España,
sabemos que nos amas
Oswaldo Paya Sardiñas,
El
Nuevo Herald. 24 de octubre de 2004.
La Habana -- Cuando se dice que las medidas de
la Unión Europea han sido ineficaces o
que es necesario restablecer la normalidad en
las relaciones, parece que lo que ha ocurrido
en Cuba, la opresión, los encarcelamientos
y la ausencia de respeto a los derechos fundamentales
sean culpa de España y de la política
europea. Eso es falso. Por otra parte, decir que
las medidas son ineficaces es sembrar el complejo
de culpa e invertir la lógica. Es suponer
que en Cuba no hay progreso en materia de derechos
humanos precisamente porque por primera vez, después
de cuatro décadas sin progreso, España
junto a toda la Unión Europea señalan
que en Cuba se violan estos derechos.
¿Qué propone el nuevo gobierno
español? ¿No hacer ni siquiera esto?
¿Decírselo tan bajito que sólo
ellos se enteren mientras se burlan de sus interlocutores?
¿Pretende el gobierno español que
confiemos en su voluntad de ayudar al progreso
de los derechos humanos en Cuba cuando inaugura
estos supuestos esfuerzos con un acto de desprecio,
sostenido, contra la oposición pacífica
cubana? No creo que éste sea el espíritu
de los socialistas españoles, a muchos
de los cuales he conocido durante años.
¿Por qué no hablaron antes con nosotros,
la oposición pacífica, y tuvieron
en cuenta las largas etapas en que con buena voluntad
los españoles intentaron muchos caminos
sin ningún resultado? ¿Qué
les han dicho sobre esto Solchaga, Oviols y Felipe
González?
Nada ayuda a los cubanos que nuestra realidad
se convierta en tema de polémica y enfrentamiento
en España. Pero hay prioridades en las
que españoles y europeos deben pronunciarse
y la primera es la liberación de todos
los prisioneros políticos pacíficos
cubanos. El intento de visitar Cuba que hicieron
estos holandeses y españoles, entre ellos
el diputado Jorge Moragas, es un gesto de solidaridad
con el pueblo cubano. De esta manera Moragas extiende
hasta Cuba la mano amiga de los españoles
en el momento en que, una vez más, se pone
en duda la consideración que España
tiene por Cuba. Sabemos que hay críticas
y las habrá, pero vamos a lo esencial:
los ciudadanos cubanos están excluidos
en su propio país. Se les niegan muchos
derechos, entre otros el de participar en las
relaciones con otros pueblos, excepto si hacen
el papel de sirvientes o si practican la indignante
prostitución o son víctimas de la
explotación de los inversionistas que alquilan
la mano de obra cubana.
Pero hay españoles como Moragas que con
todo el corazón se empeñan en denunciar
esta opresión, en desafiar la exclusión
y tratarnos como seres humanos, como personas
a las que hay que respetar. Ellos vinieron hasta
Cuba a decirlo. Penosamente, esto en Cuba es subversivo,
lo sabemos, pero lo escandaloso es que proclamar
el derecho a la amistad entre españoles
y cubanos sea tratado como una agresión
y convertido en un escándalo al no dejar
pasar del aeropuerto a Jorge Moragas, Liduine
Zumpolle y los demás visitantes. Si es
real la intención de abrir un diálogo
con Cuba, éste debe establecerse entre
todos los sectores de la sociedad española
y todos los sectores de la sociedad cubana. Si
hasta ahora no era posible es porque el gobierno
cubano es el que impone la condición de
excluir a los que piensan diferente y expresan
sus ideas. Negar este derecho es internacionalizar
la exclusión.
Pero esto no basta. El diálogo con el
gobierno cubano tiene sentido si es para facilitar
y alentar el diálogo entre cubanos, el
diálogo interno entre la oposición
y el gobierno y para apoyar la apertura y el respeto
a todos los derechos de los cubanos. No pedimos
aislamiento, pero apoyar a Cuba, apoyar al pueblo
cubano es apoyar su deseo de cambios pacíficos,
ya que en la solución pacífica el
protagonista principal es el pueblo cubano.
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