Opositores cubanos critican
la abstención
"Algunos gobiernos se
lavan las manos"
La
Nación Line, Argentina, 15 de abril
de 2005.
Yamilé Llanes Labrada conoce en carne
propia la situación de los derechos humanos
en Cuba. Madre de cuatro hijos, a los que mantiene
a duras penas, viaja cada quince días más
de 700 kilómetros para alimentar a su esposo,
José Luis García Paneque - preso
en un hospital de La Habana-, que presenta un
avanzado cuadro de desnutrición. Condenado
a 24 años de prisión por haber intentado
trabajar como periodista independiente, García
Paneque perdió la mitad de su peso, hasta
llegar a los 49 kilos, por las precarias condiciones
en las que vive desde hace más de un año.
Ayer, su mujer se mostró feliz por la
aprobación de la resolución de la
Comisión de Derechos Humanos de la ONU,
que condenó la situación actual
en Cuba. "La votación nos da ánimo,
porque vemos que muchos países ven la realidad
cubana, que es cruda, pero es real", dijo
Yamilé a LA NACION en una conversación
telefónica desde la ciudad cubana de Las
Tunas.
Sin embargo, esa alegría, que ayer unió
a opositores y exiliados cubanos, dio paso también
a agrias críticas a los países latinoamericanos
que se abstuvieron de votar.
"Algunos gobiernos de América latina
tienden a cerrar los ojos y lavarse las manos
de cara a lo que sucede en nuestro país",
dijo desde La Habana Elizardo Sánchez,
presidente de la Comisión Cubana de Derechos
Humanos. "Lo hacen por intereses políticos,
para marcar distancia de Estados Unidos, pero
la realidad cubana debe definirse más allá
de la relación entre Washington y Cuba",
agregó.
Coincidió con él Omar López
Montenegro, director de derechos humanos de la
Fundación Nacional Cubano Americana, con
sede en Miami. "Esos votos [de abstención]
obedecen a intereses políticos, porque,
desde el punto de vista de los derechos humanos,
todos deberían haber votado contra Cuba.
Nadie puede discutir que allí se violan
los derechos humanos", dijo.
Aunque sin criticar a quienes se abstuvieron
("Es su derecho", señaló),
Oswaldo Payá, impulsor del Proyecto Varela,
para la apertura democrática de la isla,
dijo que "muchos, en el momento de hablar
de Cuba, lo hacen a través de un prisma
ideológico o de sus simpatías por
el régimen cubano". Pero esta resolución
no es una condena a Cuba, ni siquiera al gobierno
de Fidel Castro, sino "una forma de reconocer
la forma en que sufre el pueblo cubano",
subrayó.
Pero, más allá del disgusto por
la abstención de algunos países
de la región, los cubanos que luchan por
la defensa de los derechos humanos estaban ayer
exultantes.
"La resolución es un símbolo
de solidaridad muy grande de la comunidad internacional.
Nos demuestra que nuestra lucha es válida
y va por buen camino", afirmó Vladimiro
Roca, del Movimiento Todos Unidos.
Por Dolores Tereso, de la Redacción
de LA NACION
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