PRENSA INTERNACIONAL
Enero 17, 2005
 

Castro amarra el dólar para desatar la sucesión

Pablo Alfonso, El Nuevo Herald, 16 de enero de 2005.

Con el retorno a una estricta centralización económica, el régimen cubano pretende, entre otros objetivos, garantizar la sucesión política que ya está en marcha en la medida en que Fidel Castro va cediendo mayores cuotas de gobierno a su hermano Raúl, ministro de las Fuerzas Armadas y sucesor designado.

Las recientes medidas centralizadoras, cuyo punto culminante ha sido la creación de una cuenta única para el control de divisas, están despojando de poder económico a importantes grupos de empresarios estatales con potencial influencia política. Un objetivo importante para evitar que estos grupos interfieran en el proceso de sucesión, disputándose parcelas de poder político.

''Todo este proceso de recentralización tiene razones ideológicas y político-estratégicas en términos de la sucesión'', afirmó Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de Economía de la Universidad de Pittsburgh. "A Castro no le gustaron nunca las reformas económicas que se implementaron a principios de la década de 1990 y ahora ante la perspectiva de su muerte o incapacidad para seguir gobernando, las está eliminando''.

Mesa, quien ha estudiado por décadas la economía cubana, señaló que el retorno a la centralización económica le devuelve al estado y al Partido Comunista un mayor control en las decisiones.

''Con la recentralización evitan la dispersión del poder económico y por ende político, sacrifican la eficiencia del desempeño económico en aras de fortalecer el poder político del Estado'', subrayó.

Según Jorge Domínguez, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard y especialista en asuntos cubanos, la sucesión en la isla ya está en marcha; y esta etapa de ese proceso se caracteriza por una renovación, a todos los niveles, de dirigentes políticos y empresariales jóvenes, que no representan un reto político para el sucesor.

''La destitución de un super ministro, con un historial como el de Marcos Portal, quien era señalado como uno de los posibles sucesores de Castro, puede interpretarse en esa dirección'', afirmó Domínguez. "Fue un chivo expiatorio en el problema eléctrico, pero puede considerarse que detrás hubo una razón política''.

Portal fue destituido como ministro de la Industria Básica a raíz de la rotura en octubre de la termoeléctrica Antonio Guiteras, en Matanzas, que provocó prolongados apagones en todo el país y un creciente malestar en la población.

Domínguez, director del Centro Weatherhead de Asuntos Internacionales, en Harvard, recordó que Portal fue uno de los arquitectos de la inversión extranjera en Cuba para crear empresas mixtas, y llevó a la isla a la empresa minera canadiense Sherrit, además de considerarse un "ministro exitoso en sus gestiones empresariales''.

En un país donde quienes dependen de la moneda nacional sobreviven en la estrechez y la miseria, los que manejan divisas y pesos convertibles, popularmente llamados chavitos, disfrutan de mayor bonanza, bienestar y poder. A ese grupo de privilegiados pertenecen los administradores de las grandes corporaciones estatales y los gerentes cubanos de las empresas mixtas, asociadas al capital extranjero, en su mayoría altos oficiales en retiro de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior.

''Toda esta gente tiene ahora que volver a depender de su lealtad al Estado y en especial al Jefe'', afirmó desde La Habana Vladimiro Roca, dirigente del grupo opositor Todos Unidos. "Se les acabó la autonomía, que en realidad podía calificarse como privilegio''.

Roca indicó que el nivel de vida de estos ''hombres de negocios'' vinculados al mundo empresarial del estado ha sido siempre muy superior al del resto de la población y la influencia política que han ejercido se medía por su mayor o menor capacidad de manejar divisas.

''No tengo dudas de que estas medidas centralizadoras van a afectar esos niveles de vida y van a reducir sus influencias políticas'', indicó.

De hecho, hay quienes afirman que muchos de estos influyentes empresarios disfrutaban de cuentas en divisas en el extranjero, producto de transacciones fraudulentas, y que las ingresaban periódicamente en el país.

''Con la eliminación del dólar se les ha complicado la vida'', precisó Roca, "porque ahora no pueden justificar fácilmente la tenencia de divisas''.

No hay duda de que las cosas han cambiado. Con la entrada en vigor de la Resolución 92/2004 del Banco Central de Cuba, desde el pasado 1ro. de enero, ninguna empresa estatal puede disponer libremente de divisas.

Sus compras que involucren divisas o chavitos tienen que ser previamente aprobadas. Asimismo, las divisas y chavitos que obtengan como resultado de sus operaciones tienen que ser depositados en la Cuenta Unica de Ingresos en Divisas del Estado, que administra el Banco Central.

Incluso los dividendos que corresponden a la parte cubana de las empresas mixtas tienen que destinarse a dicha cuenta, que será controlada por un Comité de Aprobación de Divisas. Ese comité, integrado por un grupo selecto de funcionarios, tendrá ahora la última palabra en materia de cuánto y cuándo pueden disponer de divisas extranjeras las empresas estatales.

Para que no quede ningún resquicio la resolución establece claras prohibiciones como la descrita en su capítulo 7mo.:

"Los bancos cubanos no procesarán ninguna transacción en pesos convertibles o divisas de las entidades cubanas que no haya sido previamente autorizada por el Comité de Aprobación de Divisas''.

Las medidas centralizadoras que se produjeron en el marco de las sesiones de la Asamblea Nacional, a fines de diciembre, vinieron acompañadas también de ''buenas noticias'', algunas de las cuales han sido cuestionadas por los analistas.

La más polémica es el aumento del 5 por ciento del Producto Industrial Bruto (PIB) en el 2004, a diferencia del 3 por ciento adelantado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de Naciones Unidas.

La diferencia se basa en el llamado modelo cubano para calcular el PIB. Un invento sugerido por Castro a fines del 2003, mediante el cual Cuba incluye en el valor de su producción, también el valor de los servicios de salud pública y educación, aunque en realidad nadie sabe cómo los economistas cubanos realizan tales cálculos.

El PIB es el resultado del valor de la producción que, por supuesto, debe tener en cuenta los precios de los productos. Para evitar distorsiones, se escoge siempre un año base, con precios fijos, para comparar el desempeño del PIB. Las estadísticas oficiales de Cuba igualmente han alterado ese sistema.

''Pudiera pensarse que se están engañando a ellos mismos'', dijo Mesa-Lago, "pero el asunto tiene también una explicación política''.

Explicó que durante el breve período en que se aplicaron las modestas reformas, la economía cubana comenzó a dar muestras de recuperación, demostrando así que el camino correcto era profundizar las mismas y dando la razón a los reformistas.

''Tan pronto se paralizaron las reformas dejó de crecer la economía. Eso no lo podía reconocer Castro y se inventó este modelo para hacer creer que la economía sigue creciendo'', explicó Mesa-Lago. "Lo que resulta patético es que un hombre como el ministro de Economía, José Luis Rodríguez, abierto partidario de las reformas, sea ahora quien esté clamando por la centralización, para no perder el favor del gobierno''.

 

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