Los
intelectuales del mundo y La Nacion Valdés: "Hay
mucha hipocresía cuando se habla de Cuba"
Por Silvia Pisani, corresponsal
en España. La
Nación Line, Argentina, 6 de Octubre
de 2004.
BARCELONA.- Zoé Valdés es una escritora
cubana que nació en La Habana al mismo
tiempo que la revolución de Fidel Castro.
Y eso la lleva a adoptar una determinada actitud
frente a la vida.
"Me preguntan todo el tiempo por Cuba y
yo contesto. Es mi obligación como escritora
y como ser humano", dice, con la dulzura
del acento caribeño. Pero con esa misma
dulzura suelta puñales: "No entiendo
cómo después de 45 años de
la opresión más inhumana, la gente
se resiste a ver lo que pasa en mi país.
Con Cuba hay demasiada hipocresía",
dice.
Su prosa visceral, despojada y desinhibida, cosecha
premios literarios en España. De hecho,
LA NACION tomó contacto con ella en Kosmópolis,
la cita de escritores de Barcelona, a la que asistió
como invitada especial.
Pero en Cuba no circula. "Estoy censurada
y la excusa del poder es que soy pornográfica",
dice esta mujer, que no se cansa de denunciar
la tortura y los presos políticos en las
cárceles de Castro. También las
estadísticas de su régimen: 80.000
desaparecidos y 15.000 fusilamientos, de los que
no se habla porque "no es políticamente
correcto".
Su experiencia es la de quien va contra la corriente.
"A quienes denunciamos estas atrocidades
no nos creen, nos ponen bajo sospecha. Es terrible,
porque se niega el sufrimiento en la cara de quien
lo padece", dice.
Habla del próximo viaje del presidente
Néstor Kirchner a Cuba y recuerda que Castro
apoyó a la dictadura militar argentina.
"La dignidad sólo está en la
memoria completa", afirma.
Asegura que el líder cubano "siempre
se sirvió de tontos útiles"
y ubica entre ellos a Diego Maradona, de quien
asegura que "no fue para curarse, "no
fue para curarse, sino para chutarse [drogarse]"
y que "vive en la isla como un príncipe
y así será mientras el dictador
quiera".
Carga contra el colombiano Gabriel García
Márquez, de quien afirma que le gusta el
poder y que vive en la isla una vida de lujo,
lejos del contacto con los cubanos de a pie. Y
también contra Ernesto "Che"
Guevara, un mito elevado a potencia para el que
no encuentra otra explicación que el comercio
de camisetas y el desconocimiento de sus equivocaciones
y fanatismos.
"Pocos saben que perseguía a los
homosexuales con la dureza de un soviet",
advierte.
Habla con respeto de las Madres de Blanco, mujeres
cubanas que -inspiradas en las de Plaza de Mayo
("las verdaderas, no las que manipulan los
cadáveres de sus hijos, como Hebe de Bonafini")-
marchan para pedir la libertad de sus familiares
y amigos, presos en las cárceles castristas.
Sólo lamenta que se las escucha mucho
menos. "Es lo de siempre con Cuba. La gente
tiene una imagen errónea y no puede soportar
que se diga la verdad y que se hable de la opresión."
-¿Cuál es la situación de
su literatura en Cuba?
-Mis libros están censurados. Circulan
de manera clandestina. A veces, gracias a bibliotecarios
independientes. Aprovecho para decir que 17 de
esos bibliotecarios están presos, condenados
a veinte años de prisión por el
simple hecho de tener libros diferentes en sus
casas. Libros que fueron quemados en las calles.
Esto muy poca gente en el mundo lo sabe y quienes
lo saben se callan, porque es políticamente
incorrecto decirlo. No están mis libros
ni los de Reynaldo Arenas, aunque ahora, porque
murió, han empezado a editar algo.
-¿Por qué dice que es políticamente
incorrecto hablar sobre Cuba?
-Las cosas están cambiando, afortunadamente,
pero persiste una noción romántica
de lo que fue o de lo que quiso ser aquel proceso
que comenzó en 1959. Y hay gente en el
poder a la que le conviene que eso sea así.
Por eso es tan difícil todo para los independientes.
-Parte del cambio en Cuba parece venir por el
lado económico. Se está abriendo
la economía. ¿Cómo es eso?
-Poco a poco la gente empieza a hacer negocios
con Cuba. Pero el mundo del pensamiento, el mundo
filosófico y el mundo de la realidad están
manipulados y puestos a disposición del
poder.
-¿Por qué al disidente cubano se
le pone tan en duda lo que dice?
