Cabrera Infante muere lejos de Cuba
Cabrera Infante falleció anoche en el hospital Chelsea
and Westminster de la capital inglesa, donde se encontraba ingresado desde la
pasada semana. El óbito del escritor, que tenía 75 años,
se produjo a consecuencia de una septicemia, derivada de numerosos problemas de
salud que aquejaban en los últimos meses al autor de "Mea Cuba",
que, feroz opositor del régimen castrista, vivía exiliado en Londres
desde hace casi 40 años. Gonzalo Suárez.
La Razón Digital, España, 22
de febrero de 2005. Londres- Cabrera Infante había sido ingresado
en el centro hospitalario londinense tras fracturarse la cadera al caerse en su
domicilio de Londres, donde residía desde hacía casi cuatro décadas.
Hacia las diez de la noche, hora inglesa, el organismo del autor de "Tres
tristes tigres" consumió sus últimas energías, melladas
por múltiples problemas de salud sufridos en los últimos meses.
Además, el pasado mes de agosto el escritor, premio Cervantes 1997, fue
sometido en la capital británica a una operación de "bypass"
en su corazón que le forzó a parar su frenética actividad
literaria varias semanas. La semana pasada, cuando los rumores sobre el fallecimiento
de Cabrera comenzaron a circular, su propia esposa se vio obligada a intervenir.
Preocupada tras recibir decenas de llamadas de familiares y amigos, Miriam Gómez
se dirigió a la Prensa para desmentir las especulaciones y mostrar su confianza
en la pronta recuperación de su marido. Pasión por el cine.
Nacido en Gibara (Cuba) el 22 de abril de 1929, a los 12 años de
edad se trasladó junto a su familia a La Habana y, años después,
comenzó su fértil carrera como escritor, por la que incluso abandonó
sus estudios de Medicina. En 1950, ingresó en la Escuela de Periodismo,
donde descubrió una de sus dos grandes pasiones vitales. La otra, por supuesto,
fue el cine: en 1951, fundó la "Cinemateca" cubana, que presidió
hasta 1956. Tras la llegada al poder de Castro fue nombrado agregado cultural
en Bélgica, cargo que ejerció entre 1962 y 1965. Sin embargo, su
relación con el dictador se agrió rápidamente y alcanzó
su punto más bajo en 1968, cuando Cabrera criticó abiertamente el
régimen castrista en declaraciones a la revista argentina "Primera
Plana". Se vio entonces obligado a abandonar su amada isla caribeña
y pedir asilo político en Londres, donde vivió el resto de su vida
tras adquirir la nacionalidad británica. "Así en la paz como
en la guerra" (1960) fue su primer volumen de relatos, pero no fue hasta
la publicación de la novela "Tres tristes tigres" (1964) cuando
se consagró como uno de los principales narradores en castellano del siglo
XX. Desde su refugio londinense, el mundo cubano siguió constituyendo su
principal obsesión e inspiración literaria, que le persiguió
hasta la muerte. En 1997, el Ministerio de Educación y Cultura español
le dio el espaldarazo definitivo otorgándole el Premio Cervantes.
Cabrera Infante paseaba su humanidad por Londres, Barcelona y Madrid con los lentes
empañados por la nostalgia, con el paso lento y toda Cuba en su forma de
mover las manos, de hablar, de responder a las miradas de curiosidad. Era la isla
letrada y una palabra amable para un periodista curioso e ignorante. Calumniado,
perseguido, ninguneado, era el primero de los "gusanos", orgulloso y
altivo, con el exilio como bandera de la dignidad, la cultura y la libertad. Valiente,
siempre envió el mismo mensaje, duro, sin dobleces: "La única
solución para Cuba es la desparición del tirano". Luego recurría
a la distancia. "La actual Cuba no me interesa, se ha bombardeado desde dentro,
no desde el aire". Sus impresiones dolorosas sobre la dictadura castrista
eran de una tremenda eficacia política. La referencia era inevitable en
cualquier entrevista, en cualquier rueda de Prensa, en cualquier comparecencia
pública: "Sólo los judíos conocen la horrenda tragedia
del holocausto; sólo los cubanos de dentro y de fuera conocemos la verdadera
dimensión de nuestra tragedia. Esa dimensión es transmisible, pero
no transferible", dijo hace diez años, cuando todo el aparato propagandístico
de la dictadura, cuando los "intelectuales" que veraneaban en Cuba miraban
con recelo al exiliado de Londres. Y él respondía, entre libro y
obra maestra que "los que mueren jóvenes, como los balseros que huyen
y naufragan, pueden considerarse afortunados, porque la vida con Castro es apenas
soportable". Infierno sexual. El turismo, los negocios en la
isla a la deriva y la comprensión de una cierta progresía también
eran objeto de comentarios comprometidos y desoladores. Para él, Cuba se
había convertido en un infierno sexual "donde se compran prostitutas
y prostitutos infantiles por una barra de chocolate y un refresco". La muerte
de Cabrera Infante supone una "pérdida fatal" no sólo
para las letras de la isla, sino para la literatura en castellano, según
el escritor disidente cubano Raúl Rivero, recientemente ex carcelado. Rivero,
el escritor y periodista condenado en la primavera del 2003 en los juicios contra
disidentes y puesto en libertad el pasado noviembre por motivos de salud, expresó
su "profunda admiración" por la obra del fallecido, con quien
mantuvo una relación "de amistad y respeto" durante los últimos
años. "Es un momento fatal para la literatura cubana y en lengua castellana,
es un vacío enorme", dijo Rivero a Efe. Y lamentó el desconocimiento
de la obra de Cabrera en Cuba y recordó que desde 1963, cuando se publicó
en la isla "Oficio del siglo XX", no se ha editado ninguna de sus obras
en el país. Cabrera Infante prologó el libro de poesía de
Rivero "Recuerdos olvidados", publicado en España durante el
cautiverio del escritor. © Copyright,
1999 La Razón C/Josefa Valcárcel 42, 28027 Madrid (España)
|