La
nostalgia cubana
Guillermo Ortiz. El
Semanal Digital, España, 25 de octubre
de 2004.
Bebo Valdés anda estos días por
Madrid en la gira de presentación de la
película y el espectáculo El milagro
de Candeal junto a Carlinhos Brown y Fernando
Trueba. Valdés tuvo que huir de su país,
Cuba, en 1960, y desde entonces no ha podido volver.
Su nombre está en todas las listas de enemigos
de la revolución. Supongo que a sus conciertos
irán muchos de los miembros de nuestro
Gobierno, y hacen bien, Valdés es uno de
los mejores pianistas de ritmos calientes desde
hace años y sólo recientemente ha
sido descubierto gracias a Diego El Cigala y su
disco en común, Lágrimas negras.
Quizás debería intentar Moratinos
fumarse "el puro de la paz" con él
y explicarle cómo van los diputados populares
a La Habana a provocar. Qué malvados son
los diputados populares. Tan malvados y tan provocadores
que hubo que meter al maligno en cuestión
en el mismo avión, enviarlo de vuelta y
dejarle bien claro que no se le quería
ver más por ahí. Y el embajador
español, entusiasmado. Estos intentos de
"comprensión", "apoyo",
etc. a la dictadura cubana son un poco chocantes
en un momento en el que ni siquiera entre la izquierda
española despierta Castro demasiadas simpatías.
Cierto es que sí entre los votantes del
PCE y, quizás, entre los de ERC o similares,
pero no tanto como para que estos partidos obliguen
a sus socios de gobierno a hacer tales guiños
al déspota cubano.
Estos ataques de nostalgia son peligrosos para
la política exterior española y
no sé si se encuadran también en
la política de "mosca cojonera"
que España está siguiendo con respecto
a Estados Unidos. Cuando el antiamericanismo se
convierte en la única prioridad en materia
de política exterior pasan estas cosas:
ni Felipe González en 1982 tenía
tan "buen rollo" con Castro, pero ahora
hay que ser más papistas que el Papa y
en eso están.
El antiamericanismo, el anti-israelismo y un
ciego apoyar las "causas perdidas" de
nuestros hermanos musulmanes es lo que nos ha
traído de la Unión Europea nuestro
amigo Moratinos. Curioso personaje. Hay que recordar
una vez más que este hombre era el mediador
de la Unión en el conflicto palestino-israelí.
¡Era el mediador! ¡Un hombre que defiende
punto por punto todas las exigencias de los musulmanes
en Palestina, en Iraq, en el Sahara... donde proceda!
Y luego la Unión Europea se pregunta por
qué no consigue más respeto en el
mundo...
La muy errática administración
Moratinos consigue en ocasiones rizar el rizo:
por ejemplo en su esquizofrénica relación
con la ONU. En Palestina la ONU sí tiene
razón cuando condena la ocupación
de territorios por parte de Israel, ahí
la ONU sí es el máximo referente
moral. Sin embargo, no en Iraq, donde ya en la
oposición se nos advertía de que
la guerra era inmoral "dijera lo que dijera
la ONU" y ahora se nos dice que las tropas
no volverán "aunque lo pida la ONU"
(que lo ha pedido, por cierto). En el Sahara la
posición es ambigua, Moratinos se limita
a declarar que el Plan Baker "tampoco hay
por qué seguirlo al pie de la letra".
Sí señor, eso es tener las ideas
claras: se convierte a la UE en un chiste, a la
ONU en un juguete y después se pide a los
Estados Unidos que "consulten". Aún
se extrañan de que no lo haga...
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