Castro amarra el dólar para
desatar la sucesión
Pablo Alfonso, El
Nuevo Herald, 16 de enero de 2005.
Con el retorno a una estricta centralización
económica, el régimen cubano pretende,
entre otros objetivos, garantizar la sucesión
política que ya está en marcha en
la medida en que Fidel Castro va cediendo mayores
cuotas de gobierno a su hermano Raúl, ministro
de las Fuerzas Armadas y sucesor designado.
Las recientes medidas centralizadoras, cuyo punto
culminante ha sido la creación de una cuenta
única para el control de divisas, están
despojando de poder económico a importantes
grupos de empresarios estatales con potencial
influencia política. Un objetivo importante
para evitar que estos grupos interfieran en el
proceso de sucesión, disputándose
parcelas de poder político.
''Todo este proceso de recentralización
tiene razones ideológicas y político-estratégicas
en términos de la sucesión'', afirmó
Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de
Economía de la Universidad de Pittsburgh.
"A Castro no le gustaron nunca las reformas
económicas que se implementaron a principios
de la década de 1990 y ahora ante la perspectiva
de su muerte o incapacidad para seguir gobernando,
las está eliminando''.
Mesa, quien ha estudiado por décadas la
economía cubana, señaló que
el retorno a la centralización económica
le devuelve al estado y al Partido Comunista un
mayor control en las decisiones.
''Con la recentralización evitan la dispersión
del poder económico y por ende político,
sacrifican la eficiencia del desempeño
económico en aras de fortalecer el poder
político del Estado'', subrayó.
Según Jorge Domínguez, profesor
de Ciencias Políticas de la Universidad
de Harvard y especialista en asuntos cubanos,
la sucesión en la isla ya está en
marcha; y esta etapa de ese proceso se caracteriza
por una renovación, a todos los niveles,
de dirigentes políticos y empresariales
jóvenes, que no representan un reto político
para el sucesor.
''La destitución de un super ministro,
con un historial como el de Marcos Portal, quien
era señalado como uno de los posibles sucesores
de Castro, puede interpretarse en esa dirección'',
afirmó Domínguez. "Fue un chivo
expiatorio en el problema eléctrico, pero
puede considerarse que detrás hubo una
razón política''.
Portal fue destituido como ministro de la Industria
Básica a raíz de la rotura en octubre
de la termoeléctrica Antonio Guiteras,
en Matanzas, que provocó prolongados apagones
en todo el país y un creciente malestar
en la población.
Domínguez, director del Centro Weatherhead
de Asuntos Internacionales, en Harvard, recordó
que Portal fue uno de los arquitectos de la inversión
extranjera en Cuba para crear empresas mixtas,
y llevó a la isla a la empresa minera canadiense
Sherrit, además de considerarse un "ministro
exitoso en sus gestiones empresariales''.
En un país donde quienes dependen de la
moneda nacional sobreviven en la estrechez y la
miseria, los que manejan divisas y pesos convertibles,
popularmente llamados chavitos, disfrutan de mayor
bonanza, bienestar y poder. A ese grupo de privilegiados
pertenecen los administradores de las grandes
corporaciones estatales y los gerentes cubanos
de las empresas mixtas, asociadas al capital extranjero,
en su mayoría altos oficiales en retiro
de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior.
''Toda esta gente tiene ahora que volver a depender
de su lealtad al Estado y en especial al Jefe'',
afirmó desde La Habana Vladimiro Roca,
dirigente del grupo opositor Todos Unidos. "Se
les acabó la autonomía, que en realidad
podía calificarse como privilegio''.
Roca indicó que el nivel de vida de estos
''hombres de negocios'' vinculados al mundo empresarial
del estado ha sido siempre muy superior al del
resto de la población y la influencia política
que han ejercido se medía por su mayor
o menor capacidad de manejar divisas.
''No tengo dudas de que estas medidas centralizadoras
van a afectar esos niveles de vida y van a reducir
sus influencias políticas'', indicó.
De hecho, hay quienes afirman que muchos de estos
influyentes empresarios disfrutaban de cuentas
en divisas en el extranjero, producto de transacciones
fraudulentas, y que las ingresaban periódicamente
en el país.
''Con la eliminación del dólar
se les ha complicado la vida'', precisó
Roca, "porque ahora no pueden justificar
fácilmente la tenencia de divisas''.
No hay duda de que las cosas han cambiado. Con
la entrada en vigor de la Resolución 92/2004
del Banco Central de Cuba, desde el pasado 1ro.
de enero, ninguna empresa estatal puede disponer
libremente de divisas.
Sus compras que involucren divisas o chavitos
tienen que ser previamente aprobadas. Asimismo,
las divisas y chavitos que obtengan como resultado
de sus operaciones tienen que ser depositados
en la Cuenta Unica de Ingresos en Divisas del
Estado, que administra el Banco Central.
Incluso los dividendos que corresponden a la
parte cubana de las empresas mixtas tienen que
destinarse a dicha cuenta, que será controlada
por un Comité de Aprobación de Divisas.
Ese comité, integrado por un grupo selecto
de funcionarios, tendrá ahora la última
palabra en materia de cuánto y cuándo
pueden disponer de divisas extranjeras las empresas
estatales.
Para que no quede ningún resquicio la
resolución establece claras prohibiciones
como la descrita en su capítulo 7mo.:
"Los bancos cubanos no procesarán
ninguna transacción en pesos convertibles
o divisas de las entidades cubanas que no haya
sido previamente autorizada por el Comité
de Aprobación de Divisas''.
Las medidas centralizadoras que se produjeron
en el marco de las sesiones de la Asamblea Nacional,
a fines de diciembre, vinieron acompañadas
también de ''buenas noticias'', algunas
de las cuales han sido cuestionadas por los analistas.
La más polémica es el aumento del
5 por ciento del Producto Industrial Bruto (PIB)
en el 2004, a diferencia del 3 por ciento adelantado
por la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL), de Naciones Unidas.
La diferencia se basa en el llamado modelo cubano
para calcular el PIB. Un invento sugerido por
Castro a fines del 2003, mediante el cual Cuba
incluye en el valor de su producción, también
el valor de los servicios de salud pública
y educación, aunque en realidad nadie sabe
cómo los economistas cubanos realizan tales
cálculos.
El PIB es el resultado del valor de la producción
que, por supuesto, debe tener en cuenta los precios
de los productos. Para evitar distorsiones, se
escoge siempre un año base, con precios
fijos, para comparar el desempeño del PIB.
Las estadísticas oficiales de Cuba igualmente
han alterado ese sistema.
''Pudiera pensarse que se están engañando
a ellos mismos'', dijo Mesa-Lago, "pero el
asunto tiene también una explicación
política''.
Explicó que durante el breve período
en que se aplicaron las modestas reformas, la
economía cubana comenzó a dar muestras
de recuperación, demostrando así
que el camino correcto era profundizar las mismas
y dando la razón a los reformistas.
''Tan pronto se paralizaron las reformas dejó
de crecer la economía. Eso no lo podía
reconocer Castro y se inventó este modelo
para hacer creer que la economía sigue
creciendo'', explicó Mesa-Lago. "Lo
que resulta patético es que un hombre como
el ministro de Economía, José Luis
Rodríguez, abierto partidario de las reformas,
sea ahora quien esté clamando por la centralización,
para no perder el favor del gobierno''.
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