Gina
Pellón: una 'Cuba libre' en Dinamarca
William Navarrete , Especial/El
Nuevo Herald. 10 de octubre de 2004.
Hace más de treinta años que la
artista cubana exilada en París, Gina Pellón
(Cumanayagua, 1926) expone en Dinamarca. Su éxito
en éste y otros países escandinavos
se debe, sin lugar a dudas, a la excelente calidad
de su obra y a un exaltado colorido que recuerda
--al menos para los daneses-- el movimiento artístico
más importante de esta región: Cobra,
fundado por Asger Jorn, al cual también
se adhirieron el belga Pierre Alechinski, el holandés
Corneille Van Berverloo y el francés Jean-Michel
Atlan.
En la gestualidad y el perpetuo movimiento de
la pintura de Gina Pellón se halla la clave
de la fascinación que provoca en los amantes
del arte. Como salido de un vórtice en
el que parece concentrarse toda la fuerza incalculable
de su pintura, se derraman en la tela los colores
que, en otras circunstancias, muy poco podrían
lucir si se les exhibiera juntos. Esa comunión
tangible es el secreto de la armonía de
sus cuadros y de la vital energía con que
sólo la artista sabe impregnarlos.
Pero ese mismo gesto es, a la vez, un gesto de
libertad y por ello, Gina ha querido titular su
nueva exposición en la localidad danesa
de Silkeborg Cuba libre, en homenaje a todos los
que sufren en las prisiones cubanas la cruel represión
de la dictadura castrista. Para Gina Pellón,
el gesto liberador de su pincel podría
atravesar los barrotes de las lúgubres
celdas cubanas y llevarles a todos los que en
ellas sufren, la luz que los míseros carceleros
escatiman.
De ello nos habla el crítico danés
Torben Weirup, en su texto para el catálogo
de Cuba libre cuando recuerda que además
de ser una artista consagrada, Gina ha llevado
a cabo, desde París y durante cuatro décadas,
una labor activa y silenciosa, sin debilitamientos,
en favor de los derechos humanos en el mundo y
por la democratización de la isla que no
ha vuelto a pisar desde febrero de 1959.
Por eso hay en cada tela de Gina Pellón
notas mayúsculas de optimismo, de tenacidad
y de esperanza que sólo los cautivos podrán
hacer propias. Ahí están, en los
personajes femeninos de Prisioneras de sus sueños
o en la soledad taciturna de la dama de Para festejar
la primavera, el sosiego que inspira el saberse
poseedor de la verdad, y la paz multicolor de
quien, en comunión con la justicia, se
entrega al bien.
Sorpendente es también la contemporaneidad
de temas en una pintora que inicia su carrera
hace exactamente cincuenta años. On line
y Verde magnético lo prueban. En otros
lienzos, como La vida en subasta, la pintora detiene
su mirada reflexiva en un tema que nos compete
a todos: la fragilidad de nuestras empresas y
el espejismo que suele provocar el mercadeo indiscriminado
y abusivo.
Con esta nueva exposición de Gina Pellón
en Dinamarca --a la que se suma una muestra paralela
de sus litografías-- la artista inaugura
un nuevo ciclo en su perenne danzar con la paleta.
A veces, mirando fijamente estas obras, se me
antoja creer --y en realidad lo creo-- que en
vez del color conquistar a sus telas, son estas
últimas las que conquistan al color, en
un viaje incesante hacia la paleta, que queda,
en estas circunstancias, prisionera y para siempre
fijada a los lienzos con los que Gina Pellón,
desde hace más de cuarenta años,
nos regala vida y libertad.
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