PRENSA INTERNACIONAL
Abril 19, 2005
 

Las dichosas remesas II

Jorge Salazar-Carrillo, El Nuevo Herald, 19 de abril de 2005.

Por las bien intencionadas críticas de un querido amigo en columnas de este diario, nos hemos quedado sin los estimados anuales del flujo de remesas a Cuba que realizaba el Banco Interamericano de Desarrollo. La tempestad (en un vaso de agua) se refería a si las remesas eran por envíos de familiares y amigos a la isla desde el exterior o a lavado de dinero narcotraficado. Hay una buena expresión americana que engarza como anillo al dedo: Who cares? Como decía Deng Xiao Ping, que encarnó la reforma china de 1978: Mientras cace ratones, ¿qué importa el color del gato?

Ahora nos quedamos sin esta fuente para elucubrar cuánto oxígeno le estamos enviando al mentalmente postrado Castro. Y tendremos los sesgados estimados del régimen, reportados verbatim por la CEPALC. Lo incontrovertible es que los envíos a toda América Latina están por los $45,000 millones en el 2004, sin incluir viajes ni envíos en especie, y algunos países pequeños cercanos reciben $3,000 millones al año. Los colombianos saben que parte de sus remesas se las deben a los drogueros, pero prefieren tener las cuentas, aunque sean turbias.

Este oxígeno remesivo que le viene a Castro del exterior, pues le hace vivir de piñata en piñata, yo lo calculo aun más alto que los $1,194 millones anuales del BID para el 2003 (el régimen los estima en alrededor de $1,000 millones). Porque como se trata de incluir todas las fuentes que entran a la cámara de respiración, hay que incluir también los $400 millones por año que gastaban directamente los ''turistas'' cubanoamericanos. Y no me dejen fuera los aportes por los Pastores por la Paz y demás ayudas cuantitativas de tipo religioso, de las organizaciones no gubernamentales (ONGs), de las empresas americanas que se exhiben y estudian y negocian con la isla, etc. (estimados hace varios años por el Congreso americano en alrededor de $500 millones anuales). Y al final vienen las ''pequeñas partidas''. Los ''gusanos'' que pululan por los aeropuertos americanos vía Cuba, y los negocios de ''envíos'', más las mulas. Los $100 millones anuales por las llamadas telefónicas a la isla que pagan las compañías de telecomunicaciones americanas; lo que contribuyen las compañías aéreas por el permiso de sobrevolar el territorio cubano; y para utilizar una expresión de un legendario soberano del antiguo Siam: Etc., etc., etc...

Sumen todo lo contabilizado y verán que excede los $2,000 millones al año, francamente. Fíjense que no he incluido a los narcos (los estimo en $500 millones anuales).

Y por eso se explica la resurrección del chavito (peso convertible). Revalorizado más allá del $1.08 por chavo de los años 80. ¿Por qué penalizar al remitente y al remitido con esta artificial revaluación que, si le quitamos la ropa, no es más que un impuesto? Porque como les enseño a mis estudiantes de microeconomía, la gabela terminan pagándola aquéllos para los que la remesa es más ineludible, y éstos son los que las envían y las reciben: el pueblo cubano. Lo mismo ocurrió dos veces meses atrás con los precios en las TRD (tiendas de recuperación de divisas). En lenguaje económico: como esta fuente es mucho más inelástica, el peso de estos gravámenes cae fuertemente sobre los transferentes y transferidos. La devaluación del 18 por ciento del dólar se paga por amor (en inglés ''unrequited transfers'' en las cuentas de balance de pagos de los EEUU).

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