Birmania,
en la lista negra. ¿Y ahora Cuba?
Liduine Zumpolle. Libertad
Digital, España, 26 de octubre de 2004.
La oposición no violenta en Cuba está
atravesando actualmente por un período
particularmente difícil. Los opositores
están bajo una presión constante,
son vigilados continuamente, o encarcelados por
muchos años. Estas son las personas que
están preparando la inevitable transición
a una sociedad democrática, y son los que
tienen necesidad imperiosa del apoyo europeo.
Desde que los Países Bajos asumieron la
presidencia de la Unión Europea, un gesto
de solidaridad sería más que bienvenido,
sobre todo ahora que el Gobierno español,
después de ser chantajeado por Cuba, tiende
a abreviar el contacto con los disidentes. "Dar
la bienvenida a los miembros de la oposición
en nuestras embajadas ha llevado a la congelación
de relaciones con el Gobierno cubano, y eso ha
tenido un efecto contraproducente", es la
conclusión del Gobierno de Zapatero.
El régimen de La Habana impidió
a la delegación hispano-holandesa acceder
a la Isla
Para confirmar a los disidentes el apoyo continuado
en el extranjero, la fundación holandesa
Cuba Futuro concertó que una comisión
parlamentaria hispano-holandesa viajase a la Isla.
Pero el plan no se consumó, ya que, al
arribar al aeropuerto de La Habana, los cinco
miembros de la comisión fueron, por la
fuerza e implacablemente, obligados a retornar
a sus aviones -una experiencia que compartimos
con otros que nos han precedido-. ¿Cuál
fue la razón? Que nosotros habíamos
ido como turistas para "involucrarnos en
política", en lugar de quedarnos en
nuestra playa del hotel.
El programa de tres días de esta comisión
había sido organizado junto con Oswaldo
Payá, un hombre que ha vencido al miedo.
Oswaldo es el líder del Proyecto Varela,
la protesta civil más extensa contra el
régimen en unos 40 años. En 2002
se le otorgó el premio Sajarov del Parlamento
Europeo, lo que también significó
un considerable apoyo internacional para su movimiento.
El objetivo principal del Proyecto Varela es
la introducción de reformas democráticas
a través de un referéndum que propondría
elecciones libres, un sistema multipartidista,
libertad de prensa, sindicatos libres, el derecho
a fundar organizaciones independientes y empresas,
etcétera.
Pero, en primer lugar, las reformas exigían
la liberación de todos los presos políticos.
Después de años de recolectar peticiones
a lo largo del país en circunstancias sumamente
difíciles, fue finalmente posible, en 2002,
presentar al Gobierno más de las 10.000
firmas requeridas por la Constitución.
Lo cual es un logro considerable, considerado
las amenazas y sanciones que se habían
ejercido sobre muchos simpatizantes del Proyecto
Varela.
La respuesta de Fidel Castro no se hizo esperar:
declaró que las firmas eran ilegales y
organizó un "contra-referéndum",
con el que se proclamó en la Constitución
que el socialismo sería, siempre y para
todos los tiempos, la forma cubana de gobierno.
No obstante, el Proyecto Varela se ha retomado.
Payá ha acumulado hasta ahora unas 25.000
firmas, lo que fue razón suficiente para
que Castro endureciese su línea: el año
pasado 75 disidentes pacíficos, incluyendo
periodistas independientes y miembros del sindicalismo
libre, fueron arrestados y encarcelados por décadas,
luego de juicios amañados.
Además de encontrarse con los disidentes,
el programa de la comisión parlamentaria
comprendía un acto de recordación
pública. El plan era esparcir flores en
el mar, en la zona del malecón de La Habana,
para conmemorar que hace exactamente diez años
cuatro barcos del Gobierno cubano atacaron un
viejo transbordador secuestrado con 72 refugiados
a bordo. Cuarenta y una personas fueron asesinadas,
y los refugiados restantes fueron detenidos temporalmente.
Bajo la amenaza de encarcelamiento, la mayoría
de ellos ha guardado silencio acerca de lo ocurrido.
Los cuerpos nunca se
devolvieron a las familias, y a la Iglesia no
le fue permitido celebrar misas de réquiem
por las víctimas.
La Organización de Estados Americanos,
la ONU y Amnistía Internacional exigieron
una investigación independiente, que las
autoridades cubanas acordaron llevar a cabo. La
promesa nunca fue cumplida.
¿Es ético hacer negocios con regímenes
represivos y totalitarios como el de Cuba?
Los barcos usados para atacar a los refugiados
habían sido proporcionados por una compañía
de los Países Bajos que ha estado haciendo
negocios con el régimen cubano desde mediados
de los 80; no raramente, sirviéndose de
los subsidios a la exportación que se otorgan
a compañías holandesas en el campo
de la cooperación para el desarrollo internacional.
Esto nos lleva directamente a preguntarnos si
es ético hacer negocios con regímenes
represivos y totalitarios como el de Cuba.
La semana pasada la Unión Europea decidió
imponer sanciones a Birmania, un país con
un régimen militar represivo similar al
de Cuba. Se decidió que ya no debe permitirse
a las compañías europeas hacer negocios
con empresas del Estado birmano durante por lo
menos un año, y que a los antiguos militares
representantes del régimen se les debe
denegar las visas para acceder a la Unión
Europea. Éste es un trato particularmente
áspero para la compañía de
dragado IHC Caland, que dejará de percibir
por ello una ganancia de más de 200 millones
de euros. Pero, ¿no debería haberlo
sabido bien esta compañía?
Los negocios europeos, y no en menor parte los
negocios holandeses, son esenciales para la existencia
continuada del régimen en Cuba. Pero los
empresarios no están interesados; su lema
es: el negocio es el negocio, y nosotros no nos
involucramos en política.
Este punto de vista lo expresa especialmente
uno de los más grandes partidarios de Castro
en Europa Occidental: Willem van't Wout, de Fondel
Finance, en Rotterdam. Él tiene los derechos
de exportación exclusivos sobre el níquel
-Cuba es el quinto productor mundial-, y también
interviene en los sectores del cobre y el cromo.
Estos minerales se venden en países como
Azerbaiyán y Ucrania.
ING y Astilleros Damen (esta última es
la compañía que vendió los
modernos barcos que atacaron en 1994 a los refugiados
en el transbordador, y responsable, también,
por sus muertes) han sido compañeros comerciales
del régimen militar durante años.
Martinair vuela diariamente a Cuba, y recientemente
trece operadores turísticos holandeses
deliberaron conjuntamente en La Habana sobre cómo
extender su negocio en la Isla. El turismo (sexual)
es actualmente la fuente más grande de
ingresos para el
Estado, pero para la mayoría de los cubanos
significa prostitución y un humillante
sistema de apartheid.
En lugar de combinar su considerable influencia
financiera para conseguir que el régimen
respete las regulaciones internacionales y las
leyes laborales, los inversores extranjeros aceptan
las condiciones impuestas por el régimen
para evitar ser echados del país.
Es el momento justo para que la Unión
Europea tome una posición incondicional
por la Cuba del mañana y apoye a los disidentes
cubanos, que durante mucho tiempo han tenido que
vivir en un aislamiento profundo. Por eso la Unión
Europea no debe limitarse a condenar las violaciones
de los Derechos Humanos en Cuba, sino que debería
comenzar a considerar la aplicación de
sanciones similares a las que ha impuesto recientemente
a Birmania.
Liduine Zumpolle, miembro de Cuba Futuro, organizó
el referido viaje de la comisión parlamentaria
hispano-holandesa a la Isla.
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