"Si no hay esa perspectiva clara -argumenta
el documento-, no le vemos sentido a hablar de
una relación normal, porque sería
una relación sobre la anormalidad de esta
violación de los derechos humanos".
Resumiendo: La Habana ha hecho saber que toleraría
contactos entre las delegaciones comunitarias
y la oposición pacífica siempre
que no sean públicos y notorios, es decir,
siempre que la disidencia entre a las embajadas
por la puerta de la cocina. A cambio, está
dispuesta a ofrecer más de lo mismo: la
excarcelación parcial y condicionada de
quienes nunca debieron ser encarcelados mientras
continúa recaudando presos de conciencia.
Una actitud que, como demuestran los modelos de
actuación seguidos por el castrismo durante
casi medio siglo, estimularían las concesiones
impulsadas por La Moncloa.
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