-Es muy extraño. Porque a víctimas
de otras latitudes se les ha creído, por
fortuna, sin que siquiera tuvieran que aportar
pruebas. Pero si un cubano dice que fue torturado
en su país, la primera reacción
es: "Pero, ¿qué dices? ¡Si
en Cuba no se tortura a nadie!" Hay un rechazo
a experiencias reales y se les niega a seres humanos
el sufrimiento en su propia cara. Esto, realmente,
es muy doloroso.
-El presidente Néstor Kirchner tiene en
agenda un viaje a Cuba. Si lo tuviera enfrente,
¿qué quisiera decirle sobre su país?
-No es la primera vez que pido a un presidente
que por favor haga todo lo que esté en
su poder para que se libere a los presos políticos.
Muchos de ellos, enfermos, como el poeta Raúl
Rivero, acosado por su carcelero, que se llama
Alexis. Todo eso lo sabemos, pero nadie hace nada.
Kirchner es el presidente de un país democrático
que en Cuba es muy querido. Si es generoso y me
escucha, ojalá le pida a Castro la libertad
de estas personas. Eso es lo más urgente.
Luego está la situación de la que
nadie habla: los 45 años de dictadura atroz,
con rasgos nazis, con gente que desaparece en
las cárceles. Hay 80.000 desaparecidos
en Cuba y tenemos computadas 15.000 ejecuciones.
También recordaría que Fidel Castro
apoyó a la dictadura militar argentina.
Sólo en la memoria completa está
la dignidad.
-¿De dónde salen esas cifras?
-Son datos que recopilamos. Las 15.000 ejecuciones
incluyen los casos en el paredón y también
las que ocurren en las espantosas cárceles
cubanas, donde la gente desaparece sin más.
No sé... todo esto lo contamos y nadie
reacciona. Es como si a la tortura de la derecha
se reaccionara con más celeridad que a
la de izquierda.
-¿Cómo influye la política
en su literatura?
-Soy una escritora, tengo opiniones y cuando
me preguntan, contesto. Es, sencillamente, mi
deber como escritora y como ser humano.
-¿Se superpone con su trabajo literario?
-Les pasa a muchos escritores. Mario Benedetti
y Luis Sepúlveda, por caso, están
muy comprometidos con la izquierda. Provienen
de países donde hace años que no
hay dictadura y ellos siguen hablando de la dictadura
sin que nadie les reproche nada. En mi caso y
en el de otros colegas cubanos, hay reticencia
con esto. Yo lo único que sé es
que viví una realidad y que la sigo viviendo,
y hablo de ella.
-¿Siente solidaridad con otros escritores
de la región, como García Márquez,
que suele comprometerse con los problemas de América
latina?
-A García Márquez le encanta el
poder y, cada vez que va a Cuba, Fidel Castro
le da una vida de lujo. El había dicho
que estaba en contra de la pena de muerte, pero,
desgraciadamente, cuando hace un año y
medio Castro fusiló a tres jóvenes
que trataron de fugarse de la isla, pues apoyó
los fusilamientos una vez más. Parece que
siempre hace una excepción con la muerte
en el caso de Cuba. Y eso es terrible.
-El portugués José Saramago, que
también milita en la izquierda, ha estado
más crítico.
-Tras los fusilamientos, hizo un análisis
y afirmó que hasta allí había
llegado para él la llamada revolución
cubana. No conozco a Saramago, pero me alegro
muchísimo de que lo haya entendido a tiempo.
-En el Festival de San Sebastián, a pocos
kilómetros de aquí, el director
Oliver Stone acaba de asegurar que Castro es uno
de los hombres más sabios que ha conocido
y que si fusila es por culpa de los Estados Unidos,
que le declaró la guerra a Cuba con el
bloqueo.
-Ese suele ser el discurso. Gente que dice tonterías,
como que los bibliotecarios independientes son
agentes de la CIA. Quisiera ver al señor
Stone haciendo en Cuba y contra Fidel las críticas
que él hace con libertad contra su país
y su presidente en los Estados Unidos. Es fácil
ser seducido por Castro cuando pone toda una isla
paradisíaca a disposición de los
idiotas útiles que usa en su provecho.
-¿Qué piensa del "Che"
Guevara?
-Siento decirlo: es un personaje que no me gusta.
Fue médico y no ejerció; fue padre
y esposo y abandonó a su familia. Fue ministro
de Industria y llevó la economía
de Cuba al desastre. Fue guerrillero en Bolivia
y terminó muerto. Creo que él soñó
con hacer cosas muy buenas y, como muchos revolucionarios,
se equivocó y terminó en el fanatismo
más terrible. En su caso, lo peor es que
acabó siendo una figura comercial y de
camiseta, lo que debería ser bastante aplastante
para sus propios ideales.
-¿A qué se refiere con lo del fanatismo?
-Ernesto Guevara era un perseguidor de homosexuales
en Cuba. Eso puede contarlo la generación
de Virgilio Piñeira o de José Triana.
