PRENSA INTERNACIONAL
Enero 24, 2005
 

Decálogo de la liberalización

Ernesto F. Betancourt, El Nuevo Herald, 23 de enero de 2005.

En mi columna anterior comentaba que Ucrania demuestra que es factible un tránsito pacífico de un régimen represivo si el pueblo se une. Y proponía como lema para Cuba ¡Liberalización sí, centralización no! Hace falta dar contenido a lo que quiere decir liberalización. Básicamente, que el Estado existe para servir al ciudadano y no al revés, como ocurre en la Cuba actual. O sea, hay una serie de aspectos del régimen feudal actual que deben ser modificados para lograr la liberalización. Esa es la meta alrededor de la cual debemos buscar un consenso nacional. Para ello, sugiero el siguiente decálogo:

o En materia de derechos humanos, esto significa el fin de todas las formas de represión y de restricción de medios de comunicación, así como la libertad de todos los presos de conciencia y la restauración de la libertad de expresión y de todos los otros derechos establecidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

o En materia judicial, se requiere el retorno de un régimen de derecho en la isla, con la independencia del poder judicial y el libre ejercicio de la profesión de abogado, así como que los ciudadanos acepten que su deber es respetar las leyes que apruebe un poder legilativo igualmente independiente.

o En materia electoral, se requiere libertad de organizar partidos y de participar en elecciones, bajo observadores internacionales, incluyendo a los cubanos de ultramar. El monopolio del PCC tiene que terminar.

o En materia económica, debe prevalecer el mercado y no la economía de comando. Debe haber una sola moneda y no la diversidad actual, así como libertad para que individuos y empresas importen los insumos que requieran. El actual sistema de control de cambios centralizado debe desaparecer. El papel del Estado es promover el bienestar de todos y velar por la protección de los derechos ciudadanos como inversionistas, trabajadores y consumidores.

o En materia empresarial, los bienes de producción deben ser propiedad de personas o entidades jurídicas privadas, no del Estado. Deberá iniciarse un proceso de privatización y/o compensación por los bienes confiscados a ciudadanos nacionales y extranjeros, compatible con el crecimiento económico. El Estado deberá estimular la creación de empresas y proteger su existencia.

o En materia laboral, los obreros deberán ser contratados directamente por sus empleadores y gozar del derecho de libre asociación para organizarse en la defensa de sus derechos e intereses. La dócil CTC actual debe ser reemplazada por una que defienda los intereses de los trabajadores. Se debe revisar el sistema de pensiones para vincularlo al crecimiento económico y mejorar los pagos, respetando el equilibrio actuarial.

o En materia de salud, liberalización quiere decir que, al mismo tiempo que se garantiza el servicio médico a toda la población, se permita la práctica privada para facilitar a los profesionales un ingreso adecuado. Quien pueda pagar, debe tener acceso a servicios médicos privados. El sistema privado, asociacional y público debe restaurarse.

o En materia de educación, al mismo tiempo que se garantiza acceso a todos a la educación pública, los ciudadanos que opten por la opción privada, ya sea laica o religiosa, deberán tener acceso a esa oportunidad.

o En materia de vivienda, el Estado no debe inmiscuirse en la venta, alquiler o mantenimiento de viviendas. Eso debe dejarse al libre intercambio entre los ciudadanos. La industria de la construcción debe ser dejada a la iniciativa privada, con la regulación estatal necesaria para proteger a los ciudadanos.

o En materia de gobierno local, se debe delegar al nivel regional y local la mayor provisión posible de servicios sociales a la ciudadanía y se debe fortalecer la capacidad financiera de esos niveles de gobierno. Se debe alentar la participación ciudadana en la solución de los problemas de sus comunidades. Eventualmente, se debe regresar a la estructura provincial y municipal tradicional.

El proceso de tránsito pacífico de una sociedad centralizada a una liberalizada puede y debe empezarse cuanto antes, inclusive por gente dentro del actual régimen y con ayuda de los cubanos de ultramar. Lo importante es si una medida contribuye a avanzar en el tránsito hacia una mayor liberalización, no quién promueve esa medida. El odio y el resentimiento son reacciones comprensibles ante tanta ignominia, pero no ofrecen una base constructiva para el futuro mejor que el pueblo de Cuba ansía y se merece.

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