¿Cubanzuela?
Miguel Sanmartín. El
Universal, Venezuela, 16 de enero de 2005.
La campaña de confiscación de tierras
emprendida por el régimen tiene un calculado
propósito político y acarreará
unas cuantas consecuencias peligrosas. La intención
manifiesta de esta "gesta zamorana"
es proselitista, con vista a los varios procesos
eleccionarios por venir, aunque haya quienes acoten,
con la evidencia como argumento, que la arremetida
sería para legalizar las invasiones ya
consumadas. Como también hay _¡oh,
sorpresa!_ entre los adversarios del "proceso"
que ayer rechazaron y protestaron contra las leyes
habilitantes, entre otras la de Tierras, quienes
hoy consideran "necesario" combatir
el latifundio.
Entre los efectos dañinos que se infiere
acarreará esta efectista colonización
están la ranchificación del agro,
despilfarro de los recursos destinados a créditos,
corrupción, más desempleo, mayor
empobrecimiento, posibles enfrentamientos entre
campesinos, caída de la producción,
desabastecimiento, desinversión en este
y otros campos económicos y fuga de capitales
alarmados por la inseguridad jurídica reinante.
Es evidente que la rapiña _para la posterior
asignación en comodato_ de esas tierras
de particulares, muchas en plena producción,
no es imperiosa a los fines de garantizar la seguridad
alimentaria de los venezolanos. Como también
es sabido que el mayor latifundista del país
es el propio Estado, que dispone de suficientes
extensiones de terreno para incentivar, si ese
fuese el propósito, la agricultura artesanal
sin la necesidad de agredir la propiedad privada
_consagrada, que no respetada, en la Constitución_
ni afectar con ello la producción tecnificada.
Salvo en lo político, la ineficiencia
gerencial de los revolucionarios ha quedado demostrada
en estos seis años de gestión. Uno
de sus rasgos más recurrentes es el incumplimiento
de promesas y proyectos y también la devastación.
Como el insecticida aquel, la "revolución
bonita" por donde pasa arrasa. ¿Ejemplos?
Vargas (a cinco años del deslave), Pdvsa,
FAN, fundos zamoranos, gallineros verticales,
los planes Avispa y Reviva, ruta de la empanada
y proyectos con la yuca, arroz y plátano,
entre otros. Aun en las iniciativas que se consideran
exitosas del régimen _las misiones_ los
beneficios para la población en términos
de calidad y alcance son relativos.
Se teme que, en el mediano plazo, las áreas
de cultivo se transformen en lo que hoy es el
Municipio Libertador, que está invadido
de ranchos, saturado de buhoneros, sembrado de
indigentes y niños de la calle, desvalijado,
tapiado de basura, pestilente, cundido de baches,
acosado por el hampa y cercado por la anarquía.
¿Será necesario que los predios
agrarios devengan en desiertos y que debamos padecer
las consecuencias de ello para que el país
reaccione? La afectación de la actividad
agrícola hará todavía más
pobres a quienes la ejercen y la escasez de alimentos
provocará, entre otros efectos, más
dependencia externa e inflación.
A la gravedad de la confiscación de tierras
se añaden otras acciones que el régimen
está por emprender _intervención
de la educación privada, clínicas,
gremios, etc._ y la promulgación de más
leyes hegemónicas y represivas delineadas
para colocar el control del país en un
solo puño. ¿Qué no vamos
hacia otra Cuba? Fíjense lo que está
pasando para obtener pasaportes. Lo que viene
es cola pareja.
msanmartin@eluniversal.com
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