"Tropicana Nights",
la Historia del Legendario Centro Nocturno Habanero
CONTACTO
Magazine, Miami, 12
de abril de 2005.
En pocos meses estará a la venta "Tropicana
Nights - The Life and Times of the Legendary Cuban
Nightclub", un libro escrito por la periodista
Rosa Lowinger y la maestra y autora teatral Ofelia
Fox, viuda del propietario y fundador de Tropicana,
Martín Fox.
El libro, de 368 páginas y un bloque de
16 páginas con fotos en blanco y negro,
fue editado por Harcourt con traducción
de Trident Media Group.
Sobre todo Fox, vivió de primera mano
las noches fabulosas del Moulin Rouge cubano,
trabajando hombro con hombro junto a su esposo,
con quien contrajo matrimonio en 1952. Ambos salieron
de Cuba rumbo a Miami en 1962 dejando atrás
las noches con los más populares artistas
cubanos de las décadas de los 40 y 50,
y con mitos entonces vivientes como Nat "King"
Cole y Josephine Baker.
Lowinger, destacada periodista especializada
en arte, ha escrito para varias revistas como
Sculpture, ArtNews y Latina. Es autora también
del ensayo "Repairing Things" sobre
la preservación del arte cubano. Vive en
Los Angeles.
La salida de la versión en inglés
del libro está programada para el 3 de
octubre próximo, con un precio sugerido
por la casa editora de $26.00. Las autoras esperan
que el texto pudiese aparecer en español
en un futuro cercano.
Fox, que vive en Glendale, California, tuvo el
siguiente diálogo con ContactoMagazine.com
acerca del libro y de sus días en Tropicana:
¿Qué fue realmente Tropicana?
_ En una vibrante ciudad donde las noches estaban
llenas de vida, donde se desbordaba el bullicio
que proporcionaban los centros nocturnos; donde
se podía disfrutar desde los más
espectaculares cabarets hasta los más modestos
lugares con el mismo entusiasmo...en una ciudad
que se comparaba con París, Tropicana era
el centro nocturno predilecto de cubanos y turistas
extranjeros. Sus anuncios declaraban cándidamente
que Tropicana era "un paraíso bajo
las estrellas" - indudablemente lo era. Costó
una verdadera fortuna convertir la mansión
"Villa Mina" en uno de los cabarets
más lindos del mundo...quizás el
más lindo. Martín, mi esposo, declaraba
públicamente que mientras otros empresarios
amigos invertían su dinero en otras aventuras
y a veces en el extranjero, él lo invertía
todo en Tropicana.
¿Qué se propone este libro que
has escrito con Rosa Lowinger?
_ Mucho antes de conocer a Rosa Lowinger, que
dicho sea de paso, es cubana, yo había
comenzado un manuscrito en español. Pensaba
que era hora de que la historia fuese contada
por quien la vivió, y no por alguien que
la oyó o se la imaginó. Y siempre
quise que se le reconociera a Martín su
gran mérito como hombre de negocios, como
cubano que vivía enamorado de su patria
y aun más enamorado de Tropicana. A mis
manos llegó un librito publicado en Cuba.
Y pena me dio leer que yo soy china y que Martín
murió de cáncer en Chicago. Ni soy
china, ni Martin murió de cáncer.
Ni murió en Chicago. Por desmentir tantas
cosas es que me sentí tan honrada cuando
se presentó la posibilidad de colaborar
con Rosa Lowinger, una gran escritora y honesta
periodista. Creo que juntas hemos dicho todas
las verdades que queríamos decir sobre
Tropicana, sobre la vida de Martín y sobre
la mía.
Se dice que muchos casinos y night clubs cubanos
eran controlados por la mafia, pero no Tropicana.
¿Cuál es la verdad de todo esto?
_ Mientras otros casinos y cabarets en Cuba eran,
unos propiedad directa y otros administrados por
reconocidos miembros de la mafia, Martín
era el único dueño de Tropicana
y lo corría con la ayuda de su hermano
Pedro, que estaba encargado de la cocina y sus
leales amigos Alberto Ardura, que estaba a cargo
de los espectáculos y Oscar Echemendía
que era el administrador general.
Ocasionalmente Tropicana empleaba personas que
estaban relacionadas con la mafia. Se hacía
esto, tratando de estimular el patrocinio de los
jugadores fuertes norteamericanos y lógicamente
esos contactos implicaban que teníamos
relaciones cordiales (y algunas yo diría
que hasta amistosas) con miembros de la mafia,
pero ninguna de esas personas ejercía influencia
ni tenía participación en la propiedad
de Tropicana.
Cuéntanos una anécdota imborrable
de tus días en Tropicana.
_ Tengo tantas anécdotas y recuerdos como
para llenar otro libro. Pero me voy a limitar
a una historia, poco común que solamente
de una forma indirecta tiene que ver con las celebridades
que visitaron el cabaret y mi mesa. Una noche
tuve invitado a un príncipe africano. En
el curso de la requerida conversación expresé
mi admiración por los animales de su continente.
Bueno, cuál no sería mi sorpresa
cuando un mes después llegó a nuestra
casa un cachorro de león. Bellísimo.
Logré que me mandaran de Cuba algunas fotos
suyas. Se llamaba Sunán y yo lo sacaba
a pasear en mi convertible hasta que tuvo el tamaño
de un perro pastor alemán. Al fin hubo
que donarlo al Parque Zoológico, pero ya
esa es otra historia.
Nota.- Para comunicarse con las autoras, los
lectores pueden enviar mensajes a tropicananights@yahoo.com
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