Mariel Injustice
Alberto Muller. Diario
Las Américas, 18 de enero de 2005.
La justicia, en ocasiones tarda, pero llega si
vivimos en un país de leyes como los Estados
Unidos.
Hace exactamente 18 años que un grupo
de cubanos, a los cuales en aquella época,
muy pocos quisieron escuchar ni prestar atención,
escribieron un libro denuncia que se tituló
"Mariel Injustice" o en español,
La Injusticia de Mariel.
El grupo compuesto por activistas, escritores,
abogados y actores lo encabezaba Siro del Castillo,
ese incansable luchador cubano en pro de los derechos
humanos. El resto del grupo lo integraban Salvador
Subirá (escritor y ex preso-político),
Marta Velazco (actriz), Carlos Gastón (activista
y escritor, ya fallecido), Angel Cuadra (poeta),
Ramiro Lorenzo (ex-preso político), Uva
de Aragón (escritora) y Elio Muller (abogado
radicado en Tampa).
El libro que se publicó en inglés
para concientizar a la opinión pública
norteamericana y para conmemorar el bicentenario
de la Constitución de los Estados Unidos,
comenzaba con una bendición muy sencilla
y profunda, que rezaba así:
"God bless this book in its search for justice"
y lo firmaba en la Ermita de la Caridad el 1ero
de diciembre de 1987, el mismo inspirador moral
del libro, monseñor Agustín Román.
Desempolvé el libro cuando leí
con profunda alegría humana el dictamen
reciente de la Corte Suprema de los Estados Unidos,
que sentenciaba "que si un prisionero innimigrante
en los Estados Unidos no puede ser deportado a
su país de origen, una vez cumplida su
condena, no puede permancer en la cárcel
por más de 6 meses", pues básicamente
ese era el argumento principal del libro en cuestión.
Los prisioneros de Mariel que cometieron delitos
en los Estados Unidos, la mayoría delitos
menores, aunque había algunos delitos de
mayor cuantía, han permanecido más
de 20 años en la cárceles con sus
condenas cumplidas.
Lamentable injusticia muy cerca de lo inentendible,
pues inclusive entre esos presos los había
enfermos mentales y menores de edad.
Y debe decirse que la inmensa mayoría
de los detenidos que habían cometido delitos
menores, tenían familiares en los Estados
Unidos.
Pero al final, aunque con un daño humano
irreparable, se ha hecho justicia, lo que demuestra
que los Estados Unidos es un país de ley,
aunque en ocasiones su interpretación se
haga con cierta lentitud.
Por aquellos años, el gobierno de los
EU negoció con el gobierno cubano un acuerdo
migratorio para devolver a los llamados presos
de Mariel a la isla, pero esos acuerdos se rompieron
en 1985, una vez que alguna decenas de prisioneros,
en contra de su voluntad, ya habían sido
entregados a las autoridades comunistas cubanas.
Después vinieron los motines de Oakdale
y Atlanta que mostraron al mundo el hecho maravilloso
que ni los presos de Mariel, a pesar de estar
retenidos en las cárceles norteamericanas
por el Servicio de Inmigración y Naturalización,
después de haber cumplido sus condenas,
querían ser devueltos a Cuba comunista
bajo ninguna circunstancia.
Preferían mil veces la discriminación
del Servicio de Inmigración del Departamento
de Justicia de los Estados Unidos que el maltrato
conocido en las cárceles cubanas.
Pero ahora viene una preocupación social
ante la cual la comunidad debe saber actuar con
sentido humano y sin demora.
¿Cómo ayudar para que estos cubanos
cubanos que saldrán de las cárceles
de los Estados Unidos, después de 20 años
encarcelados injustamente, se puedan integrar
con normalidad a la sociedad norteamericana?
Podríamos sugerirle a los autores de este
libro, que se adelantaron en casi dos décadas
a la Corte Suprema de los Estados Unidos, y que
demostraron tener una visión humana más
sensible que el resto de la comunidad, que vuelvan
a donar su generosidad y su tiempo para que la
justicia en este caso, se haga realidad.
Estos cubanos saldrán de las cárceles
norteamericanas dolidos físicamente, dañados
moralmente y desequilibrados emocionalmente.
Obviamente, van a necesitar mucha ayuda humana
en sentido integral, tanto desde un ángulo
sicológico, social y hasta material.
Ayudémoslos sin titubeos. Y tal vez, Monseñor
Román, a pesar de que ya está retirado
y enfermo, podría ser la inspiración
moral de esta misión.
albmul@bellsouth.net
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