Wim
Wenders, fascinado por Cuba
El cineasta apadrina una nueva
cinta sobre la música de este país,
pero ahora con jóvenes artistas; considera
absurdo el bloqueo de EU
Especial DPA, El
Universal Online, México. Martes 11
de octubre de 2004.
La habana. Wim Wenders despertó hace cinco
años el entusiasmo por la música
cubana en numerosos países con su película
Buena Vista Social Club . Ahora llega bajo su
padrinazgo Música cubana , un nuevo filme
musical en el que los protagonistas no son los
veteranos de más de 80, sino jóvenes
artistas cubanos.
Con motivo del estreno de la cinta dirigida
por Germán Kral, el discípulo argentino
de Wenders, se habló con el cineasta sobre
la fascinación que siente por Cuba.
¿Cómo fue que acabó produciendo
esta película?
Cuando rodábamos Buena Vista Social Club
, músicos jóvenes me trajeron al
hotel grabaciones, lo que me hizo sentir el compromiso
de hacer también algo por ellos. Pero después
de rodar tantas películas sobre música
seguidas no podía hacer otra, y preferí
asumir el rol de productor ejecutivo y ceder la
dirección a uno de mis pupilos. Más
que nada, me sentí padrino del proyecto.
¿Qué tiene de especial la música
cubana?
Es la alegría de vivir que se refleja
en la música y también la experiencia
de vida inmediata que se expresa en las canciones.
Los cubanos sienten más que nosotros lo
que cantan. Y uno se da cuenta de que las palabras
vienen del corazón. Eso es algo que se
ha perdido bastante en nuestra música popular.
Nadie tiene en cuenta lo que se canta. Y eso envenena
casi siempre la música. Aquí, en
Cuba, cada reunión de personas culmina
con la gente cantando. Ayer, por ejemplo, vi a
un grupo que no sé qué festejaba.
Cada uno cantó una estrofa en la que contaba
algo. ¿No es extraordinario que la gente
cuente algo cantando?
¿Hasta qué punto cree que la película
capta este fenómeno de la música
como vivencia?
Me llama la atención el apego a la tradición
de gente tan joven que hace rap y hip hop. Conocen
también toda la historia de la música
cubana. Y para ellos, los viejos señores
de Buena Vista no son obsoletos, sino un presente
que vive. Hay un respeto a los maestros que en
nuestras latitudes parecería increíble
pero que aquí se siente así.
¿Cuáles fueron sus primeras impresiones
de Cuba?
Estuve aquí por primera vez para rodar
Buena Vista Social Club y mi primer día
fue de filmación. La primera noche estaba
confundido, porque no sabía en dónde
estaba: ¿En los años 60 o en 1998?
¿Qué tiempo era el válido
aquí? En el interín uno se acostumbra
un poco y el turismo ha crecido tanto que hay
un presente permanente a través de los
extranjeros.
¿Pero su interés data de más
atrás de 1998?
La historia de la Revolución Cubana estuvo
presente en mi generación. Nunca había
estado allí, pero la seguí y fue
una aventura impresionante. El Che Guevara era
aún una figura emblemática. Y no
la camiseta a la que ha sido degradado ahora.
¿Por qué se siente bien en Cuba?
Hay otra tradición y cultura. Los cubanos
son lectores. Cuando uno entra en uno de esos
autobuses repletos, la gente está leyendo
libros o diarios. Quizá sea porque la televisión
tiene poco que ofrecer, quizá sea parte
del aislamiento. Cuba es una especie de reserva
cultural. A uno le gusta que la gente converse
o cante por las noches en vez de estar sentada
frente al televisor. Tampoco tengo televisor,
y me siento entre iguales.
¿Puede ser que busca algo que no hay en
el mundo occidental?
No hace falta buscarlo, está allí.
Tampoco encontrarlo, porque uno se ve confrontado
con ello. Con una amabilidad y un sosiego de los
que carecen nuestras culturas en Europa y Estados
Unidos, donde vivo. Todos van apurados y cada
uno vela por lo propio. Se está en competencia
con los demás y bajo la presión
del consumo. Y el hecho de que se pueda vivir
sin todas estas ataduras, eso no hace falta buscarlo
en Cuba, está a la vista.
Pero también son parte de Cuba las condiciones
difíciles y la presión política.
Tendrían todo los motivos para andar descontentos
o sentirse amargados, pero son lo contrario. La
calma y la amabilidad, pero también el
carácter pacífico les es propio.
Por eso me resulta absurdo el bloqueo comercial.
¿Pero no pasará que esta tranquilidad
acabará cuando llegue Occidente?
Sí, y ya está pasando con todos
los turistas. Sin embargo, no quiero dejar de
creer que cuando pase no sea como en Alemania,
y lo prevenga esta serenidad. Como lo fue la caída
del Muro de Berlín, que gran parte de los
alemanes del Este viven como un despertar desagradable
de la euforia inicial a un mundo que no habían
imaginado así. Espero y deseo que los cubanos
logren hacerlo de otra manera.
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