PRENSA INTERNACIONAL
Octubre 6, 2004
 

Fidel contra el huracán

Fidel es meteorólogo y comentarista, gran jefe y gran padre, estadista, historiador... todos los papeles y todos los símbolos se resumen en su persona.

El pasado 10 de septiembre Cuba se preparaba para recibir el ciclón Ivan y el Comandante estaba en primera línea... de la pequeña pantalla

María José Furió - La Vanguardia, España, 6 de octubre de 2004.

Charlie había dejado este verano en Cuba un rastro de devastación del que en septiembre todavía no se habían recuperado las calles ni los ánimos. De modo que cuando se avisó de la llegada del Iván un ciclón de fuerza 5, la máxima, con vientos huracanados de más de 200 km/h, toda Cuba se prestó a seguir las indicaciones de las autoridades... militares, por supuesto.

Se esperaba al fenómeno para el domingo y ya el viernes, 10 de septiembre, se veía por toda La Habana descolgar farolas y letreros, a gente cargando tablones para cegar puertas y ventanas y a los pescadores retirando los barcos de la bahía, a todos haciendo acopio de sacos de arroz y ello con una mezcla de indolencia caribeña y disciplina comunista. Los turistas de todo incluido eran trasladados a Varadero y otras zonas de la isla con edificaciones sólidas... Quien conozca La Habana Vieja y Centro Habana sabe en qué estado de ruina están las casas, qué desabastecidos los agromercados, qué largas las colas para recoger el pan con cartilla de racionamiento, qué resignada la actitud del que sabe que por quejarse puede ir preso y qué melosos los habaneros para sacarle los dólares al turista.

Y en esto llegó Fidel. A todas horas. En televisión. Orienta Fidel a la población en su comparecencia en una mesa redonda. Él lo es todo: meteorólogo y comentarista, gran jefe y gran padre, estadista, historiador, todos los papeles y todos los símbolos se resumen en él. Y no son los expertos meteorólogos, que ofrecen datos de la trayectoria del Iván, no la pareja de maduros presentadores del Sistema Informativo de la televisión cubana, no: es Fidel quien demuestra su ingente conocimiento del fenomenal enemigo que avanza decidido a arrasar la isla. Y sólo esa amenaza de devastación total explica la presencia de Fidel en primera línea de frente, el repaso exhaustivo de los principales ciclones de 1926 y 1944 con sus muertos y los encomiables planes de evacuación y el abastecimiento hoy en vigor.

La largo programa escenifica las horas en capilla previas a la batalla del Comandante, acompañado de sus leales, contra el Gran Mal. Si Charlie le llegó a Fidel como, según dijo, "regalo de cumpleaños", Iván pone a prueba la capacidad de resistencia y recuperación del pueblo cubano, resistencia heroica en honor del líder y Jefe de la Revolución. La información acompañada de gráficos, objetiva y reiterada, servida por el especialista, tiene un segundo plano simbólico expreso en la presencia de Fidel. Al evocar anteriores catástrofes y la magra ayuda estadounidense, orgullosamente rechazada, se transmite un temor a desaparecer del mapa, como ya lo han hecho la URSS, la Yugoslavia de Tito y el bloque comunista europeo. "Eso es lo que ellos quisieran", clama.

Es el lenguaje personal, suelto de Fidel: sus bromas, de una crueldad pasmosa, como cuando llama a los pinareños, habituales víctimas de inundaciones, "propietarios de todos los ciclones". En otro momento se presenta de improviso en el lugar amenazado, las autoridades le reciben con alborozo, departe con el pueblo. La cronista ensalza: "Fidel, vestido de verde intenso, llegó una vez más mucho antes que un huracán". Está claro que el huracán es él. Las pantallas muestran a empleados sonrientes talando árboles, despejando carreteras, a estudiantes reclutados para acelerar la cosecha de frutos estratégicos, o conduciendo a la población a refugios seguros, una estética de los primeros sóviets que los funcionarios cubanos miman con involuntaria socarronería.

Pero los dioses están con Cuba e Iván se desvía, rumbo al Yucatán, tocando sólo la provincia de Pinar del Río. Una vez más, no hay que lamentar una sola víctima. Vuelve la normalidad, sólo la lluvia da fe de la amenaza.

Los presentadores respiran, agotados, llega el momento de hacer balance y, por supuesto, todos los triunfos son del comandante. Una entusiasta compañera resume lo vivido en las pasadas horas en una crónica leída por televisión: "Este guerrero ha ganado mil veces. Para el pueblo cubano, levantarse es un oficio. Iván irá publicando por donde pase que Cuba es intocable. Iván prefirió no enfrentarse al viejo gladiador".

Y mientras el viejo gladiador quizá sueña con la absolución de la Historia.

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