La
Habana, en el arte y en la memoria de Cubiles
Juan Solís. El
Universal, México, 14 de octubre de
2004.
Cuando nació, su madre arrojó
el cordón umbilical al mar. Decían
los ancestros que así el niño viajaría
mucho.
Y así fue. El maestro Miguel Cubiles ha
andado por todo el mundo desde aquel día
de 1958 en que sus padres lo enviaron de La Habana
a Miami. Desde hace 30 años ha decidido
que su casa es México.
De este país es su esposa, en este país
aprendió a pintar, aquí quiere morir.
"Cuando lo diga Diosito", claro está,
quien, por si hubiera dudas, "es mexicano
y habla español, estoy seguro".
Pero Cuba es algo más que una presencia
o un acento, es el son que lleva en la sangre
y en cada uno de los discos compactos apilados
en la sala de su departamento en la colonia Del
Valle; es el libro de Guillermo Cabrera Infante
al lado de las plantas; es el recuerdo "de
un sol que entra hasta por los dientes",
es una isla que lleva cargando en la espalda.
La Habana es una constante en la memoria y en
la obra del pintor Miguel Cubiles. Lo testimonian
los cuadros que integran la exposición
Treinta años y un cubano , que será
inaugurada este jueves, a las 19:30 horas, en
la Sala Alaíde Foppa del Museo José
Luis Cuevas (Academia 13, Centro Histórico).
La idea era hacer una retrospectiva, pero sólo
se exhibirán 28 obras (entre pintura, cerámica
y arte objeto), que el pintor ha realizado desde
el año pasado con el tema de La Habana.
También se mostrarán sus más
recientes creaciones, tres cuadros que pintó
en este año, agobiado por el combate que
mantiene en contra del cáncer.
"Son tres obras dedicadas al pasado negro
de Picasso. El abuelo del pintor se fue a Cuba
y se casó con una negra. La familia es
bastante grande, como de 40 personas. Picasso
nunca fue a Cuba, pero siempre fue su sueño.
Yo llevo sus personajes, como el niño de
las palomas, a La Habana."
En los cuadros de Cubiles abundan las sandías
(un guiño involuntario a su amigo Rufino
Tamayo). Las hay atravesadas por clavos o bien
una enorme, mostrando en el centro su carne roja
a manera de labios, titulada Bésame mucho
. Los seres que pueblan sus lienzos o los objetos
decorados o creados por el artista tienen ojos,
pero no oídos. Además, todos llevan
una equis, que evoca a México.
"Los pintores somos polvo de otros pintores.
Yo tengo algo de Tamayo, pero la figuración
del maestro era muy precolombina, como la de José
Luis Cuevas. No es malo pedir prestado. Así
nos hacemos hasta que tenemos un estilo propio."
Para Cubiles, la disciplina en el arte es importante.
Pinta de las 10 a las 15 horas, retoma el pincel
a las 18 y lo deja hasta que lo vence el sueño.
Piensa que "el maestro se hace sobre la marcha,
no es una carrera de velocidad, sino de resistencia."
La exposición que inaugura el jueves,
día en que cumple 27 años de casado,
la considera "una segunda oportunidad. En
enero me dieron seis meses de vida. El peligro
pasó, ahora hay que estar atento en misa.
La pintura es terapia, pero más los amigos."
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