PRENSA INTERNACIONAL
Octubre 18, 2004
 

Más se pierde en Cuba

Por Ignacio Camacho. ABC, España, 17 de octubre de 2004.

Toda la degradación política y toda la miseria económica y moral acumuladas por el régimen de Fidel Castro a lo largo de las dos últimas décadas no han logrado impedir que una significativa parte de la izquierda europea y española siga considerando la feroz dictadura cubana como un mito ideológico y sentimental propio del tiempo en que todos, incluso la revolución, éramos más jóvenes. El célebre póster del Che Guevara según el retrato que le hizo Alberto Korda continúa presidiendo la alcoba de la conciencia de muchos de los antiguos progresistas de la transición, como una coartada interior para justificar la evolución personal hacia el templado confort de la socialdemocracia y el pragmatismo. Ninguno de los rancios postulados castristas puede ya defenderse en las modernas democracias occidentales, pero ciertos tardoizquierdistas consuelan aún su mala conciencia mediante una vaga corriente afectiva hacia el caduco numantinismo cubano, cuyos efectos sobre la población civil ignoran adrede desde la lejanía para que no perturben su cómoda tibieza individual.

El castrismo permanece así, tras la caída del llamado "socialismo real", como aquellos combatientes japoneses del Pacífico o como los últimos españoles del fuerte de Baler, que se negaban a admitir que la guerra en que luchaban había terminado con su derrota. Pero mientras la izquierda española ha asumido el signo de los tiempos con la irónica sentencia de cierto dirigente del PSOE en un congreso de los años ochenta -"compañeros, la lucha de clases ha terminado... y hemos perdido"-, adaptándose sin complejos a la tercera vía y otras fórmulas de actualización ideológica, continúa sin embargo estableciendo lazos de simpatía con un régimen trasnochado e impresentable que se niega tercamente a modificar su rumbo hacia ninguna parte.

En buena medida, la simpatía hacia la Cuba de Castro se alimenta de un primario antiamericanismo que, paradójicamente, ancla sus raíces en la sacudida que el desastre cubano de 1898 produjo en la conciencia colectiva nacional. El mito robinsoniano de la resistencia antiimperialista goza todavía de una vigencia insólita que nubla la evidencia de la crueldad y los atropellos a los Derechos Humanos en que se sostiene la dictadura caribeña, y justifica en el bloqueo estadounidense las privaciones a que el castrismo somete a los más que sufridos habitantes de la isla.

Es en el marco de ese visceralismo antiestadounidense, tan ideológicamente decorativo como políticamente rentable, donde el Gobierno del presidente Zapatero ha colgado su inoportuna inflexión diplomática para con el sistema cubano. Inoportuna porque ha servido para proporcionar oxígeno al asfixiado régimen bananero de Fidel, dejando a los pies de los caballos a los disidentes encarcelados y amenazados, que deberían constituir la principal prioridad de cualquier progresista europeo.

En su afán por distanciarse de las políticas de José María Aznar, Zapatero ha postergado incluso su confesada antipatía personal por el dictador cubano para hacerle a su satrapía un guiño de complicidad en el intento de liderar una mayor flexibilidad de la dura actitud de la Unión Europea. El Gobierno ha pecado de ingenuidad, en el mejor de los casos, al confiar en que sus gestos produzcan contrapartidas de generosidad o ablandamiento en la rocosa represión castrista, tantas veces inmune a toda súplica, y cuyos arúspices encuentran siempre el modo de justificar retóricamente sus continuas y feroces vueltas de tuerca.

El incidente provocado por la expulsión de la isla del diputado del PP Jorge Moragas y dos colegas holandeses constituye una muestra más de ese férreo hermetismo. Sin duda que el viaje de los parlamentarios contenía una manifiesta dosis de provocación para poner en evidencia la falta de ductilidad del castrismo, pero ésa fue una táctica que la izquierda europea utilizó -e hizo bien- en los años setenta para sacudir a la opinión pública frente a las dictaduras de Pinochet o Videla, e incluso la del propio Franco. Nadie puede, pues, llamarse a engaño: hasta el mismo Gobierno socialista español ha comprendido lo inaceptable del rechazo a una delegación democrática dispuesta a interesarse por la situación de los disidentes encarcelados en las mazmorras de Fidel.

Lo que la maniobra de Moragas -respaldada desde la FAES que pilota el ex presidente Aznar- ha dejado claro es la contradicción inherente a la política de gestos comprensivos emprendida por Zapatero y manifestada por el embajador con ocasión de la Fiesta del 12 de Octubre. No hay entendimiento posible con el dinosaurio del Caribe, y cualquier inflexión, por bienintencionada que sea, de los planteamientos democráticos conduce de forma inexorable al reforzamiento de la dictadura. La invitación gubernamental a una cierta magnanimidad humanitaria con los opositores a cambio del intento de reconducir la firmeza sancionadora de la UE ha hecho crisis a las primeras de cambio en una inequívoca expresión de irreductible fiereza antidemócrata.

No hay caminos intermedios, ni ámbitos de entendimiento, y sólo una ceguera política que desborda incluso la del recalcitrante Saramago -cuya decencia moral le hizo estallar de rebeldía meses atrás ante uno de los más crudos episodios represivos de Castro- puede conducir a encontrar paliativos desde la izquierda a la lamentable permanencia de un régimen que deshonra, no ya a la propia causa de la justicia y la libertad, sino a la misma condición del progreso democrático.

director@abc.es

Copyright © ABC Periódico Electrónico S.L.U, Madrid, 2004.

IMPRIMIR



PRENSAS
Independiente
Internacional
Gubernamental
IDIOMAS
Inglés
Francés
Español
SOCIEDAD CIVIL
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
DEL LECTOR
Cartas
Opinión
BUSQUEDAS
Archivos
Documentos
Enlaces
CULTURA
Artes Plásticas
El Niño del Pífano
Octavillas sobre La Habana
Fotos de Cuba
CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe Anual
Correo Eléctronico

DONACIONES

In Association with Amazon.com
Busque:


CUBANET
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887

CONTACTOS
Periodistas
Editores
Webmaster