PRENSA INTERNACIONAL
Octubre 27, 2004
 

Birmania, en la lista negra. ¿Y ahora Cuba?

Liduine Zumpolle. Libertad Digital, España, 26 de octubre de 2004.

La oposición no violenta en Cuba está atravesando actualmente por un período particularmente difícil. Los opositores están bajo una presión constante, son vigilados continuamente, o encarcelados por muchos años. Estas son las personas que están preparando la inevitable transición a una sociedad democrática, y son los que tienen necesidad imperiosa del apoyo europeo.

Desde que los Países Bajos asumieron la presidencia de la Unión Europea, un gesto de solidaridad sería más que bienvenido, sobre todo ahora que el Gobierno español, después de ser chantajeado por Cuba, tiende a abreviar el contacto con los disidentes. "Dar la bienvenida a los miembros de la oposición en nuestras embajadas ha llevado a la congelación de relaciones con el Gobierno cubano, y eso ha tenido un efecto contraproducente", es la conclusión del Gobierno de Zapatero.

El régimen de La Habana impidió a la delegación hispano-holandesa acceder a la Isla

Para confirmar a los disidentes el apoyo continuado en el extranjero, la fundación holandesa Cuba Futuro concertó que una comisión parlamentaria hispano-holandesa viajase a la Isla. Pero el plan no se consumó, ya que, al arribar al aeropuerto de La Habana, los cinco miembros de la comisión fueron, por la fuerza e implacablemente, obligados a retornar a sus aviones -una experiencia que compartimos con otros que nos han precedido-. ¿Cuál fue la razón? Que nosotros habíamos ido como turistas para "involucrarnos en política", en lugar de quedarnos en nuestra playa del hotel.

El programa de tres días de esta comisión había sido organizado junto con Oswaldo Payá, un hombre que ha vencido al miedo. Oswaldo es el líder del Proyecto Varela, la protesta civil más extensa contra el régimen en unos 40 años. En 2002 se le otorgó el premio Sajarov del Parlamento Europeo, lo que también significó un considerable apoyo internacional para su movimiento.

El objetivo principal del Proyecto Varela es la introducción de reformas democráticas a través de un referéndum que propondría elecciones libres, un sistema multipartidista, libertad de prensa, sindicatos libres, el derecho a fundar organizaciones independientes y empresas, etcétera.

Pero, en primer lugar, las reformas exigían la liberación de todos los presos políticos. Después de años de recolectar peticiones a lo largo del país en circunstancias sumamente difíciles, fue finalmente posible, en 2002, presentar al Gobierno más de las 10.000 firmas requeridas por la Constitución. Lo cual es un logro considerable, considerado las amenazas y sanciones que se habían ejercido sobre muchos simpatizantes del Proyecto Varela.

La respuesta de Fidel Castro no se hizo esperar: declaró que las firmas eran ilegales y organizó un "contra-referéndum", con el que se proclamó en la Constitución que el socialismo sería, siempre y para todos los tiempos, la forma cubana de gobierno.

No obstante, el Proyecto Varela se ha retomado. Payá ha acumulado hasta ahora unas 25.000 firmas, lo que fue razón suficiente para que Castro endureciese su línea: el año pasado 75 disidentes pacíficos, incluyendo periodistas independientes y miembros del sindicalismo libre, fueron arrestados y encarcelados por décadas, luego de juicios amañados.

Además de encontrarse con los disidentes, el programa de la comisión parlamentaria comprendía un acto de recordación pública. El plan era esparcir flores en el mar, en la zona del malecón de La Habana, para conmemorar que hace exactamente diez años cuatro barcos del Gobierno cubano atacaron un viejo transbordador secuestrado con 72 refugiados a bordo. Cuarenta y una personas fueron asesinadas, y los refugiados restantes fueron detenidos temporalmente. Bajo la amenaza de encarcelamiento, la mayoría de ellos ha guardado silencio acerca de lo ocurrido. Los cuerpos nunca se
devolvieron a las familias, y a la Iglesia no le fue permitido celebrar misas de réquiem por las víctimas.

La Organización de Estados Americanos, la ONU y Amnistía Internacional exigieron una investigación independiente, que las autoridades cubanas acordaron llevar a cabo. La promesa nunca fue cumplida.

¿Es ético hacer negocios con regímenes represivos y totalitarios como el de Cuba?

Los barcos usados para atacar a los refugiados habían sido proporcionados por una compañía de los Países Bajos que ha estado haciendo negocios con el régimen cubano desde mediados de los 80; no raramente, sirviéndose de los subsidios a la exportación que se otorgan a compañías holandesas en el campo de la cooperación para el desarrollo internacional. Esto nos lleva directamente a preguntarnos si es ético hacer negocios con regímenes represivos y totalitarios como el de Cuba.

La semana pasada la Unión Europea decidió imponer sanciones a Birmania, un país con un régimen militar represivo similar al de Cuba. Se decidió que ya no debe permitirse a las compañías europeas hacer negocios con empresas del Estado birmano durante por lo menos un año, y que a los antiguos militares representantes del régimen se les debe denegar las visas para acceder a la Unión Europea. Éste es un trato particularmente áspero para la compañía de dragado IHC Caland, que dejará de percibir por ello una ganancia de más de 200 millones de euros. Pero, ¿no debería haberlo sabido bien esta compañía?

Los negocios europeos, y no en menor parte los negocios holandeses, son esenciales para la existencia continuada del régimen en Cuba. Pero los empresarios no están interesados; su lema es: el negocio es el negocio, y nosotros no nos involucramos en política.

Este punto de vista lo expresa especialmente uno de los más grandes partidarios de Castro en Europa Occidental: Willem van't Wout, de Fondel Finance, en Rotterdam. Él tiene los derechos de exportación exclusivos sobre el níquel -Cuba es el quinto productor mundial-, y también interviene en los sectores del cobre y el cromo. Estos minerales se venden en países como Azerbaiyán y Ucrania.

ING y Astilleros Damen (esta última es la compañía que vendió los modernos barcos que atacaron en 1994 a los refugiados en el transbordador, y responsable, también, por sus muertes) han sido compañeros comerciales del régimen militar durante años. Martinair vuela diariamente a Cuba, y recientemente trece operadores turísticos holandeses deliberaron conjuntamente en La Habana sobre cómo extender su negocio en la Isla. El turismo (sexual) es actualmente la fuente más grande de ingresos para el
Estado, pero para la mayoría de los cubanos significa prostitución y un humillante sistema de apartheid.

En lugar de combinar su considerable influencia financiera para conseguir que el régimen respete las regulaciones internacionales y las leyes laborales, los inversores extranjeros aceptan las condiciones impuestas por el régimen para evitar ser echados del país.

Es el momento justo para que la Unión Europea tome una posición incondicional por la Cuba del mañana y apoye a los disidentes cubanos, que durante mucho tiempo han tenido que vivir en un aislamiento profundo. Por eso la Unión Europea no debe limitarse a condenar las violaciones de los Derechos Humanos en Cuba, sino que debería comenzar a considerar la aplicación de sanciones similares a las que ha impuesto recientemente a Birmania.

Liduine Zumpolle, miembro de Cuba Futuro, organizó el referido viaje de la comisión parlamentaria hispano-holandesa a la Isla.

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