Tuvo en eso una ferocidad digna del soviet.
-Es una figura admirada por mucha gente en el
mundo. ¿Ocurre lo mismo dentro de Cuba?
-No. En Cuba la gente le tiene un rechazo tremendo
y, sobre todo, la juventud. Claro que en las manifestaciones
aparecen las pancartas con su foto, porque es
obligatorio: si no, la gente puede perder su trabajo,
o algo peor aún.
-¿Por qué se lo rechaza?
-En parte, como reacción natural contra
las consignas repetidas hasta el hartazgo. Por
ejemplo, en la escuela era obligatorio repetir:
"Seremos como el "Che"". Y
la gente decía, bajito: asmáticos.
¡Estábamos hartos! Creo que eso es
algo que Castro, que es muy maquiavélico,
hace a conciencia: sabe que otra forma de acabar
con una persona, aparte de fusilarla, es haciendo
uso de ella hasta que la gente ya no pueda más
y llega a detestar la imagen y el personaje. Lo
hizo también con el poeta Nicolás
Guillén.
-¿El "Che" fue, entonces, una
víctima de Castro?
-Hay mucha frivolidad, mucho comercio y mucha
ignorancia, sobre todo. Y, además, mucho
dinero con esta imagen. ¿De quién
es, realmente, el personaje del "Che"
Guevara? Hágase esa pregunta.
-¿Cómo explica el enorme atractivo
de Castro? Hace poco fue invitado a dar una conferencia
en la Facultad de Derecho de Buenos Aires y la
concurrencia desbordó todo.
-Castro ha sabido crearse esta imagen de justiciero,
de Robin Hood mundial, y eso atrae mucho. A veces
me asombra y me pone de mal humor ver la falta
de análisis para la realidad cubana. El
problema es que vivimos en un mundo de una velocidad
tremenda, donde se lee poco y mucho se sigue la
moda. Es una pena que los futuros abogados de
un país, gente que se ocupará de
los derechos humanos, reciban a un dictador que
hace 45 años oprime a su pueblo de la manera
en que lo recibieron.
-¿Cuestiones de veleidad, nada más?
-Es profundo. En mi juventud, en Cuba, yo también
pensaba que estaba construyendo el futuro. Hasta
que empecé a tener más experiencias
con el castrismo, con mi padre preso, compañeros
torturados y desaparecidos... y comprendí.
Tal vez algún día los jóvenes
que aplaudieron a Castro en esa conferencia entiendan
lo injustos que estuvieron con esa realidad.
-Las llamadas Madres de Blanco, en Cuba, ¿se
inspiraron en las Madres de Plaza de Mayo de la
Argentina?
-Son como ellas, pero están más
solas y son más ignoradas. Nos inspiramos
en las que son todavía madres y no manipuladoras
de los cadáveres de sus hijos, como es
el caso de Hebe de Bonafini. Marchamos vestidas
de blanco, en silencio, pidiendo la libertad y
la recuperación de nuestros seres queridos
presos en las cárceles cubanas. Trabaja
mucho en ello Blanca Reyes, la mujer del poeta
Raúl Rivero. Quienes estamos fuera de Cuba
lo hacemos como podemos. En Francia, donde vivo,
es todos los martes frente a la embajada.
-¿Por qué afirma que son menos
conocidas en su lucha?
-La única explicación es la mano
negra del castrismo, que es más larga de
lo que se piensa. Conozco periodistas que tuvieron
problemas por hacerme reportajes. Se lo digo para
prevenir.
-¿Qué piensa de la base de Guantánamo
y de la tortura que allí se comprobó?
-Espero que el territorio que ocupa la base naval
sea devuelto a Cuba cuando exista democracia en
la isla. Por supuesto que no quiero esa base allí
ni tampoco la tortura que allí se practica.
-¿Cómo valora el trato que Cuba
da a Diego Maradona? En la Argentina suele afirmarse
que eso refleja la excelencia médica de
la isla.
-Fidel Castro siempre se ha servido de los tontos
útiles. Maradona es uno más, que
no ha ido a curarse sino a chutarse. Se ha dejado
manipular. Vivirá como un príncipe
en la isla hasta que el dictador quiera.
-¿Y en cuanto al nivel de medicina?
-Maradona no vive donde la gente se muere de
hambre. La medicina en Cuba es pésima para
los cubanos. Lo que digan los argentinos me importa
un bledo: ellos no viven el día a día
de los policlínicos, de la falta de medicamentos,
de la falta de higiene en los consultorios, de
los decesos de niños y ancianos. Y me consta
que no son todos los argentinos los que piensan
de ese modo. Muchos han abierto los ojos respecto
de Cuba.
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