PRENSA INTERNACIONAL
Enero 18, 2005
 

Navidad: La vida tendrá la última palabra

Revista Vitral No. 64 * año XI * Cuba, noviembre-diciembre de 2004.

Navidad es la fiesta de la vida que nace. Es la fiesta de la luz que vence a las tinieblas. Es la fiesta del día que siempre viene tras la noche más oscura. Navidad es la fiesta de la esperanza.

Cuando los pueblos caminan en las tinieblas les cuesta mucho trabajo vislumbrar la luz al final del túnel. Es difícil vivir con esperanza cuando todo se pone más difícil, pero precisamente es cuando más falta hace la esperanza.

Cuba vive en esta situación. Al llegar las fiestas de Navidad y Año Nuevo, viene siempre la pregunta: ¿Será ésta la última Navidad que celebremos en medio de esta oscuridad? ¿Será el 2005 un año verdaderamente nuevo para los cubanos?

Y ahí vienen las tentaciones de la desesperanza, del pesimismo, de la postración: Hace años que esperamos la luz. ¿Desde cuándo estamos esperando? ¿Hasta cuándo debemos esperar?

Y si a algunos se les ocurre decir: ¡Pronto! Entonces se recurre al argumento más flojo y fácil: Pero, si hace cuarenta años que estoy escuchando lo mismo… y no pasa nada.
Esta lógica del cansancio y la desesperanza nos lleva al inmovilismo, a la frustración. Nos faltan fuerzas para seguir hasta el final. Nos parece que nada cambia. Nos parece que la noche será interminable.

Pues, precisamente, porque hace más de cuarenta años estamos esperando la luz de una mejoría y lo que tenemos es una noche más oscura, precisamente porque hace mucho tiempo que estamos esperando que la "cosa" cambie para bien de todos, precisamente porque esa espera se ha hecho tan larga, es que tenemos el mejor argumento para poder afirmar que la noche está terminando, que el día se acerca, que la luz amanece.

Este es el mensaje y el sentido de la Navidad: No hay noche tan larga que no tenga su amanecer. Mientras más larga ha sido la espera más cercano está el día. Mientras más oscuras sean las tinieblas más cerca está la salida del sol.

Una vez más, sin cansarnos, con la certeza de que para Cuba se acerca el día, queremos presentar, teniendo en cuenta las evidencias que nos gritan desde el empeoramiento de la situación, nuestra profunda convicción de que esta profecía de Isaías, pronunciada 700 años antes del nacimiento de Cristo, presentada a aquel pueblo en los momentos en que todo se acababa y todo se derrumbaba, mantiene hoy toda su vigencia para nuestro mundo y especialmente para nuestro pueblo:

"Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal,
que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas,
que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo.
Ay de los valientes para beber vino,
y los aguerridos en mezclar licores;
de los que por soborno absuelven al culpable
y niegan la justicia al inocente."

"Vagará afligido y hambriento,
y rabioso de hambre maldecirá a su rey y a su Dios.
Volverá la cabeza a lo alto y mirará a la tierra:
encontrará aprieto y oscuridad sin salida,
angustia y tinieblas persistentes.

"Pero el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz,
a los que habitaban en tinieblas y en sombra de muerte
una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo:
se gozan en tu presencia, como gozan al cosechar,
como se alegran al repartirse un botín.
Porque la vara del opresor,
el yugo de su carga,
el bastón de su hombro,
los quebrantaste como en el día de Madián.
Porque la bota que pisa con estrépito
y la capa empapada en sangre,
serán combustible y pasto del fuego.

"Porque un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado,
lleva al hombro el principado, y es su nombre:
Maravilla de Consejero…
Padre Perpetuo,
Príncipe de la Paz.
Para dilatar el principado con una paz sin límites…
Para consolidarlo y sostenerlo con la justicia y el derecho,
desde ahora y por siempre.
El celo del Señor lo realizará."
(Isaías 5,20-23. 8,21-22.9,1-6)

Estas profecías fueron escritas para un pueblo que había experimentado en su propia vida unas circunstancias semejantes a las nuestras. Los que creemos en Dios encontramos en la Biblia las enseñanzas y la luz que necesitamos para caminar por esta vida.

Escritas hace 2700 años conservan hoy toda su fuerza y su novedad. En cada época y en cada nación, Dios vuelve a anunciar una Buena Noticia que es una gran alegría para todo el pueblo:

La angustia de hoy pasará y pasará tanto más rápido cuando desterremos el odio y la mentira, pasará tanto más rápido cuando no cedamos a llamarle al mal bien y llamarle luz a la oscuridad. Este es nuestro aporte: vivir en la verdad en el pequeño ámbito donde se desarrolla nuestra vida cotidiana; no ceder a la desesperanza porque, si hacemos esto, si cada mañana nos levantamos con el propósito de no ser cómplices de la mentira y de la vara del opresor, entonces el "celo del Señor" realizará esta profecía.

Pero que no nos pase como al pueblo de Israel, que esperaban un Mesías que lo hiciera todo, que de forma mágica, inmediata y falsamente milagrosa, cambiara toda la realidad de un tirón, sin que ellos movieran un dedo. Esto es imposible. Dios no quiere marionetas, sino hombres y mujeres libres y responsables que sean "los protagonistas de su propia historia personal y nacional".

Navidad es una fiesta de esperanza. Pero la esperanza no se realiza esperando tumbado junto al camino de la vida…esperando a que la solución de nuestros problemas venga de "arriba" o de "fuera".

Navidad es la fiesta de la luz que vence a las tinieblas. Pero esa luz no viene sola, hay que encenderla en nuestros corazones, en el corazón de los que nos encontramos diariamente, esa luz no surge de un mecanismo sin alma. Esa luz surge de la voluntad de abrir los ojos a la verdad, de buscar la ventana de libertad, de traspasar el umbral del miedo. Con miedo la luz agoniza, con libertad la luz se comparte.

Si ponemos nuestra parte para compartir la luz que tenemos, si ponemos nuestra parte para sembrar una esperanza con los pies en esta tierra, y no con la mente y el corazón en otras, si logramos dejar a un lado el gesto crispado y la actitud soberbia, si aprendemos a solucionar nuestros conflictos por los caminos de la paz, entonces podremos decir con razón y con corazón: ¡FELIZ NAVIDAD!

Y podremos esperar y trabajar para que el Año Nuevo 2005 conduzca a nuestro pueblo hacia su propia liberación por los caminos de la paz.

Pinar del Río, 20 de octubre de 2004.

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