PRENSA INTERNACIONAL
Abril 21, 2005
 

Reflexiones en torno a Girón y Mariel

Por José Ignacio Rasco. Diario Las Américas, 20 de abril de 2005.

La historia cubana a partir de 1960 hasta nuestros días puede ser cualquier cosa menos una película aburrida. El suspenso, lo absurdo, el misterio, han desfilado en estas ya casi cinco décadas que cualquier director de cine quisiera para una cinta de suspenso. Sin duda que lograría un gran éxito taquillero. Claro que no sería una comedia de humor y solaz, sino triste recorrido histórico por un teatro del absurdo.

Son dos páginas históricas donde no falta la histeria, la angustia que provoca siempre todo devenir imprevisto y absurdo. A los que nos tocó vivir los entretelones de estas aventuras jamás podremos olvidar las escenas de víctimas y victimarios. Todo parece una jugarreta del destino, de la improvisación, aunque si se pudieran descorrer los hechos al revés de cómo ocurrieron veríamos que siempre hubo acontecimientos que pudieron ser previstos. Lamentablemente las huellas en los caminos se descubren siempre luego de haber andado. Por eso el pasado y el futuro liquidan rápidamente el presente.

Girón resultó un intento de liberación en 1961. También el Mariel lo fue casi 20 años más tarde. En Girón se devolvían. En el caso del Mariel huían. En ambos casos buscaban un sueño, un ideal de vida democrático, unos con fuerza centrípeta, otros con tendencias centrífugas. Unos se iban escapando de la tiranía, otros querían triturarla, unos llevar la libertad a todos los cubanos, otros traer algunos cubanos a la libertad. En el fondo eran viajes de ida y vuelta. Todos preferían siempre volver a una Cuba sin cortinas de hierro ni de aguas, abierta como el cielo que no tiene costas.

En ambos casos la urgencia, la ansiedad, precedió a los hechos. En la gestación inicial de la heroica Brigada 2506 el Frente Revolucionario Democrático (FRD), del cual soy el único sobreviviente, tuvo la responsabilidad inicial. La invasión de la Embajada del Perú en la Habana, con más de 10,000 seres humanos, fue el preludio de la oleada marielita. Los campamentos en Guatemala, y otros lugares, prólogos de la invasión de Playa Girón, fueron descubiertos por la prensa irresponsable.

El papel frontal inicial en la invasión del Mariel lo hizo también la Junta Patriótica que presidía Tony Varona. Así empezamos la ayuda a los ya arribados a Lima.

En ambos casos hubo una corriente de desprestigio en la prensa que trató de enlodar la reputación de los protagonistas. A los heroicos combatientes de Girón se les tildó de mercenarios, de defensores del viejo régimen, de vándalos con afanes de venganza y ambiciones económicas. A los del Mariel se les calificó de locos, ladrones, una larga colección de epítetos.

Pero el tiempo ha ido descubriendo la realidad. Todos eran cubanos raigales, demócratas, que aspiraban a vivir en un mundo de ley, paz, derecho y justicia. Todos coincidían en que la actitud del gobierno de la Isla, con su intemperancia, su continua violación de los derechos humanos, era en realidad el verdadero culpable de la muerte y prisión de tantos luchadores y refugiados. Y que la verdadera causa de todo aquel fenómeno de la salida a quemarropa de 125,000 cubanos a través del Mariel así como el desembarco de los 1,500 valientes peleadores de la dignidad era la cerrazón tiránica de la más bestial dictadura totalitaria que ha producido este Hemisferio.

En los dos casos el ingrediente norteamericano jugó un papel a ratos de ayuda y a ratos de gran contradicción...

El abandono de la protección aérea, los cambios de los planes de invasión, las trabas a la conexión de la clandestinidad heroica con el exilio combatiente y otros factores generaron la derrota. Y el gran impulsor de estos desmanes fueron algunos funcionarios norteamericanos..

En el caso del Mariel la mala fama que fomentó el régimen cubano sobre aquellos forzados al exilio en cantidades masivas y a todo riesgo y urgencia tuvo que ver con la maldad del gobierno de Cuba y la falta de previsión y de oído de ciertas autoridades norteamericanas. Pero --salvo excepciones inevitables-- la gran mayoría de los marielitos resultó gente muy capaz, trabajadora, que ha triunfado en múltiples campos y dio una gran inyección de cubanía al exilio.

También la miopía, el prejuicio y la incapacidad de algunos sectores de poder en los Estados Unidos contrastó con el espíritu de ayuda de otros factores del gobierno norteamericano que cooperaron a resolver las diversas crisis, con la ayuda esforzada de algunos dirigentes cubanos.

Y, desde luego, tenemos que reconocer también que hubo responsabilidades, en ambos casos, de cubanos que por incapacidad o traición, no cumplieron con la misión en que andaban metidos. La desconexión con la clandestinidad fue imperdonable.

La Historia, que suele ser implacable a veces, tal vez algún día despeje incógnitas que aún quedan pendientes. Así como saber el por qué se desoyeron y dividieron algunos cubanos que pronosticaron tormentas.

 

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